La pérdida del buque de guerra Moskva ha sido uno de los golpes más duros para la flota naval que Rusia tiene desplegada en el Mar Negro. Tras varias horas de incertidumbre en las que las autoridades ucranianas reconocían su ataque con misiles Neptune, Moscú reconoció que el barco se había dañado y colapsado. Llevándose una de las embarcaciones más importantes de su ejército.
Lejos de terminar con los disgustos, Ucrania informó el viernes del ataque a la fragata Almirante Makarov que se encontraba cerca de la Isla de las Serpientes en el mismo Mar Negro. Si bien del buque Makarov todavía no se tienen noticias ni confirmación oficial, las autoridades gubernamentales a la orden de Vladímir Putin anunciaron la apertura de las investigaciones del Moskva. Con el fin de esclarecer lo ocurrido.
Para llevar a cabo estas pesquisas, el ejército ruso ha recurrido a un buque con 110 años a sus espaldas. Se trata del buque de rescate Kommuna, que se ha erigido como uno de los barcos militares más antiguos que se encuentran en activo.
El Kommuna, que se botó en 1912 y entró en servicio en 1915 con el nombre de Volkhov, ha vivido la época imperial, la soviética, su caída y la actual servidumbre en la fuerza naval de la Federación Rusa. Y, entremedias, dos guerras mundiales, la Guerra Fría e incontables actuaciones en otros conflictos.
El abuelo ruso
Renombrado como Kommuna en 1922 —coincidiendo con el cambio ideológico del país—, se diseñó como buque nodriza de submarinos para desplegarlos, recogerlos y acondicionarlos para las misiones subacuáticas. Aunque su gran capacidad de carga también le sirvió para realizar trabajos de rescate de embarcaciones a la deriva y hundimientos. Experiencia que ahora aplica al buque Moskva.
La embarcación es de tipo catamarán de doble casco y fue el primero de este tipo en entrar en servicio en la Armada rusa. Estuvo destacado en la Flota del Báltico desde que entró en servicio para trasladarse durante la Segunda Guerra Mundial a San Petersburgo, donde fue alcanzado por artillería alemana.
Ya en 1967, el Kommuna abandonó su misión en el Báltico para trasladarse al Mar Negro, donde todavía permanece en servicio activo haciendo labores de rescate a embarcaciones, submarinos e incluso a alguna aeronave que ha terminado cayendo al agua.
Como buque nodriza, tiene capacidad para transportar 10 torpedos, 50 toneladas de combustible y alojamiento para 60 tripulantes de submarinos. Además de la suya propia y de sus tanques de combustible.
Con el incremento del tamaño de los submarinos, el papel del Kommuna como hogar temporal de los grandes sumergibles ha quedado relegado en un segundo plano. En la actualidad, sirve como base de unidades más compactas como las que se dedican a las labores de rescate o incluso a batiscafos teledirigidos.
Botado en noviembre de 1912, tiene una masa de desplazamiento de 3.100 toneladas a plena carga en una eslora de 96 metros por 18 de manga y 3,65 calado. En cuanto al sistema de propulsión original, disponía de dos motores Felser de 6 cilindros cada uno alimentados por combustible diésel y que generan 600 caballos de potencia. Actualmente no se conoce si sigue utilizando el mismo propulsor.
Con un submarino
El Kommuna suele acarrear en el puente principal un submarino pintado de rayas rojas y blancas. Se trata del vehículo de rescate de inmersión profunda AS-28, también de factura soviética y que entró en servicio en agosto de 1986.
Fue desarrollado en los años 70 por el Estudio de Diseño Lazurit y tan solo se construyó una unidad, que desde entonces se mantiene operativa. Cuenta con 13,5 metros de eslora por 3,8 metros de manga y está diseñado para resistir presiones de hasta 1.000 metros de profundidad.
El AS-28 tiene una velocidad de crucero de 4,3 kilómetros por hora y una autonomía limitada a 39 kilómetros, dado que se trata de un submarino de rescate y no de crucero. Tiene una capacidad de tripulación máxima de 24 personas —5 de ellas tripulación— que podrán mantenerse en inmersión 10 horas.
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