Si algo hemos aprendido en España sobre energía e industria, es que la transición energética hacia modelos más sostenibles pasa obligatoriamente por desarmar algunas de las grandes instalaciones industriales ya obsoletas en España para dar hueco a otras más modernas y avanzadas. Es el caso de Naturgy, que está llevando a cabo un desmantelamiento controlado de su central térmica en La Robla, León y acaba de llevar a cabo con éxito la voladura de sus torres de refrigeración.
Tal y como detalla la compañía, Naturgy ha realizado una voladura controlada de las torres de refrigeración de la central térmica Naturgy de la localidad leonesa de La Robla. Un proceso que ha llevado varias semanas de preparación para asegurar los estándares de seguridad necesarios y evitar que se produzca un impacto ambiental demasiado grande.
La voladura, que se ha recogido en vídeo, ha derribado unas torres que tenían una altura de aproximadamente 100 metros, con un diámetro de 73 metros en la base y un peso de 9.000 toneladas cada una. Conformaban una forma hiperboloide que representaba un volumen de unos 220.000 metros cúbicos.
Una voladura controlada
Esta voladura se ha realizado usando el proceso de fulminación. Los operarios realizaron ciertos cálculos de estabilidad, con trabajos de debilitamiento en la estructura para facilitarle el trabajo a las cargas explosivas. Estas han fragmentado los pilares de apoyo, haciendo que las construcciones perdieran su equilibrio y colapsaran por su propio peso.
La detonación ha provocado que el derrumbe durara unos 5 segundos, y se han usado un total de 182 kilos de dinamita. La ráfaga de disparo ha tenido una duración de 4.200 milisegundos, y se han usado detonadores electrónicos para monitorear la continuidad de la cadena pirotécnica hasta el momento propio del disparo. Todo ello se ha grabado en vídeo.
Naturgy pretendía que estas torres se desplomaran sobre su vertical, con un vuelco pequeño pero que no realizara un efecto de basculamiento. La idea era aunar hacia el lado del desplome todos los escombros, y minimizar el riesgo para los trabajadores, así como reducir el impacto ambiental y favorecer la economía circular mediante el uso de esta técnica de demolición.
No obstante, esta demolición iba a generar polvo de igual forma. Desde Naturgy afirman haber usado un sistema de cortinas de agua, dispuestas desde unas trincheras construidas en el suelo e impulsadas por un cordón detonante. De esta forma, la ráfaga del sistema de cortinas tendría lugar inmediatamente después del disparo de la detonación para evitar la generación excesiva de polvo.
Esta voladura, tal y como explica la compañía, se ha llevado a cabo no solo respetando las normativas vigentes, sino primando la sostenibilidad. Por ejemplo, antes de realizar la voladura, se ha comprobado que no hubiera nidos o guardias de animales o aves. Además, se han evacuado a las personas de la zona delimitada por el perímetro de seguridad establecido para la demolición, de 200 metros alrededor de las torres.
Aún con todo, esta demolición ha generado más de 156.000 toneladas de residuos, de las que 88.000 se reusarán para el rellenado de balsas de decantación, fosos y sótanos de las instalaciones para conseguir que la parcela se nivele. Otras 68.700 toneladas se expedirán para su valorización o eliminación.
La mitad del trabajo hecho
El proyecto de desmantelamiento de la central térmica La Robla data del año 2019, optándose en ese momento por una demolición selectiva para "rentabilizar en lo posible los materiales susceptibles de reciclaje y generar un menor impacto ambiental". Con esta voladura, se ha realizado un total del 50% de los trabajos programados para el desmantelamiento.
Además, Naturgy se unirá a Enagás para impulsar un proyecto que dará vida a la mayor planta de hidrógeno de España en La Robla, que producirá hasta 9.000 toneladas de hidrógeno renovable al año, con la construcción de una planta fotovoltaica de 400 MW y un electrolizador de hasta 60 MW. Y sí, este proyecto estará ubicado justo en los terrenos de la térmica de La Robla que se está desmantelando.
El cometido de estas torres consistía en el enfriamiento del agua de refrigeración, usada para la operabilidad de la central. Esta llegaba con entre 45 y 50 grados Celsius a su parte inferior y se distribuía mediante una red de tuberías y canales para caer a través de un 'relleno' hecho con una serie de láminas verticales separadas entre sí. La lámina de hormigón servía para proporcionar el tiro necesario para producir la circulación de aire a través del relleno antes mencionado.
Se conseguía, de esa forma, una gran superficie de contacto con el aire que entraba por la parte inferior de la torre, enfriando el agua por el camino gracias a la evaporación de una pequeña cantidad. El agua fría resultante se recogía en una balsa situada bajo la torre con una temperatura casi ambiental, enviada de nuevo desde allí a las instalaciones.
Tanto es así, que ya se han desguazado equipos como los alternadores de la energía eléctrica o los transformadores que conectaban la central con la red eléctrica de transporte, así como las cintas de transporte de carbón, que lo movían desde el parque de almacenaje a las tolvas de consumo en las calderas.
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