Hay muchas expectativas puestas en el SLS (Space Launch System, Sistema de Lanzamiento Espacial), el proyecto que devolverá a la NASA la capacidad de enviar astronautas a la Luna, y más allá.

Los EEUU quieren volver a nuestro satélite natural, esta vez para quedarse; pero después de décadas de recortes, simplemente no tienen los sistemas apropiados para ello.

El SLS es la respuesta a esta necesidad, una gigantesca lanzadera que superará los 100 metros de altura y será capaz de transportar una carga de 130.000 kg; eso le permitirá realizar misiones tripuladas, y dependiendo de la versión, incluso podría llegar a la órbita de Marte.

El cohete más grande del mundo es destruido

El SLS será vital para el programa Artemis, que pretende realizar viajes a la luna con tripulación empezando en el 2024. Para conseguir semejante proeza, la clave está en la etapa central: un gigantesco cohete de 65 metros de altura y 8,4 metros de diámetro, el más grande del planeta. Con cuatro motores, será la principal fuerza que impulse la carga hasta más allá de nuestra atmósfera.

Configuración inicial del SLS de la NASA NASA

Esta etapa central es tan importante porque supone la base de todas las versiones del SLS; dependiendo de la misión, permite añadir más etapas y segmentos. Por lo tanto, todo el futuro del proyecto depende de este cohete.

NASA

Es comprensible, por lo tanto, que en cuanto la NASA completó la primera unidad de la etapa central del SLS, lo primero que hizo fue intentar destruirla. Evidentemente, estos prototipos sufren una serie de pruebas para asegurarse de que cumplen las especificaciones; pero esta estaba diseñada para ir más allá y comprobar qué es necesario para provocar un fallo estructural en la etapa.

Para ello, conectaron pistones hidráulicos que aplicaron millones de kg de presión al tanque; eso simula las presiones que puede sufrir durante una misión. Una vez que completaron esta prueba, continuaron subiendo la presión, hasta que finalmente, la estructura cedió.

El resultado es espectacular; el cohete se abre como si fuera un globo, haciéndonos olvidar por un momento que es una enorme masa de metal. El experimento fue un éxito, ya que el tanque soportó más del 260% de las fuerzas que se calcula que sufrirá en un lanzamiento real.

A veces, para crear algo primero tienes que romperlo. Esta es la última prueba

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