Si Vladímir Putin creía que la invasión iba a ser un paseo para sus tropas, estaba totalmente equivocado. A la resistencia de Ucrania se suman los últimos acuerdos de países como España en el envío de material militar de ataque, lo que incrementará todavía más la dificultad. En este escenario tan cambiante, las necesidades operativas del Kremlin para rebalancear la guerra se están reflejando en el movimiento de aeronaves Antonov An-2 con tecnología de los años 40.
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Los An-2 es una de las aeronaves que más tiempo ha estado en producción del mundo desde que levantó por primer vez el vuelo en 1947 y cerró su fabricación en 2001. Sus versiones militares —cuyas unidades fabricadas se cuentan por miles— fueron tan claves en la fuerza aérea soviética como lo son ahora en la rusa. Además, el modelo es fruto del mismo fabricante que el Antonov An-225 que recientemente ha sido destruido en la contienda.
"Rusia ha desplegado 42 biplanos An-2 en la base aérea de Seshcha", situada a 250 kilómetros de Kiev, según ha indicado en su análisis de inteligencia Maxar, una empresa privada de estudios de inteligencia e imágenes satelitales. "Es probable que los An-2 se hayan convertido en drones y podrían usarse como señuelos para simular formaciones de helicópteros o drones para sacar las defensas aéreas de Ucrania", prosiguen.
Convertir aviones An-2 en drones no es algo realmente nuevo, tal y como indica Dylan Malyasov, de Defence Blog, quien apunta a la utilización de este sistema por parte de Azerbaiyán contra Armenia en 2020 en el conflicto Nagorno-Karabakh. También algunos reportes señalan que Rusia los utilizó días antes de la invasión de Ucrania como amenaza en la frontera, aunque por el momento no está claro si eran convertidos a drones o iban tripulados.
De avión a dron
La mayor baza del Antonov An-2 es su amplísima disponibilidad. Desde su creación, se convirtió en una de las aeronaves más fiables y sencillas de reparar del mundo con lo que las unidades operativas o fácilmente reparables son numerosas. Actualmente, su uso se enfoca en el entrenamiento de tripulaciones así como en los saltos de paracaidistas, tanto en el ámbito civil como militar.
Fácil de manipular técnicamente, con muy poca electrónica a bordo y una amplia disponibilidad son los ingredientes perfectos para convertir este modelo de avión en drones. Por el momento, a pesar del reporte de Maxar, la tecnología que puede aplicar Rusia a los Antonov An-2 no se ha desvelado, aunque todo apunta a un sistema tan rudimentario como efectivo similar al que realizó Azerbaiyán.
El sistema de aeronave no tripulada consistiría en el despegue tripulado como si se tratara de un avión convencional. El piloto empujaría entonces la palanca de gases para ganar velocidad y altura junto al resto de aeronaves del escuadrón. En la posición correcta y en el momento indicado, sujetaría los mandos con algún tipo de dispositivo —en Azerbayán utilizaron cinturones— y saltaría del avión, dejándolo a su suerte dirección a Ucrania.
Con este método, las tropas rusas conseguirían utilizar los Antonov como señuelos. La artillería de Ucrania derribaría estas aeronaves sin piloto y con escaso valor económico gastando munición para nada y, además, revelaría sus posiciones. El siguiente paso, de cumplirse este esquema, sería internar aeronaves de combate como cazas o bombarderos tras las líneas defensivas sin apenas resistencia.
La tesis del señuelo protagonizado por drones queda reforzada con los reportes que apuntan a la aparición de un avión de guerra electrónica desconocido que llegó a la base de Seshcha a mediados de febrero, según recogen desde The War Zone. Los Antonov An-2 podrían apoyar la incursión de un avión de guerra electrónica en la frontera de Ucrania sirviendo como parapeto o como señuelos mientras opera en otra zona.
El An-2 es un biplano con capacidad para transportar hasta 12 pasajeros más 2 tripulantes. Tiene una longitud de 12,4 metros, envergadura de 18 metros y un motor de 1.010 caballos de potencia alimentado por un depósito de 1.200 litros que le proporciona una velocidad de crucero de 190 km/h y una máxima de 258 km/h.
Poseer dos tandas de alas también le proporciona algunas características especiales que no están presentes en otras aeronaves. La principal es su capacidad para despegar y aterrizar desde pistas muy cortas y accidentadas. Algunos datos apuntan a que puede sostenerse en el aire con una velocidad poco superior a los 50 kilómetros por hora, muy inferior a la de otras aeronaves de pequeño tamaño o incluso avionetas.
Más allá del señuelo
El número de aplicaciones del Antonov An-2 en sus más de 70 años de historia tiende al infinito, casi tantas como variantes, subvariantes y modelos diferentes han salido de las factorías del fabricante y otras tantas modificaciones de sus usuarios. Pero, entre ellas, destacan algunas que pueden utilizarse en tiempos de guerra.
La aeronave, cuando se diseñó en los 40, se enfocó en la agricultura. Concretamente en las labores de fumigación de las amplísimas zonas de plantaciones que, de otra forma, se tenían que cubrir a mano. El ejército ruso podría emplear aviones con este sistema de fumigación para atacar con químicos a los ucranianos.
Gracias a que pueden volar muy lento y a muy baja cota, eran perfectos para este tipo de tareas que requieren de pericia por parte del piloto. Así como el lanzamiento de suministros o materiales a tropas amigas.
Con la invasión de Ucrania avanzando más lentamente de lo que a Putin le gustaría, el An-2 podría hacer uso de esas características y realizar vuelos a tan baja cota que sea prácticamente invisible a los radares enemigos. Y, de esta forma, poder atravesar la línea de vigilancia.