Con la orden de Vladímir Putin de atacar Ucrania, las fuerzas armadas terrestres y de Rusia se han convertido en la primera línea de ataque en una acción coordinada con la aviación militar del país. Mientras los más altos representares políticos de España reaccionaban en las redes sociales, las columnas de carros de combate pisaban suelo ucraniano desatando una de las mayores crisis de la historia europea reciente.
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Estos vehículos blindados son una de las armas preferidas por el Ministerio de Defensa de Rusia que cuenta con una de las mayores flotas del mundo. Según Global Fire Power, los rusos disponen de aproximadamente 12.420 tanques —sin descontar los inactivos— entre los que se encuentran las diferentes versiones de T-90, el buque insignia de sus tropas que hace días ya se apostaban en la frontera ucraniana.
El T-90 es el primer modelo de carro de combate desarrollado en la era postsoviética y actualmente se encuentra inmerso en un programa de renovación tecnológica para medirse con sus homólogos europeos y norteamericanos. Tal y como indican algunas estimaciones, Rusia tiene alrededor de 370 unidades de T-90 en activo y 200 en la reserva, aunque solo una parte habrían pasado el proceso de modernización.
La joya rusa
El carro de combate T-90 nace a principios de los 90 como respuesta a la necesidad de una renovación de los vetustos vehículos soviéticos. Una evolución necesaria con el fin de recolocar a Rusia en el mapa de las grandes potencias militares tras la desintegración de la Unión.
Para ello, en lugar de diseñar, desarrollar y fabricar desde cero una nueva plataforma, emplearon tecnología existente de los carros T-72B y T-80U. Ambos vehículos conformaban entonces —y todavía ahora— el grueso de la flota terrestre rusa. Del T-72B utilizaron el chasis mientras que el T-80U fue el encargado de donar la torreta de armamento y el sistema de control de tiro.
Una hibridación que resultó ser un éxito de ventas fuera de Rusia con clientes como Argelia, India o Irak con centenares de unidades exportadas. Sobre esta plataforma Rusia ha ido desarrollando variantes y submodelos con el fin de mantener su carro actualizado. Hasta llegar al T-90 M en 2017.
Este modelo se ha consagrado como el último de una saga con clara herencia soviética y también como plataforma de pruebas de la tecnología del futuro. Mucho del equipamiento del T-90M está presente en el relevo generacional (el T-14 Armata) que Rusia comenzó a fabricar en 2020, pero los 8 millones de dólares que cuesta cada unidad están retrasando la entrega.
El T-90M ha mejorado su protección con blindaje reactivo que mejora la protección contra algunos tipos de munición como los proyectiles perforadores. También han incluido faldones de goma laterales y algunas áreas del carro están protegidas por una armadura especialmente diseñada para resistir municiones antitanques.
El arma principal se compone de un cañón que emplea munición de 125 milímetros, al igual que los otros tanques rusos equivalentes, con capacidad para lanzar proyectiles perforadores (APFSDS), de alto explosivo (HE) y HE fragmentario con efectividad antitanque.
Para gestionar los ataques y disparos, el T-90M dispone de un sistema de identificación de objetivos con visión nocturna que comanda automáticamente la torreta. De esta forma, el cañón se rota hacia el objetivo marcado sin intervención humana y es finalmente el artillero el encargado de afinar y disparar.
En cuanto a las contramedidas, el tanque tiene un sensor para saber cuándo está siendo detectado por un rayo láser y así lanzar granadas de humo automáticamente. Reduciendo de forma considerable la probabilidad de ser alcanzado por un misil guiado, según recoge Military Today.
El resto de especificaciones se completan con un motor diésel que desarrolla 1.000 caballos de potencia y que se acompaña de un sistema auxiliar de energía para cuando el vehículo no está en marcha. Consigue alcanzar 60 kilómetros por hora y obtiene una autonomía de 550 kilómetros.
El despliegue de T-90 se completa con los más antiguos T-72 que llevan operativos desde principios de los años 70 y T-80 que hicieron lo propio en la última parte de esa década. Se estima que Rusia tiene en activo alrededor de 2.000 unidades de T-72 más 7.000 en la reserva y 450 T-80 y 4.000 en la reserva.
Relevo generacional
Pero sin duda la promesa a medio plazo de Rusia está protagonizada por los T-14 Armata. Este carro de combate comenzó a desarrollarse en el 2011 como una plataforma totalmente nueva y desprovista de cualquier elemento de la era soviética. El programa arrancó tras la cancelación del T-95 cuyo propósito era relevar a la anterior generación y tuvo su primera muestra en público en 2015.
No fue hasta 2018 cuando el Ministerio de Defensa de Rusia anunció la compra en firme de 100 unidades que, presumiblemente, iban a llegar durante ese mismo año. Algo que finalmente no ocurrió debido a varios problemas técnicos relacionados con componentes críticos para el carro de combate. Hasta hoy y según algunos reportes, Rusia tendría 20 unidades de T-14 Armata, aunque ninguna de ellas habría entrado en servicio.
Se espera que una vez operativos vayan reemplazando paulatinamente a los T-72, T-80 y T-90. De hecho, el T-90M es la plataforma donde el ejército ruso está probando parte de las novedades que luego se verán en el T-14. Una de las diferencias es el nuevo blindaje basado en el acero y en materiales cerámicos y compuestos que se añade a un sistema de armadura activa.
Otro cambio es una nueva torre de armas estabilizada eléctricamente que mejora considerablemente a los sistemas hidráulicos que emplean los modelos anteriores. También han mejorado el cañón —aunque sigue siendo de 125 milímetros— y ahora los proyectiles son capaces de llegar a 5 kilómetros de distancia y alcanzar a objetivos aéreos como helicópteros.
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