La tecnología láser es una de las grandes protagonistas del desarrollo militar de los últimos años con Estados Unidos como la punta de lanza. Además de submarinos con esta capacidad, la fuerza aérea del país norteamericano ya se encuentra probando un arma para aeronaves que parece sacada de Star Wars y de las que España no tiene ninguna.
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La compañía Lockheed Martin fue la encargada el pasado febrero de entregar el arma de energía dirigida, como se conocen técnicamente, al Air Force Research Laboratory (AFRL). Este ente público es el máximo órgano de certificaciones tecnológicas de la fuerza aérea y es quien lleva todos estos meses evaluando el LANCE, acrónimo de Laser Advancements for Next-Generation Compact Enviroments o Avances Láser para Entornos Compactos de Última Generación.
"Es el láser de alta energía más pequeño, liviano y de su clase de potencia que Lockheed Martin ha construido hasta la fecha", comentó Tyler Griffin, ejecutivo de la compañía, en el Salón Aeronáutico de Farnborough celebrado a principios de este mes. "Es un punto de referencia crítico en el desarrollo de un sistema operacional de armas láser en el dominio aéreo", apuntaló, según Breaking Defense.
El objetivo de LANCE es el de proveer a las aeronaves estadounidenses —en principio, solo de ataque— de un arma láser como las que también planean utilizar homólogos terrestres para derribar drones o misiles. La adaptación al entorno aéreo no es nada sencilla debido a las limitaciones de peso y dimensiones para poder anclarse bajo el ala de un caza. Por ese motivo el LANCE ocupa "una sexta parte del tamaño" de un arma equivalente montada sobre un vehículo terrestre.
Rayo láser
El proyecto de LANCE comenzó de la mano del Pentágono en el año 2017. El objetivo era el de impulsar la tecnología del láser que tan buenos resultados ya estaba dando en la rama marítima y terrestre del ejército. Para ello, impulsó un programa de desarrollo militar de un demostrador de láser de autoprotección de alta energía para la Fuerza Aérea (SHiELD, de sus siglas en inglés).
Además de Lockheed Martin, en el programa ha participado Boeing como contratista encargado de crear la cápsula externa—que entregó en febrero de 2021— y Northrop Grumman como constructor del sistema de control de haz, que dirige el láser hacia su objetivo. Los subsistemas del programa SHiELD "representan las tecnologías de armas láser más compactas y capaces entregadas hasta la fecha", según comentó Kent Wood, director interino de energía dirigida del AFRL, al mismo medio.
Actualmente, tras recibir los subsistemas, los ingenieros del laboratorio junto con pilotos y expertos comenzarán un denso periodo de pruebas con el fin de demostrar la tecnología. "Los análisis de la utilidad y los estudios de wargaming [juegos o simulaciones de guerra] están en curso y ayudarán a determinar cómo se podrían utilizar estos subsistemas y/o un sistema de armas láser integrado".
"Los objetivos específicos para futuras pruebas y demostraciones también serán determinados por los resultados de estos estudios", completa. Sin acotar sobre la línea temporal en la que están trabajando actualmente. El primer paso será el de integrar el láser del arma con el sistema óptico que gestiona la temperatura y la refrigeración del LANCE.
Las primeras pruebas llevadas a cabo se produjeron en abril de 2019 con un demostrador del arma láser en tierra firme y muy poco avanzado. Pero fueron todo un éxito. Según recogió el AFRL en su día, consiguieron derribar en pleno vuelo múltiples misiles lanzados desde el aire como primer paso a la creación del arma, que tiene como finalidad proteger a las aeronaves de los misiles aire-aire y tierra-aire.
Lockheed Martin cuenta con algunos desarrollos similares de pequeño tamaño con una potencia de salida del haz láser unos 60 kW. Por el momento, las especificaciones del programa SHiELD se mantienen en secreto, aunque algunos reportes indican que la potencia se mantendrá por debajo de los 100 kW una vez operativo e instalado en un avión.
Esto es debido a los requerimientos energéticos de un dispositivo que va acoplado a una aeronave. También tiene mucho que ver la complejidad del sistema de gestión del láser que debe de ser tan afinada como para acertar en un blanco de pequeño tamaño mientras se viaja a varios centenares de kilómetros por hora. Y fallar el tiro con un láser mucho más potente con más alcance puede resultar fatal.
Por el momento, tan solo se contempla las capacidades defensivas para derribar misiles pero esta tecnología —si funciona— abre la puerta a otras muchas aplicaciones. Algunas de ellas más ofensivas como ejecutar ataques con rayos láser contra otras aeronaves o drones.
Tampoco se conoce los modelos exactos de cazas o aeronaves en general elegidos para integrar el rayo láser. La Fuerza Aérea probó en 2019 un prototipo de cápsula similar a la que tendrá SHiELD en un F-15 y Lockheed Martin muestra en los vídeos promocionales de la tecnología un F-16. Lo único que parece claro es que se enfocarán en los cazas de cuarta generación no furtivos.
Versión de tierra
Paralelamente, Lockheed Martin tiene un segundo encargo de las esferas militares estadounidenses. Esta vez de la rama de la Army para un sistema láser acomodado en un vehículo terrestre que tiene como fin crear un escudo de defensa contra cohetes, drones e incluso contra misiles de crucero subsónicos.
Todo ello dentro del programa IFPC en su versión láser que el Congreso estadounidense impulsó como necesidad de desarrollar un arma y un escudo capaz de derribar misiles de crucero. El objetivo es tener lista la tecnología —que no operativa— para 2023 que comprende la creación de un arma capaz de crear un rayo de 300 kW.
La gestión del proyecto lo está llevando la Oficina de Capacidades Rápidas y Tecnologías Críticas del Ejército de Estados Unidos, quien abrió en enero una convocatoria para que las diferentes compañías envíen sus prototipos de armas láser. Si todo va según lo previsto, el proyecto espera terminarse para el 2025 con la decisión de quién será el contratista.