Apple es una empresa que lleva mucho tiempo entre nosotros. Aunque la mayoría la asocie a dispositivos como el iPad, hace unas décadas era un gigante que miraba por encima del hombro a firmas como Microsoft. También ahora podría hacerlo pero no hemos de olvidar que pasó por un gran bache, uno que incluso le costó el puesto al mismísimo Steve Jobs.
Y ¿cómo salió de ahí? Reinventándose. Y de paso reinventando cada uno de los productos que sacaba. Al menos los más importantes, porque también hubo fracasos.
Entre esos éxitos el iPhone es por derecho propio el más relevante, pero no tenemos que obviar que antes de que el iPhone fuera una idea había otra en las cabezas de los directivos de Apple, sobre todo de Jobs, una que se acabó materializando en el iPad. Y ahí empezó la historia de uno de los mayores éxitos de la empresa.
Hoy vamos a contaros todo lo que ha cambiado en los últimos ocho años, desde el lanzamiento del iPad original. Para ello los compararemos con el iPad Pro 2018 de 11 pulgadas.
Un diseño que evoluciona, pero no cambia
La esencia de las tablets es clara: una gran pantalla con marcos del mismo grosor en los cuatro laterales. Eso ha sido así en el iPad desde su inicio pero es cierto que hemos visto cambios notables.
El botón home fue el elemento más característico de esta tablet, heredado del iPhone y que actualmente ha sido sustituido por el desbloqueo facial. Esto era de esperar tras ver cómo ese proceso se ha dado en el iPhone del año pasado y en los tres de este año.
Pero entre medias vimos cómo ese botón mejoraba e integraba Touch ID, el sistema de securización por huella dactilar de Apple.
Esto también ha afectado al peso, que se ha visto reducido en un 30%, pasando de 650 gramos a unos 468 gramos.
Del mismo modo el grosor ha bajado. En el modelo original la curva trasera escondía los 13.4 mm y ahora tenemos un diseño que no esconde nada, porque no le hace falta. El iPad Pro de este año tiene sólo 5.9 mm de grosor.
Más potencia, mucha más potencia
Pero si hay un aspecto en el que ha mejorado el iPad desde su creación es sin duda el apartado técnico que afecta al rendimiento, fluidez y posibilidades del dispositivo.
El iPad original tenía un procesador Apple A4 de 45 nm con una velocidad de reloj de 1 GHz. Eso ha mejorado de forma radical y el nuevo chip A12X Bionic es capaz de desarrollar 35 veces más potencia y con tecnología de 7 nm.
Lo mismo pasa con la GPU, que pasó de ser la PowerVR SGX535 a una desarrollada por la propia Apple, mejorando 1000 veces la velocidad de los gráficos. Sí, 1000 veces.
También ha mejorado el almacenamiento. El modelo original empezaba en los 16 GB pero tenía opciones de 32 y 64 GB. En el último iPad presentado Apple ha dado opciones de nada menos que 1024 GB, es decir 1 TB. Eso implica multiplicar por 16 el almacenamiento disponible.
La conectividad es otro de los apartados que cambia, para mejor. La velocidad WiFi es cinco veces mayor y la LTE nada menos que 23 veces mejor.
Una pantalla que crece, en todos los aspectos
La pantalla es el elemento más importante de una tablet. Es lo que vemos y lo que usamos para interactuar con el terminal.
La cantidad de píxeles ha sido multiplicada por 5, pasando de los 768 x 1024 píxeles y 132 ppp a los 2388 por 1.668 píxeles y 264 ppp.
Pero no solo hablamos de más resolución, sino también de una mayor saturación de color (un 25%) y un mayor brillo máximo, que duplica al original.
Y en un tamaño similar pasamos de tener una diagonal de 9.7 pulgadas a una de 11 pulgadas.
Pero no todo es evolución, también hay nuevos usos
Hay otro apartados que no solo han mejorado, como las cámaras, sino que también posibilitan nuevos usos que hasta hace poco eran impensables en dispositivos de consumo.
Uno de los más llamativos es el de la Realidad Aumentada, algo en lo que Apple está incidiendo de manera muy agresiva. Los nuevos iPad, sobre todo el presentado a finales de 2018, es capaz de recrear elementos e integrarlos en nuestra realidad con un realismo de texturas y sobre todo movimientos que no eran posible antes de la gran evolución de procesadores que ha llevado a cabo Apple en los últimos años.
Hay cosas que no cambian
Pero el cambio no se ha visto en todos los apartados. Algunos han permanecido inmutables, como la duración de la batería, que se sigue estableciendo en unas 10 horas de reproducción de vídeo, lo cual tiene mérito dado que ahora las prestaciones técnicas son mucho más exigentes.
También se mantiene la sencillez de uso, algo de lo que Apple siempre ha estado orgullosa, con motivo, dado que el iPad es un dispositivo con muchas posibilidades pero que sigue sin ser difícil de manejar.
Los siguientes pasos
Aunque es un tema que puede parecer menor, en el iPad Pro de 2018 hemos visto cambiar el conector de carga y datos del dispositivo, de Lightning a USB C.
Esto abre un mundo de posibilidades, desde poder cargar el iPhone con el iPad a usar accesorios y dispositivos como cámaras o pantallas de forma extremadamente sencilla.
Y es esa la dirección en la que tiene que ir Apple, abriendo las opciones de su tablet, sin complejizar su uso, pero posibilitando que sea la alternativa real definitiva a los ordenadores portátiles, algo que Apple tiene como objetivo.
Para ello necesitamos algunas modificaciones del sistema como el soporte para ratón, lo que permitiría ampliar el rango de profesiones que pueden usar un iPad como herramienta de trabajo. Porque es cierto, para el ocio esto no sería necesario pero es algo que muchos profesionales, enamorados del iPad, piden insistentemente.
Está claro que el iPad seguirá cambiando y aún así seguirá siendo un éxito.
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