El servicio de Internet por satélite Starlink ya se puede pedir en España, no con poca polémica; la idea de poner miles de pequeños satélites en órbita ha recibido críticas de todo tipo, pese al gran potencial que puede suponer para conectar zonas que aún no tienen Internet.
En repetidas ocasiones, Elon Musk ha quitado importancia a los posibles problemas que supone tener tantos objetos artificiales orbitando la Tierra; desde el peligro de impactar con otros satélites, a cómo sus cuerpos metálicos reflejan la luz y destrozan fotografías del espacio.
Otro posible problema está en la cantidad de basura espacial que pueden generar tantos lanzamientos. Aunque es cierto que SpaceX tiene la solución perfecta: reutilizar los cohetes haciéndolos aterrizar después de una misión, a diferencia de antes que terminaban quemándose en la atmósfera.
SpaceX provoca un espectáculo
Pero eso no significa que esa estrategia no pueda fallar, y así ocurrió el pasado 4 de marzo, cuando la segunda etapa del cohete Falcon 9 que transportaba nuevos satélites de Starlink sufrió un fallo.
Afortunadamente, este error se produjo cuando ya había hecho su trabajo, y sólo le quedaba entrar en órbita de manera controlada para descomponerse poco a poco con el rozamiento contra la atmósfera. Eso no ocurrió, y desde entonces astrónomos y expertos llevan tres semanas esperando al momento en el que, inevitablemente, el cohete cayese a la atmósfera.
Aparentemente, eso ocurrió la pasada noche; aunque SpaceX no lo ha confirmado oficialmente, testigos en Seattle, Estados Unidos, pudieron grabar un auténtico espectáculo de luces en el cielo que concuerda con un cohete desintegrándose en la atmósfera.
A simple vista, puede parecer que se trata de un escenario apocalíptico, con una multitud de objetos brillantes surcando el cielo; parecen estrellas fugaces, pero más grandes de lo habitual. Los vídeos grabados y compartidos por los internautas así lo muestran.
Sin peligro
El astrònomo Jonathan McDowell confirmó en Twitter las sospechas: los avistamientos encajan perfectamente con la trayectoria calculada. En total, las piezas del cohete pasaron 22 días en órbita, bajando poco a poco hasta que finalmente, perdieron la integridad estructural y se deshicieron en millones de pedazos. Estos se incendiaron en la reentrada, y de ahí las llamativas luces que despertaron a los estadounidenses.
Pese a que en los vídeos parezcan cercanas, en realidad las piezas nunca supusieron un peligro; se desintegraron a una altura de 60 kilómetros, mucho más que los 12 kilómetros de los vuelos comerciales.
En realidad, ya era posible predecir que el cohete iba a realizar la reentrada el día de hoy, pero la gran duda era la hora exacta; había un margen de error de cinco horas, suficiente para que el cohete diese otra vuelta a la Tierra. Esa es la razón por la que ha sido una cierta sorpresa que la reentrada se haya producido en una zona con población.
Aunque sea tan espectacular, en realidad este tipo de reentradas son relativamente comunes. El propio McDowell explica que esta es la 14ª pieza de ‘basura espacial’ con una masa de más de una tonelada que cae a la Tierra desde el 1 de enero; a lo que hay que sumar las piezas más pequeñas que pasan completamente desapercibidas.
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