Las armas invisibles que se usan contra personas: de dolores de cabeza a matarte en segundos
La radiación dirigida un una de las armas invisibles más potentes que ya están empleando algunos gobiernos contra personal de embajadas y en el campo de batalla.
2 octubre, 2021 03:14Noticias relacionadas
Los dolores de cabeza, las naúseas, la somnolencia, los problemas de visión y el malestar general se han convertido en los síntomas más populares de algunas de las embajadas que Estados Unidos y Canadá tienen repartidas por todo el mundo. Que se sepa, las dos delegaciones diplomáticas en España se encuentran fuera del grupo afectado, pero se ha llegado hasta el extremo de causar secuelas permamentes a algunos trabajadores que ven cómo algo a priori desconocido e invisible perjudica gravemente su salud.
Esto no es algo realmente nuevo. Entre el personal que trabaja en las embajadas -que incluye a los espías- se conoce como síndrome de La Habana, haciendo referencia a la capital cubana donde primero se experimentaron los síntomas en 2016. Las decenas de informes médicos y científicos que se han llevado a cabo en estos últimos 5 años apuntan al empleo de armas de radiación dirigida, capaces de impactar contra personas o edificios y que serían las causantes de los problemas de salud.
Uno de los últimos estudios se publicó el año pasado tras las pesquisas llevadas a cabo por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos. "La energía de radiofrecuencia pulsada y dirigida parece ser la explicación más plausible", según se puede leer en el informe. "Aunque no descartan otros posibles mecanismos [...] que expliquen las diferencias entre los casos".
Por el momento, Estados Unidos poco tiene que hacer salvo examinar al milímetro el interior de sus instalaciones y alrededores en busca de algún tipo de arma o antena capaz de dirigir radiación. Pero no parece dar sus frutos. Hace un mes, cuando la vicepresidenta Kamala Harris estaba a punto de despegar rumbo a Vietnam, dos casos del síndrome de La Habana aparecieron en la embajada de Hanoi y la visita se tuvo que retrasar un día.
Radiación dirigida
Los efectos de la radiación sobre el ser humano componen una de las materias científicas más estudiadas en la actualidad con aplicaciones tan diversas que van desde el sector sanitario (radioterapia, radiografías...) hasta la ingeniería civil para el auscultamiento de infraestructuras. Pero hay una faceta militar y armamentística más deconocida.
Si, por ejemplo, se emite un pulso de radiación ultravioleta contra una persona se puede quemar la parte externa de la piel en cuestión de segundos dependiendo de la potencia. U otro en el espectro de las microondas, las que se usan todos los días para calentar comida, a una potencia lo suficientemente alta se puede calentar el cuerpo de una persona hasta matarlo.
"Es posible que en la longitud de onda justa, un rayo electromagnético pueda proyectarse sobre cientos de yardas [o metros] para crear los síntomas observados en los incidentes del síndrome de La Habana", según recoge Iain Boyd, profesor de ciencias de ingeniería aeroespacial en la Universidad de Colorado Boulder. "Si este es el caso, es probable que estos rayos estén interfiriendo con las funciones eléctricas del cerebro y del sistema nervioso central", prosigue.
El efecto Frey, que se produce cuando una persona es alcanzada por microondas, es capaz de activar los sensores auditivos del cerebro, lo que coincidiría con algunos de los síntomas reportados por el personal de las embajadas. O algunos estudios que apuntan a que esas mismas microondas son capaces de afectar al sistema nervioso central y provocar "disminución del tiempo de respuesta, disfunción social y ansiedad".
Además de Cuba y Vietnam, se han reportado casos similares en las delegaciones diplomáticas de Rusia, China, Alemania y Austria, esta última este mismo año. Cómo se llevan a cabo estos supuestos ataques es todavía un misterio pues no se ha logrado encontrar una fuente de la radiación, aunque Estados Unidos sabe mucho de las tecnologías capaces de generar radiación dirigida. Tanto que ya las usa.
Puede matar
"La piel humana está compuesta principalmente de agua, que absorbe fuertemente la radiación de los 95 GHz de frecuencia", así arranca uno de los puntos de un informe del Air Force Research Laboratory publicado hace unas semanas. En él se detallan las posibles aplicaciones de una Energía Directa (o radiación dirigida) en el campo de batalla y en otros escenario no bélicos así como los efectos sobre el cuerpo humano.
"La gente [que lo ha sufrido] ha descrito que el efecto físico de esta Energía Directa es como enfrentarse a un fuego. Este efecto espectralmente preciso se puede plantear [...] para crear un campo de fuerza capaz de repeler las multitudes alrededir de una embajada, una base militar, un puerto u otra ubicación de alto valor", prosigue el mismo informe.
Un escudo invisible que se genera a partir de dispositivos compuestos de una antena capaz de emitir un haz de radiación electromagnética a quien pretenda pasar a una zona protegida sin autorización. Esta tecnología no supone realmente nada nuevo para Estados Unidos, que lleva con el Active Denial System, como así se llama, desplegado en Afganistán desde el 2010.
Que se sepa oficialmente, el ejército del país norteamericano no lo ha utilizado en el campo de batalla, pero cuerpos de seguridad como el Departamento de Sheriff de Los Ángeles (California) anunció que comenzaría a utilizarlo.
"Tuve la oportunidad de ser atacado por uno de estos sistemas", explica Iain Boyd. "Me detuve aproximadamente a media milla [800 metros] de la fuente y el haz estaba encendido. La parte de mi cuerpo expuesta se calentó muy rápido e inmediatamente salí del haz. La sensación era como si alguien acabara de abrir la puerta de un gran horno a mi lado".
De provocar un dolor de cabeza o un malestar más o menos intenso a calentar casi instantáneamente un cuerpo humano hay una distancia considerable. Pero las microondas todavía pueden llegar a más.
La radiación de microondas que es capaz de calentar la comida basa su principio en la agitación de las moléculas polares como el agua, consiguiendo incrementar notablemente la temperatura en muy pocos segundos. Esta aplicación tan cotidiana es similar a cómo trabajan los sistemas de radiación dirigida, pero estos últimos a una escala mucho mayor de potencia y aplicándola en la frecuencia justa.
El cuerpo humano está principalmente compuesto de agua siendo el cerebro uno de los puntos más sensibles con una ventana de temperaturas muy poco flexible. Si un humano se expone a una radiación de microondas lo suficientemente potente y durante un tiempo determinado, la temperatura del cerebro aumentará súbitamente perdiendo la inconsciencia primero y provocando la muerte muy poco después.