Como dice el dicho, todo lo que sube tiene que bajar; especialmente si hablamos de objetos que están en órbita. Cuando decimos que algo está en órbita, en realidad está cayendo constantemente hacia la Tierra; es sólo que tiene tanta velocidad que puede mantenerse dando vueltas a nuestro planeta. Pero tarde o temprano, ya sea meses o millones de años después, tiene que terminar de caer, y eso es lo que va a ocurrir con la estación espacial Tiangong-2.
Es un nombre que posiblemente te suene; significa “palacio celestial”, y es la segunda de las estaciones espaciales que China puso en órbita para sus experimentos; la primera, la Tiangong-1, cayó a la Tierra el año pasado, y ahora le toca el turno a la segunda después de cumplir su misión. Desde el principio se sabía que estas naves no iban a durar mucho en órbita, ya que su propósito era temporal.
China sigue dando pasos para su mayor estación espacial
Las Tiangong son módulos de prueba para una futura estación espacial completa, como la ISS (Estación Espacial Internacional); por lo tanto, incluyen tecnología y avances que los ingenieros chinos quieren probar antes de ser usada en la estación final. Se espera que el primer módulo de esta nueva gran estación sea lanzado en el 2020, aunque eso de “gran” es relativo: se espera que sea una quinta parte de lo que es la ISS. Aún así, es un logro para un país en solitario como China.
La Tiangong-2 es incluso más pequeña, formada por sólo un módulo (en algunas fotos parecen dos pero esa es la cápsula en la que van los astronautas). Fue lanzada en septiembre de 2016 y un mes después dos astronautas la visitaron a bordo de una cápsula Shenzhou-11. Allí realizaron experimentos, especialmente dedicados a comprobar el efecto sobre el cuerpo humano de la estancia en el espacio. Un mes después se fueron y desde entonces la Tiangong-2 sólo ha recibido visitas puntuales de naves no tripuladas.
Dónde se producirá la caída de la estación espacial china
Ahora que ha cumplido su propósito, la Tiangong-2 lleva ya un año reduciendo la altura, con el objetivo de realizar una reentrada controlada; debido a lo pequeña que es, se espera que sea completamente destruida al quemarse con la atmósfera. Pero por si acaso, los ingenieros encenderán los cohetes de manera remota para forzar la reentrada sobre el Océano Pacífico, en algún punto entre Nueva Zelanda y Chile; de esta forma, cualquier trozo que pudiera sobrevivir se estrellaría contra el océano, lejos de núcleos de población. Está previsto que todo ocurra hoy, 19 de julio.
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