Friedrich Nietzsche es uno de los filósofos y pensadores más famosos del mundo. Casi 120 años después de su muerte seguimos leyendo y escuchando frases salidas de su puño y letra.
Lo que muchos desconocen es que Nietzsche fue una de las primeras personas en utilizar una máquina de escribir. Eso sí, una máquina diferente a la que tenéis en mente, puesto que la que él usó era redonda y tenía una disposición de las teclas un tanto extraña.
La máquina de escribir redonda de Nietzsche
Para ponernos en contexto tenemos que desplazarnos hasta el año 1881. En esta fecha, Nietzsche había perdido casi por completo la visión; además de padecer migrañas, vómitos, insomnio y otras dolencias.
Estos problemas y su falta de visión dificultaban enormemente que el alemán pudiera seguir escribiendo; razón por la que decidió comprar una máquina de escribir que le permitiera seguir difundiendo sus ideas (menos mal que así fue).
En aquellos tiempos el dispositivo era conocido como “bola de escribir” debido a su forma. La máquina redonda, creada por Rasmus Malling-Hansen (un inventor danés), fue escogida por Nietzsche a pesar de que ya existía la famosa máquina de escribir de Remington. ¿Por qué lo hizo? ¿Qué tenía de especial esta extraña bola de escritura?
El portátil de la época
Debido a su pésima salud, Nietzsche viajaba a climas más cálidos en cuanto tenía ocasión. El carácter portátil y la ligereza de la bola de escribir de Malling-Hansen la convirtieron en la máquina de escribir perfecta para el filósofo. Algunos expertos lo califican como el “ordenador portátil” de la época.
La máquina de escribir redonda era un instrumento de construcción sólida, hecho a mano y equipado con todas las características que cabría esperar de una máquina de esos tiempos.
Un periodista comparó en 1875 las peculiaridades de la bola Malling-Hansen con la máquina norteamericana Remington. Éste explicó que el invento del danés era muy superior, puesto que aseguraba una “mayor rapidez” y una escritura más “clara y precisa” que el dispositivo estadounidense.
Del mismo modo, relató que la bola de escribir tenía más teclas y era mucho más sencilla de utilizar; además de ser más sólida, pequeña y ligera que la Remington. El autor remató el artículo recalcando que, encima, la máquina redonda era más barata.
Buen dispositivo, mala financiación
Pese a sus beneficios, actualmente se conoce que Nietzsche no quedó satisfecho con la máquina. Eso sí, los expertos aseguran que el alemán no llegó a dominar la técnica y sus quejas llegaron, en gran parte, tras dañar la máquina. Durante un viaje a Génova ésta se estropeó y un mecánico (que tenía la misión de arreglarla) acabó dañándola aún más.
Todo parece indicar que la bola de escritura Malling-Hansen era bastante superior a la Remington; sin embargo, y como ha ocurrido en numerosas ocasiones durante la historia, no consiguió competir comercialmente con la máquina norteamericana. En definitiva, un excelente dispositivo que no pudo hacer frente a gente que ponía más dinero.
Foto destacada: Medical Museion (YouTube)
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