Pasar sólo dos semanas en la montaña puede cambiar tu sangre durante meses
La adaptación a la altitud del ser humano es sorprendentemente rápida, y también bastante duradera. Sus efectos duran meses, como os explicaremos hoy.
17 octubre, 2016 17:06Noticias relacionadas
- Hackers pueden controlar aparatos de anestesia y respiratorios a distancia por culpa de bugs
- Crean las gafas autofocales, que cambian de graduación dependiendo de dónde estés mirando
- La IA de Google es más rápida y fiable detectando cáncer de pulmón que los médicos
- Predecir el cáncer de mama sólo con una mamografía es posible gracias a una nueva IA
La adaptación de los seres humanos a las grandes altitudes son algo aún complicado de explicar.
Anteriormente se pensaba que la adaptación a la altitud costaba más tiempo, pero realmente el organismo humano tan solo necesita una noche para empezar a adaptarse, y dichos cambios biológicos llegan a durar meses tras la adaptación incluso tras volver a la altitud normal anterior.
También se pensaba que esta adaptación a la altitud se producía porque nuestro organismo producía nuevas células sanguíneas (un proceso llamado poliglobulia) con el objetivo de adaptarse rápidamente a las necesidades de oxígeno. Sin embargo, a pesar de que hemos creído en esto durante 50 años, según un reciente estudio publicado en el Journal of Proteome Research lo que realmente sucede es que nuestros glóbulos rojos se adaptan para retener más oxígeno en el nuevo ambiente.
Cómo se produce la adaptación a la altitud del cuerpo humano
Para que os hagáis una idea, anteriormente los científicos pensaban que en lugares de gran altitud como el Monte Everest (donde la atmósfera contiene sólo un 53% de oxígeno respecto al aire a nivel del mar), la adaptación a la altitud conllevaba que reemplazásemos nuestros glóbulos rojos por nuevas células más eficientes, y en mayor cantidad.
Sí, puede tener sentido, pero sólo en aquellos que viven durante toda su vida a dicha altitud. A largo plazo la adaptación a la altitud sí conllevaría una poliglobulia fisiológica o creación de muchos glóbulos rojos (como los tibetanos, por ejemplo). Ahora bien, ¿cómo se produce la adaptación a la altitud de los alpinistas?
Para reemplazar todos los glóbulos rojos por otros nuevos se necesitarían semanas, a pesar de que creamos 2 millones de estas células sanguíneas cada segundo. Sin embargo, los excursionistas se adaptan muy rápidamente, en apenas días. Suena ilógico, pero este estudio ha conseguido saber cómo lo hacen.
Así sobreviven los alpinistas a las grandes altitudes
Para comprobar cómo sobrevive un alpinista a una gran altitud, los investigadores han trabajado con voluntarios del proyecto AltitudeOmics, un estudio aún en curso a cargo el Centro de Investigación de Altitud para saber qué cambios biológicos se producen en los seres humanos tras pocos días o semanas.
Para ello, enviaron a 21 voluntarios sanos (12 hombres y 9 mujeres) al monte Chacaltaya de Bolivia, a una altitud de 5.260 metros. Se controló su sangre antes de subir a la montaña, durante varios intervalos en la subida (incluida una caminata de 3.2 km de escalada) y tras haber descendido a 1.525 metros durante 7 días.
Tras este descanso de una semana, volvieron a la montaña para intentar escalar 3.2 km una vez más y, curiosamente, los voluntarios afirmaban que esta segunda escalada les parecía significativamente más fácil que la primera vez. No solo se había producido una adaptación a la altitud en poco tiempo, sino que los cambios fisiológicos se habían conservado incluso tras bajar a una altura menor.
Según los análisis sanguíneos, las células sanguíneas de los voluntarios no habían sido reemplazadas por otras nuevas, sino que se habían adaptado ya durante el primer día a la altitud. De hecho, los glóbulos rojos de los voluntarios eran capaces de transportar oxígeno a músculos y órganos vitales de forma mucho más eficiente.
Es la primera evidencia que tenemos de esto, pues implica que no se necesita una genética determinada para sobrevivir a gran altitud (como ya lo hacen los 140 millones de personas que viven de forma permanente a estas alturas).