Aunque podamos pensar que la tecnología actual está muy avanzada, en realidad no es nada comparado con lo que puede hacer la naturaleza; incluso nuestro propio cuerpo es una computadora, más avanzada de lo que pudiéramos imaginar. Billones de células trabajan en armonía para conseguir resultados prácticamente instantáneos; y todo eso, con unas necesidades energéticas mínimas y fácilmente obtenibles.
Por eso, cada vez más científicos están explorando la vertiente de los “bio-ordenadores”, la creación de sistemas informáticos con moléculas orgánicas y células vivas. Quién sabe, puede que el futuro de los ordenadores después del silicio y de otros materiales como el grafeno sea el ADN.
Usando una célula para computación
La biología sintética, y técnicas de edición de genes como CRISPR, cobran especial importancia en estos desarrollos. Ahora, un equipo de investigadores de ETH Zurich afirma haber usado una versión de esta técnica para crear bio-ordenadores con procesadores basados en células humanas; un avance que además nos puede ayudar a comprender mejor el funcionamiento del “ordenador humano”.
En concreto, el logro consiste en haber creado un procesador de doble núcleo dentro de una célula humana; el procesador es completamente funcional y permite realizar operaciones, aunque difieren de lo que solemos ver en procesadores tradicionales.
La técnica CRISPR usa una encima llamada Cas9 para editar segmentos específicos de ADN usando una cadena de ARN como base. De esta manera, es posible modificar el ADN de una célula para que cumpla otras funciones en vez de las que tenía, por ejemplo. Sin embargo, en este caso, la cadena de ARN se usó como datos de entrada, que fueron procesados en forma de unos genes concretos que a su vez provocaron la producción de las proteínas deseadas como el resultado de la “operación”.
Procesadores basados en células humanas, ¿el futuro?
Estos procesadores permiten operaciones como comparar dos datos de entrada o sumar dos números binarios; el resultado es la proteína generada, que depende de cada “operación” y por lo tanto se puede leer y registrar como un dato. Los investigadores consiguieron integrar dos de estos sistemas en una sola célula humana, por lo que se trata de un procesador de “dos núcleos” capaz de realizar dos operaciones a la vez.
Pero esto es sólo el principio. Imaginemos un tejido compuesto de millones o billones de células trabajando en sincronía de esta manera. El objetivo no es tanto aumentar la potencia de procesamiento, sino realizar operaciones imposibles para un ordenador tradicional.
Por ejemplo, un “bio-ordenador” como este podría ayudar a diagnosticar y tratar enfermedades, generando automáticamente el tratamiento adecuado. Las células podrían reaccionar a ciertos biomarcadores para generar moléculas para tratar la enfermedad, todo de manera automática.
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