El lanzamiento de astronautas a la Estación Espacial Internacional parece un 'juego de niños' comparado con realizar un viaje a Marte. Para lo primero ya hemos visto que las naves de Elon Musk son muy válidas a la par que seguras, pero para lo segundo todavía quedan muchos aspectos a los que la humanidad se tiene que enfrentar.
Bien, una vez llegamos a Marte, ¿qué hacemos? La mera existencia en el planeta extraterrestre es aún hoy una de las incógnitas sobre las que no se ha hablado mucho. Incluso algo tan necesario como el retrete sigue siendo un desafío para los ingenieros de la NASA. A finales de este año llegará un nuevo modelo especialmente diseñado para trayectos de mayor duración pensando en los futuros viajes interplanetarios a Marte. El tema es realmente importante porque los deshechos humanos están plagados de bacterias que no se pueden abandonar en un planeta con un ecosistema propio.
Todo viene a raíz de los deseos del CEO de SpaceX de montar una colonia de un millón de personas. Y lo quiere conseguir en poco más de 20 años tras el lanzamiento del primer cohete rumbo Marte. Como primera aproximación y alternativa eventual pretende emplear la propia nave Starship como vivienda. Algo incompatible con una colonia estable que debe establecer un constante tráfico aeroespacial con la Tierra.
Se abre entonces un abanico de posibilidades para la creación de una arquitectura notablemente diferente a la terrícola. Primero por las extremas condiciones climáticas del 'planeta rojo' y segundo por el estratosférico coste de llevar material de construcción hasta allí.
¿Imprimir casas en Marte?
Si hay algún lugar de la Tierra que se puede parecer mínimamente a Marte es el desierto de Dubái. Las también condiciones climáticas extremas hacen de este ecosistema ambiental un lugar perfecto para probar infraestructuras que potencialmente puedan construirse luego en Marte.
El proyecto dio el pistoletazo de salida en 2017 cuando se comenzó a plantear la construcción de una ciudad en mitad del desierto que sirviera de referencia. Los más de 176.000 metros cuadrados de terrero desértico cedido y los 135 millones de euros deberían emplearse en la construcción de la Mars Science City, como así se ha llamado.
Uno de los estudios de arquitectura elegidos para la misión fue el sueco Bjarke Ingels Group que, al igual que su compatriota Ikea, tiene una particular visión de cómo será allí la vida. Su propuesta pasa por la construcción de cúpulas interconectadas en las que se dispondrán todas las instalaciones necesarias: laboratorios, museos, jardines, centros técnicos, plantaciones... Cada una de ellas estará presurizada y protegida con una membrana de polietileno, según recogen en la CNN. En cuanto al oxígeno, se generará aplicando corriente eléctrica al hielo que se encuentra bajo la superficie.
La reutilización del agua y la protección de los habitantes de la radiación -debido a la fina atmósfera que tiene el planeta- son dos de los puntos fundamentales del proyecto. Para la segunda, se han diseñado unas habitaciones bajo tierra con el fin de proteger a los habitantes. Además, el transporte de materiales en bruto desde la Tierra parece no ser lo elegido por el estudio de arquitectura que apuesta por realizar las construcciones con impresoras 3D empleando el polvo de la superficie marciana. Para las pruebas en Dubái se empleará, si todo marcha según lo previsto, la arena del desierto.
La gravedad en Marte es un tercio de la terrícola, lo que permite la construcción de estructuras mucho más esbeltas a la vez que económicas. El escenario perfecto para emplear la impresión en 3D. Por el momento no hay fecha de construcción de la ciudad pero sí para la construcción de la ciudad en Marte, que se espera que esté lista en 2117, 100 años después del inicio del proyecto.
Los otros 'Marte' en la Tierra
No solo el desierto dubaití es el escenario perfecto para replicar las condiciones de Marte. Sin salirnos de España, tenemos a la isla canaria de Lanzarote como uno de los centros de investigación de la Agencia Espacial Europea (ESA) para probar material y herramientas que irán a Marte y a la Luna.
En 2017 y como parte del programa Pangea, la ESA empleó el suelo volcánico de Lanzarote como campo de pruebas para instruir a sus técnicos en geología planetaria. Conocimientos que luego podrán aplicar en la construcción de los vehículos no tripulados rover para la exploración de la superficie de Marte. Para este cometido también se ha empleado en alguna ocasión el desierto del Sahara.
Por su parte, la NASA tiene su centro de pruebas en el desierto californiano de Mojave. Donde también se han entrenado los vehículos de exploración rover que luego han pisado suelo marciano.