La industria del videojuego, en su afán por acaparar al mayor número de jugadores, está en constante búsqueda de nuevas fórmulas para llegar a todos los potenciales usuarios de todas las plataformas posibles.
El abaratamiento de los smartphones con potencia para correr juegos fue un punto de inflexión para las grandes desarrolladoras que vieron una oportunidad de meter una consola en los bolsillos de millones de personas en todo el mundo. Nació así el segmento de videojuego sin soporte físico (ni disco ni cartucho) junto a la expansión de servicios como Steam que hizo lo propio con los ordenadores.
En el otro extremo nos encontramos con las consolas. Los usuarios de esta plataforma son los más reacios a dar el salto a la compra de videojuegos exclusivamente digitales. Buena prueba de ello la tenemos en cualquier tienda con las estanterías llenas de cajas con cartuchos y discos en su interior.
Xbox One S All-Digital Edition: la primera de muchas
La idea del lanzamiento de una consola sin lector de discos llevaba sobrevolando la casa Microsoft mucho tiempo. Hasta que los de Redmond se decidieron por presentar en sociedad la Xbox One S All-Digital Edition, una consola que solo permite comprar juegos virtuales que ha batido todos los récords de ventas del pasado Black Friday.
Una consola que no deja de ser una versión de la Xbox One S teniendo el comprador el poder de elegir si quiere tener una máquina con lector de discos o una que solo reproduzca juegos descargados. No sabemos los datos de ventas que maneja Microsoft de la consola sin disco, pero si los rumores apuntan a una nueva máquina siguiendo esta línea puede que la jugada les haya salido bien.
Sería una consola más económica que la correspondiente con el archiconocido Project Scarlett, situándose en un segmento que hoy ocuparía la Xbox One S. Una máquina muy válida con un excepcional rendimiento-precio pero por debajo de la Xbox One X en potencia bruta.
Según los mismos rumores, la consola sin lector de discos se conocería internamente como Lockhart y podría correr juegos a resolución 2K y 60 fps para competir con la PlayStation 4 Pro. Y según nuestra intuición, Microsoft lanzaría Lockhart después de Project Scarlet para no canibalizar ventas ni "ensuciar" la presentación. Aunque todo puede pasar.
Ni discos ni consola
Google Stadia se ha adelantado a todas las compañías tradicionales de la industria presentando una consola en la nube. También Microsoft con su xCloud tiene algo muy parecido cociéndose, aunque por el momento no ha trascendido mucha más información sobre fechas concretas. De hecho, estas dos compañías cuentan con servidores por todo el mundo y un servicio de cloud computing más que probado.
La mejora de las conexiones de fibra y tecnologías como el edge computing pueden eliminar el mayor de sus problemas: la latencia. Google Stadia utiliza un algoritmo de previsión que anticipa unas milésimas de segundo lo que el jugador va a hacer para eliminar parte del retardo y ofrecer buena experiencia de usuario.
Esta tecnología puede funcionar excepcionalmente bien en grandes ciudades con redes de fibra y realmente mal en núcleos urbanos más aislados sin acceso a un Internet de calidad. En ese segundo caso, este tipo de servicios de consola en la nube quedaría descartado y todavía representa un porcentaje muy amplio de la población mundial.
¿Y si desaparecen las plataformas?
Es uno de los argumentos en los que se apoyan los más escépticos de dar el salto al todo digital. Si mañana, por cualquiera de las miles de razones que se nos ocurran, Microsoft decide bajar la persiana del negocio de consolas es más que probable que toda la inversión que hayamos hecho en videojuegos digitales se vaya al traste.
En cambio, con un soporte físico esto no puede pasar nunca. Puede que corten el cable de los servidores online, pero siempre podremos jugar en local con nuestra consola. Con el modelo "todo digital" tendremos disponibles los videojuegos que instalados en el disco duro y, de darse el apagón, cuidado con formatear la consola porque ahí sí que lo perderemos todo.
Este último es un escenario quizá demasiado agorero. Microsoft (o Sony si se diera el caso) es una gigante tecnológica con un poder de adaptación envidiable y que difícilmente veremos caer. Exactamente lo mismo pasa con Steam, un estándar en el mundo de los ordenadores con miles de juegos en sus servidores y millones de usuarios con bibliotecas que tienden al infinito.