Lo que parecía un gran paso en la discreta carrera espacial de España, se ha convertido en una pesadilla para toda la industria. Con una dramática noticia: el cohete Vega de Arianespace que llevaba al satélite español SEOTSAT Ingenio se desvió a los 8 minutos de vuelo, acabando de un plumazo con un esfuerzo de 8 años a causa de una serie de errores humanos.
El Ingenio ha costado 200 millones de euros, fue tramitado a través del Centro Español de Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), dependiente del Ministerio de Ciencia e Innovación, con el objetivo de crear un satélite 100% español capaz de proveer de información útil a operadores civiles. Consiguió reunir a un total de 10 empresas en el que ha sido definido como el más importante hecho en España.
Para el lanzamiento, se recurrió a Arianespace, compañía francesa, como uno de los referentes europeos en la puesta en órbita de satélites gracias a su amplia experiencia trabajando con agencias como la Espacial Europea. Arianespace emplea para este cometido sus cohetes Vega, que llevan transportando materiales al espacio desde la primera puesta en órbita en 2012.
Casi una década de lanzamientos que no han conseguido llevar a buen puerto el satélite español, ni a su compañero de viaje francés, el Taranis. Aunque lo más preocupante no es sólo que el Ingenio haya sido destruido por el Vega francés, sino que es la segunda vez que este cohete se estrella en menos de 16 meses.
Dos fallos
El del lanzamiento de Ingenio no es el primer fallo que sufre la compañía. El anterior, ocurrido hace poco más de un año, tuvo consecuencias similares arruinando la misión impulsada por el cohete Vega VV15. En aquella ocasión, el encargo vino de las Fuerzas Armadas de los Emiratos Árabes Unidos para llevar el satélite FalconEye1 al espacio y situarlo en la órbita correspondiente. Pero nada más lejos de la realidad.
El 11 de julio de 2019 y tras varios aplazamientos debido al mal tiempo, el FalconEye1 esperaba en la plataforma de lanzamiento de la Guayana Francesa a bordo de la cápsula de carga del cohete Vega 15. El plan era colocar al satélite a 611 kilómetros de altura en un vuelo con una duración estimada de 57 minutos. "Aproximadamente 2 minutos después del despegue de Vega y justo tras el encendido de la segunda etapa (Zefiro 23), se produjo una anomalía que terminó con la misión de forma prematura", según reportaron desde la propia Arianespace. De la segunda etapa que falló estaba encargada Avio Aero, una compañía italiana, que todavía hoy es la encargada de proveer los mismos componentes a los cohetes Vega.
El Zefiro 23 es también un motor muy experimentado con muchos lanzamientos a sus espaldas. El primer prototipo realizó el vuelo inaugural en 2006 y se ratificó en 2008 -con otro lanzamiento- pasando todas las garantías de calidad. Fue entonces elegido para impulsar la segunda etapa de los Vega.
El satélite, con fines puramente militares, se perdió y con él las aseguradoras tuvieron que desembolsar los seguros pertinentes. Un negocio que, hasta ese momento y según recogió Reuters, se encontraba a la baja ante la tasa de éxito altísima en lanzamientos de los últimos años. Las pérdidas estimadas que respondieron al fallo del Vega en 2019 ascendieron a 369 millones de euros, según la misma fuente.
Lo que nos conduce directamente al lanzamiento que llevaba el satélite de España. El Vega VV17 -hubo otra misión exitosa a bordo del Vega VV16 este septiembre pasado- no ha fallado en la segunda etapa fabricada por los italianos de Avio, sino que ha sido en la última parte de la fase de propulsión. A los 8 minutos, según ha indicado Arianespace, el cohete sufrió un cambio de trayectoria inesperada y se dio por finalizada la misión.
En esta última ocasión, la catástrofe se ha producido en el encendido de motores de la fase más superior; corresponidente con el módulo Avum, cuyo propulsor está fabricado por Yuzhnoye, una empresa ucraniana. Yuzhnoye lleva desde el primer momento trabajando con Arianespace en los Vega y, en otros lanzamientos, ha funcionado como se esperaba llevando a buena órbita la misión.
