El sector de la movilidad está ante uno de los momentos más relevantes de toda su historia. Los gobiernos y los propios ciudadanos son cada vez más conscientes de que hay que abandonar el uso de combustibles fósiles, ya que generan miles de millones de toneladas de CO2 que comienzan a afectar negativamente al planeta en el que vivimos.
Por esa precisa razón, los vehículos que emplean la gasolina o el diésel para propulsarse tienen los días contados. Por el momento, los eléctricos parecen los mejor posicionados para convertirse en los reyes del sector, sin embargo, hay una alternativa que puede competir perfectamente de tú a tú con dicha tecnología: los coches de hidrógeno.
Éstos son aún bastante desconocidos por la gente de a pie, pero cuentan con varias características que resultan tremendamente atractivas, aunque también tienen sus desventajas, como es lógico. Analizamos este tipo de vehículos con un experto en dicha materia.
"Es un coche eléctrico con otra tecnología"
Para tratar este tema OMICRONO ha entrevistado a Carlos Bernuy-López, un químico y científico español que trabaja como ingeniero en pilas de hidrógeno en Sandvik, un grupo empresarial sueco de ingeniería de alta tecnología y líder mundial en mecanizado, tecnología de materiales, minería y construcción.
Antes de pasar al meollo de la cuestión, explicaremos qué es exactamente un coche de hidrógeno. Bernuy-López lo define como "un coche eléctrico con otra tecnología". Una definición bastante acertada teniendo en cuenta que el hidrógeno se utiliza precisamente para crear la electricidad que servirá para mover el coche, mientras que en los eléctricos se aplica directamente esa electricidad.
Otra de sus diferencias consiste en que el de hidrógeno sí que produce emisiones, aunque se trata de vapor de agua (por lo que son emisiones limpias), mientras que el eléctrico no genera emisión alguna. A la hora de conducir, los coches de hidrógeno y los eléctricos no se distinguen en absolutamente nada. Cuando sí cambia la cosa es en el momento de repostar.
Repostaje y carga rápida
Para Bernuy-López, una de las ventajas del hidrógeno es que el repostaje se realiza de manera clásica, enchufando una manguera de hidrógeno, como hacemos actualmente con el diésel o la gasolina. En cambio, los eléctricos tendremos que enchufarlos a la corriente eléctrica.
Asimismo, con los coches de hidrógeno se obtiene una carga mucho más rápida que con un coche eléctrico. Ponemos un ejemplo práctico. El Hyundai Nexo (hidrógeno) necesita apenas cinco minutos para llenar su depósito y ofrecer 666 kilómetros de autonomía; una cifra brutal en comparación con los 125 kilómetros de autonomía que lograría un Tesla al cargarse cinco minutos en un Supercharger V3 con 250 kW de potencia máxima.
Cabe recalcar que en todos los coches de hidrógeno se reposta con tal celeridad, mientras que en el caso de los eléctricos Tesla es quien consigue mejores cifras, pues sus competidores tardan bastante más y logran autonomías menores.
El problema de las infraestructuras
Pese a que los de hidrógeno ganan por goleada en velocidad de carga a los eléctricos, para Bernuy-López el verdadero problema reside en la falta de infraestructuras. Las llamadas hidrogeneras, así se denomina a los espacios habilitados para cargar coches de hidrógeno, brillan por su ausencia.
Según H2.Live, un sitio web en el que podemos ver todas las hidrogeneras, en toda Europa solo hay 119 estaciones de este tipo en funcionamiento, de las cuales 83 se encuentran en Alemania, mientras que en España aún no hay ni una en activo (solo dos en proceso de construcción).
Resulta curiosa dicha disparidad en territorio europeo, pues Alemania acumula el 70 % de las hidrogeneras de toda Europa. Y no es ninguna casualidad, pues el gobierno alemán se propuso que cualquier ciudadano tuviera una hidrogenera a menos de 100 kilómetros de su casa.
Cabe esperar que hasta que no haya una infraestructura robusta a nivel europeo, la tecnología del hidrógeno no prosperará. Básicamente porque, según Bernuy-López, su instalación en hogares es algo demasiado complejo, mientras que con los eléctricos sí es posible crear un punto de carga en una vivienda de una forma mucho más sencilla. "En ese punto, no se puede competir con los eléctricos".
Cargar un coche de hidrógeno es caro
Pese a que llenar el depósito de un coche de hidrógeno lleva apenas cinco minutos, el coste es similar al de llenar un depósito de gasolina. Si tomamos como ejemplo el Hyundai Nexo y su depósito de 11 kilos, costaría aproximadamente 70 euros ocupar completamente su depósito de hidrógeno. Por ende, cargar un coche eléctrico es bastante más económico en estos momentos.
Bernuy-López nos explica que esto se debe al precio inflado del hidrógeno, que está entorno a los 11 euros el kilo. Eso sí, añade que se espera que para finales de 2030 el precio del hidrógeno sea de unos dos euros el kilogramo, momento en el que sería más asequible repostar. ¿Por qué es tan caro ahora?
Este científico español asegura que el alto precio del hidrógeno está íntimamente ligado a las eléctricas. "Si se extiende el hidrógeno, las empresas de electricidad perderían mucha cuota", por lo que entraríamos en un círculo en el que el desarrollo de la tecnología de hidrógeno dependería de multitud de intereses económicos y gubernamentales.
Además, si baja el precio de la electricidad o ésta puede conseguirse de manera gratuita mediante el uso de energías renovables, también bajará el del hidrógeno, pues ésta es necesaria para el proceso de electrólisis. Por ese motivo, Bernuy-López apuesta por "usar el exceso de electricidad para producir hidrógeno más barato".
Teniendo en cuenta el elevado precio de repostar un vehículo de hidrógeno, Bernuy-López cree que es una tecnología más útil en estos momentos que la eléctrica para camiones, trenes, flotas y otros vehículos que realicen grandes distancias de manera habitual, pues podrán recorrer muchos kilómetros con una carga de entre tres y cinco minutos. De ahí la estrategia alemana de instalar tantas hidrogeneras.
Tampoco olvidemos que los precios de los coches de hidrógeno, al menos por ahora, están muy por encima que los de los coches eléctricos, pues ya hay modelos de estos últimos por 20.000 euros. La razón es que el hidrógeno es una tecnología que aún no se ha masificado y que recibe una inversión mucho menor.
"Pido neutralidad tecnológica"
Bernuy-López insiste en que se está despreciando injustamente la tecnología de hidrógeno desde los propios gobiernos e instituciones. Éste pide "neutralidad tecnológica", pues a los coches eléctricos se les está dando un trato de favor desde hace 15 años, mientras que el hidrógeno ha quedado un poco en el olvido.
El químico español no ve lógico que se estén primando unas tecnologías sobre otras. "Si se desarrollan planes a nivel gubernamental de baterías para coches eléctricos, también debería haber de hidrógeno. Y si se invierten 100 millones de euros en una tecnología, lo justo sería que también se hiciese en la otra. Es una pena, porque el hidrógeno es una tecnología que podría ayudarnos con muchos de los retos que tenemos por delante", refiriéndose a su obvia sostenibilidad.
Bernuy-López recalca que esa neutralidad tecnológica y un apoyo razonable al hidrógeno serán fundamentales para su futuro. Nos pone como ejemplo naciones como Alemania, Holanda y los países nórdicos, donde están invirtiendo bastante dinero no solo en los eléctricos, sino también en el hidrógeno. Parece que en el sur de Europa tendremos que espabilarnos, pues los del norte nos llevan décadas de ventaja en estas cuestiones.