Uno de los aspectos más polémicos de las medidas contra la contaminación que limitan el tráfico, como la antigua Madrid Central y otras similares impuestas en las grandes ciudades europeas, es que no es tan fácil como decir que un tipo de vehículo contamina más que el otro.
No es sólo por la diversidad de las mecánicas disponibles en el mercado; sino que la cantidad de emisiones también depende en buena medida de los conductores y sus hábitos. Asignar categorías a vehículos sólo por el tipo de motor que tengan o su edad, puede dar lugar a definiciones algo extrañas de lo que se considera "ecológico".
El ejemplo más flagrante en este sentido son los híbridos. Estos vehículos, que usan un motor térmico apoyado por un motor eléctrico con una pequeña batería, se han vuelto muy populares entre otras cosas, porque permiten conseguir la etiqueta ECO de la DGT.
Los híbridos, en el punto de mira
Sin embargo, la verdad es que el consumo y la "ecología" de estos híbridos no siempre es mejor que la de un vehículo de gasolina. La etiqueta ECO se otorga a híbridos enchufables con una autonomía mínima en modo eléctrico de 40 kilómetros; además de a los híbridos no enchufables.
Esta etiqueta se otorga sin importar lo que realmente consuma el coche y las emisiones que produzca; de hecho, el coche puede producir un nivel de emisiones EURO 4/IV, como un diésel o gasolina moderno, y seguir siendo considerado "ECO". No solo eso, sino que algunos híbridos no enchufables recargan las baterías con el propio motor de combustión.
Una nueva ley a nivel europeo puede acabar con esta situación, como ha advertido la ICCT (Consejo Internacional de Transporte Limpio). La clave está en que todos los nuevos coches tendrán que medir los consumos de manera más precisa; eso implicará nuevos medidores que no solo indiquen cuánto combustible hemos consumido, sino también cuánta electricidad.
No solo eso, sino que también se tendrá que registrar cómo se ha conseguido esa electricidad para el cómputo del consumo; por ejemplo, si la batería ha sido recargada por el motor de combustión, no podemos decir que usar esa energía luego sea "no consumir". Para los híbridos enchufables, eso implica registrar hasta qué punto se mueven gracias a la energía eléctrica.
Esta información no será sólo para el usuario, sino que será transmitida a organizaciones de la Comisión Europea para su estudio; hay que aclarar que los conductores y los coches no serán penalizados por contaminar más de lo que declaran.
En vez de eso, estos datos se usarán para estudiar el mercado y la verdadera situación del sector; en otras palabras, descubrir de una vez por todas cuánto contaminan nuestros coches, de manera exacta. Esto a su vez puede servir para implementar otras leyes que prohíben o fomenten el uso de ciertas tecnologías, como los coches eléctricos.
Sin embargo, eso puede suponer su propio desafío técnico; aún no está claro cómo los coches tendrán que transmitir sus datos de consumo, ya sea con controles de carretera o con una conexión directa en caso de que el coche tenga 5G, por ejemplo.
Esta información puede poner en evidencia que los híbridos contaminan más de lo que creíamos, tanto para los compradores como para los legisladores.