La mayoría de las veces, intentar no llamar la atención sobre un problema consigue el efecto contrario; sobre todo en la era de Internet, donde es inevitable que alguien se de cuenta de tu error y sea amplificado, en muchas ocasiones, quitándote la posibilidad de dar tu punto de vista.
El efecto Barbra Streisand es bien conocido, pero Intel ha necesitado sufrirlo en sus carnes para darse cuenta. Y todo por una decisión algo extraña, que aún no tiene explicación: la de prohibir los benchmarks en sus procesadores.
Intel se monta su propio efecto Streisand
Como os contamos ayer, la comunidad de Linux se encontró con una desagradable sorpresa con el último parche de seguridad lanzado por Intel; este microcódigo para procesadores forma parte de los trabajos de mitigación contra Spectre.
El problema no estaba en el microcódigo, sino en la licencia, que sin avisar fue cambiada para incluir un nuevo apartado; el nuevo texto legal no permitía a los usuarios y organizaciones publicar pruebas de rendimiento realizadas en el procesador parcheado. La reacción era de esperar para cualquiera que conociese un poco la comunidad.
Inmediatamente las sospechas fueron que el nuevo parche reducía tanto el rendimiento que a Intel le entró el pánico; puede que al usuario medio no le afecte mucho, pero a sus grandes clientes, las empresas que compran cientos de procesadores para sus servidores, sí que les importaba mucho.
De ahí la necesidad de tapar el desaguisado como pudieran. El problema es que el texto afectaba a todos los usuarios; incluso a particulares que simplemente querían subir benchmarks de sus ordenadores.
La licencia obtuvo el efecto contrario, por supuesto. Sobre todo, cuando la distro Debian, uno de los sistemas más usados en entornos empresariales, decidió no incluir el parche.
Hacer benchmarks en procesadores Intel vuelve a estar permitido
Apenas unas horas después de la publicación de la nueva licencia, Intel ha decidido dar marcha atrás. El vicepresidente corporativo de Intel, Imad Sousou, usó Twitter para anunciar que habían “simplificado” la licencia para que fuese más fácil distribuir el microcódigo; en otras palabras, han borrado la prohibición de hacer benchmarks.
Intel no ha pedido perdón por el intento, y de hecho ni siquiera ha explicado qué le llevó a incluir esa sección. Sousou sólo se ha vuelto a comprometer con la comunidad open source, y le ha agradecido su opinión.
Una teoría es que el problema no está tanto en el microcódigo, sino en los otros pasos necesarios para protegernos. En concreto, para proteger máquinas virtuales es necesario desactivar hyper-threading; la tecnología que permite aprovechar el tiempo de proceso que no se utiliza cuando se termina de ejecutar un hilo. Desactivar esa función tiene un impacto notable en el rendimiento, algo que han confirmado otras distros Linux como Red Hat.
Lo chocante es que nada de esto afecta al usuario medio; el impacto en el rendimiento de los parches existe pero es mínimo, y relativamente poca gente necesita usar máquinas virtuales. Al incluir ese texto en la licencia, Intel sólo ha conseguido que todo el mundo hable de estos problemas de rendimiento. Una moraleja que deberían aprender todas las compañías.
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