El mercado de las pulseras inteligentes es tan amplio que cuesta incluso seguir el ritmo de los nuevos modelos. Presentación tras presentación, las marcas chinas son las que acaparan más atención en España gracias a la excelente relación prestaciones-precio de sus productos.
Estas smartbands se han convertido en protagonistas de las muñecas de millones de personas de todo el mundo. Y cada vez más. El segmento wearable es uno de los que más alegrías está dando a las compañías como factor diferenciador respecto a los smartphones, que encadenan años de un relativo estancamiento o incluso de descenso de unidades vendidas.
Con el objetivo de que no se quede una muñeca sin su pulsera inteligente, la Realme Band llega a las estanterías españolas por 20 euros donde otras gigantes como Xiaomi llevan ofreciendo productos similares mucho tiempo. Un mercado que ha ido madurando al tiempo que van entrando nuevos actores como Honor o Huawei, que también tienen propuestas similares.
Pulsera 'todoterreno'
Lo mejor de tener una de estas pulseras es que nos despreocupamos. Son dispositivos muy robustos con pantallas poco delicadas y que prácticamente aguantan lo que le eches. A diferencia de los smartwatches como el Apple Watch, las smartbands se pueden permitir el lujo de no tener pantallas táctiles delicadas o botonera física.
Porque lo simple suele ser, en la mayoría de ocasiones, uno de los mejores puntos a favor de cualquier dispositivos tecnológico. Por no tener complicaciones, la Realme Band ha abandonado hasta el cargador. Esta es una de las cosas que más sorprenden cuando nos disponemos a rebuscar el cargador en la pequeña caja de la pulsera inteligente sin éxito alguno.
Algo que, en un principio, me pareció algo 'cutre' pero que poco después reconocí la utilidad. Porque la Realme Band se carga desde uno de los extremos que queda protegido por la correa de silicona. El extremo superior es ni más ni menos que un puerto USB tipo A que se puede conectar en todos los cargadores de smartphone que existen en la actualidad o en casi cualquier ordenador.
La Realme Band tiene una discreta pantalla con panel TFT a color de 0,96 pulgadas y una resolución de 160 x 80 píxeles. El panel es una de las cosas en las que pierde respecto a la competencia más directa, como la Xiaomi Mi Smart Band 4. La calidad es buena y los colores también, pero la visibilidad en el exterior no es tan buena ni beneficiará a la batería el uso del negro de fondo, como sí ocurre en los paneles OLED.
No sabemos si debido a esto último, o a que los 90 mAh de la batería se quedan algo cortos, rascamos tan solo 5 o 6 días de autonomía con notificaciones activadas -de las que más tarde hablaré- y registro de frecuencia cardiaca cada 5 minutos -el mínimo que permite-. Comparado con la autonomía de cualquier smartwatch nos puede parecer más que de sobra pero está lejos de la duración media de las otras smartbands que, con un nivel similar de opciones activadas, no arrojan menos de 12 o 15 días.
En los puntos fuertes tenemos la delgadez de la pulsera y sus escasos 20 gramos de peso. En poco tiempo nos vamos a olvidar que la llevamos puesta y a penas sobresale de la muñeca por lo que tampoco nos molestará para realizar las tareas diarias. Muy importante la parte que va pegada a la muñeca pues es ahí donde se emplaza el sensor de ritmo cardíaco con el ya tradicional destello verde.
Otro de sus puntos fuertes es que sí cuenta con una certificación IP68 que garantiza la estanqueidad para poder bañarnos con ella o fregar los platos sin que peligre el funcionamiento. Otras marcas no se atreven a pasar certificaciones de resistencia y tan solo anuncian sus pulseras inteligentes como resistentes a salpicaduras, pero sin dejar muy claro qué resistirá y qué no.
Software que cumple
Pasamos al apartado del software donde la versión española de la Realme Band también satisface nuestras necesidades. Tenemos monitorización para cuando hacemos yoga, correr, caminar, senderismo, escalada, ciclismo, spinning, fitness y cricket. El problema es que solo podemos elegir 3 ejercicios para que salgan en la pulsera. De esta forma, si practicamos cuatro de ellos tendremos que entrar habitualmente en la aplicación para smartphone y cambiar la configuración.
Desde nuestro punto de vista, no es nada práctico y entendemos que Realme lo ha solucionado así para que el menú del interior de la pulsera no se haga demasiado largo. Esto último puede deberse a que solo dispone de un único botón virtual y no de gestos, como sí pasa en otras pulseras. Con cada pulsación sobre el botón pasamos a la siguiente pantalla o función y deberemos dejarlo pulsado si queremos entrar dentro de cada una para ampliar información o arrancar la medición de un ejercicio. El manejo es sencillo y rápido pero sí echamos de menos algo más intuitivo.
Por contra, la gestión de notificaciones es muy buena y las podremos leer en cualquier momento. En ningún momento hemos dejado de recibir las notificaciones y la intensidad de la vibración es la correcta para darnos cuenta de que algo nos está entrando.
Para sacarle todo el provecho, debemos instalar una aplicación en nuestro smartphone. Si tenemos uno con sistema operativo Android estamos de enhorabuena, pues la aplicación está, pero si tenemos un iPhone en el bolsillo tendremos que deshacernos de la idea de comprar la Realme Band. Una decisión extraña que esperamos que cambie pronto.
Dentro de la app, encontramos una pantalla principal donde ver las estadísticas de pasos realizados, las horas que hemos dormido, el historial de la frecuencia cardiaca y los registros de los ejercicios realizados. También hay otro apartado dedicado a la configuración de la propia pulsera en el que podremos cambiar entre tipos de reloj, administrar las notificaciones, activar alarmas o configurar la cadencia de mediciones de ritmo cardíaco.
El mismo espacio se comparte con la función cambiar la pantalla principal de la pulsera teniendo a nuestra disposición tan solo 5 modelos muy simples. En este apartado echamos de menos la 'tienda' de tipos de reloj que tiene la Mi Band 4 de Xiaomi.
Tu primera pulsera inteligente
Si nunca hemos tenido una pulsera inteligente y queremos dar el salto a este tipo de wearable, esta Realme Band puede ser una excelente aproximación. No falla en nada y, por un precio de 20 euros, encontraremos algunas alternativas parecidas pero me aventuro a decir que no iguales (salvo que compremos en China).
La pulsera cumple sobradamente también como un pequeño centro de notificaciones y despertador. ¿Lo peor? Diría que la pantalla está detrás de la competencia y el software que corre en la pulsera podría a haberse planteado de otra manera y la pantalla que echamos de menos un panel con algo más de resolución.