Las primeras pesquisas anunciadas por la compañía se han desmarcado del error técnico achacando el fallo a uno humano. Según los primeros datos, el fallo habría sido en la conexión de los cables del sistema de control. Como suele ocurrir en este tipo de situaciones, el fallo está siendo investigado en mayor profundidad por la propia Arianespace que utilizará la telemetría de a bordo para descubrir el origen de la desviación. Una investigación que puede dilatarse semanas o incluso meses.
A diferencia del satélite de Emiratos Árabes, el español no tenía un seguro que pudiera cubrir estas circunstancias. Algo que es más común de lo que nos podemos creer. Según un informe de Mapfre, tan solo el 60% de todos los satélites lanzados en 2017 estaban asegurados. El coste total de Ingenio se ha estimado en 200 millones de euros, una cantidad más que respetable por la que no se firmó ningún tipo de póliza de seguros.
Cómo son los Vega
Los cohetes Vega están formados por un total de 4 etapas a las que hay que añadir una cápsula de carga. Según los datos de Arianespace, el cohete y la cápsula son capaces de transportar hasta 1.500 kilogramos a una altura máxima de 700 kilómetros respecto a la superficie terrestre.
La cápsula tiene un diámetro de poco más de dos metros y medio con una altura de 7,8 metros. Las primeras tres etapas del cohete se componen de sendos motores de combustible sólido y corresponden la mayor parte de la estructura con 22 metros de largo una vez acoplados uno encima del otro. El primero en encenderse es el P80 cuyo desarrollo contempla un sistema capaz de dirigir al cohete. El segundo es el Zefiro 23 -el que falló en el Vega VV15- y, por último, el Zefiro 9.
El sistema de propulsión se complementa con el Avum -el que parece haber fallado en el lanzamiento de Ingenio-, pero esta vez emplea combustible líquido. El Avum se compone de una primera parte que recoge los componentes de aviónica para el manejo y gestión del cohete y una segunda fase con el motor fabricado por la ucraniana Yuzhnoye.
Carrera espacial española
El Programa Nacional de Observación de la Tierra por Satélite (PNOTS) se dio a conocer a la opinión pública en julio del año 2007 con el fin último de poner en órbita dos satélites de observación de la superficie terrestre. El trabajo conjunto del Ministerio de Defensa y del Ministerio de Industria tenía como fin disponer de un sistema dual que permitiera emplear los satélites para fines militares y civiles.
De esta forma, y como avanzadilla de PNOTS, se puso en órbita en febrero de 2018 el PAZ, un satélite radar enfocado en los servicios de búsqueda y salvamento (SAR). Unos seis meses después del lanzamiento, el PAZ entró en funcionamiento y actualmente se encuentra operativo a una órbita de 514 kilómetros sobre la Tierra.
El satélite PAZ, por su parte, fue el primer impulso tecnológico de PNOTS a través de ambos Ministerios. Pero diferencia de Ingenio, para el PAZ se contrató a SpaceX para la fase de lanzamiento. La compañía de Elon Musk trasladó sin mayores complicaciones al satélite a bordo de un Falcon 9 colocándolo en una órbita a 510 kilómetros de altura.
El PAZ tiene como objetivo la vigilancia costera y de las fronteras españolas, con unas especificaciones que logran una resolución de hasta 25 centímetros en un terreno amplio. El coste, aunque no se reveló en su día la cifra final, sí se informó de que no habría sobrepasado el presupuesto de 160 millones, factura a SpaceX incluida.
La segunda parte del programa PNOTS es SEOSAT (Spanish Earth Observation Satellite o Satélite de Observación de la Tierra Español), también conocido como Ingenio. Cuya misión habría sido la de capturar fotografías desde una órbita a 670 kilómetros de altura.
Según la órbita que había sido estudiada y calculada, podría haber recogido información de parte de Iberoamérica, norte de África y Europa con fines tan dispares como la cartografía, ordenación del suelo, vigilancia costera, gestión de recursos hídricos, monitoreo agrícola, agricultura de precisión, control medioambiental y gestión de crisis en catástrofes; además de aportar su granito de arena en el programa Copernicus de la ESA. En parte, gracias a su excelente resolución de 2,5 metros y a un periodo de 14 vueltas a la Tierra cada día.