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Tecnología

Los robots están cerca de ser inmortales, y eso son malas noticias para la humanidad

Los robots están cerca de ser inmortales, algo que la propia humanidad lleva milenios intentando. Lo malo es que no todo son buenas noticias.

27 enero, 2017 21:11

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La inmortalidad de los robots puede chocar contra nuestra propia mortalidad, y lo peor es que no estamos preparados para aceptarlo.

¿Cuánto dura un robot? Como cualquier otro aparato, la respuesta es “hasta que deje de funcionar o saquen un sustituto”. Pero hasta ahora nadie sabe qué es lo que pasa cuando ninguna de las dos cosas ocurra.

Estamos creando sistemas inteligentes capaces de aprender por si solos, de evolucionar frente a los cambios; entra dentro de lo posible que llegue el día en el que creemos una IA que no haga falta cambiar.

Los robots cumplirán el sueño de la inmortalidad de los humanos

fuente juventud 1

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Un sistema que sea capaz de adaptarse perfectamente a nuestras necesidades; nada de comprar el último modelo cuando salga, ya tendríamos el último modelo que existirá para siempre.

Después de tanto tiempo buscando la inmortalidad, el ser humano sería capaz de crear una “vida inmortal”, aunque no sea la suya.

her

her

Y después de tanto tiempo, es inevitable que nazca una conexión emocional con este sistema; si yo mismo tuve una conexión semejante con la calculadora que me ayudó a sacar los estudios, es muy probable que la pueda tener con una IA, la verdad.

Ya hay muchas historias de ciencia ficción con ese mismo planteamiento; recientemente, Her fue todo un éxito que nos hablaba de relaciones entre humanos y sistemas artificiales.

Pero tenemos que mirar más allá. Tenemos que mirar al momento en el que, inevitablemente, tengamos que acabar con esa inteligencia.

Personas electrónicas que deben “morir” al pulsar un botón

robot 2

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No es una idea demasiado futurista; la Unión Europea ya tiene una propuesta en la mesa para la creación de un nuevo estado legal: “persona electrónica”.

Una persona electrónica también tendría sus obligaciones y deberes, aunque estos afectarían principalmente a su propietario; por ejemplo, los robots estarían registrados en una seguridad social que financiaría los posibles problemas y daños que produjesen.

Si un robot sufre un error y empieza a provocar daños materiales o personales, debería haber alguien responsable de ello, y una manera de pagarlo.

interruptor

interruptor

La proposición, que recientemente ha dado otro paso en el Parlamento Europeo, también incluye un “botón de apagado” obligatorio; un método para desactivar cualquier robot en cualquier momento, si la autoridad lo considera necesario.

Según Tenzin Priyadarshi, CEO del Centro Dalai Lama de ética y valores en el MIT, los botones de apagado pueden existir por dos razones.

  • Para evitar que información valiosa acabe en las manos equivocadas.
  • Para evitar que un robot o IA se rebele.

Ambos son peligros reales que ya son considerados factores a tener en cuenta en la actualidad; puede que ese robot sea tuyo, pero hay posibilidades de que pueda ser hackeado, o que un error haga que deje de obedecerte.

Cuando la creación se rebela contra su creador

frankestein

frankestein

O incluso, que el robot crea que el problema eres tú. Ya dice la primera ley de la robótica de Asimov que los robots nunca deben hacer daño a un ser humano; pero cada vez más mentes están preocupadas de que los robots que creamos no sigan esa ley.

Es por eso que nacen iniciativas que buscan asegurarse de que esta transición ocurre sin problemas. Hoy mismo Apple se ha unido a Partnership on AI, una organización de algunos de los más grandes actores de la industria; su objetivo es crear una Inteligencia Artificial que sea ética.

En cambio, algunas de las mentes más reconocidas de la actualidad, como Stephen Hawking o Elon Musk, piden prudencia. Hay muchas cosas que pueden salir mal si tomamos el camino equivocado; por ejemplo, que la Tercera Guerra Mundial sea entre robots asesinos.

terminator

terminator

Que un robot sea “inmortal” para el ser humano medio puede ser de gran ayuda; pero si perdemos la perspectiva, también puede suponer el fin de nuestra sociedad como la conocemos.