El Puerto de Valencia es el más grande de los 46 que conforman el sistema portuario en España. Los más de 7.000 barcos que recibe cada año hacen que sea el cuarto con más tráfico marítimo de toda Europa. Y en los últimos tiempos, además de mantener ese volumen de negocio, está intentando renovarse para incluir las energías renovables en su estrategia a largo plazo, incluida la que aprovecha la fuerza de las olas.
El Puerto de Valencia es desde ayer el primero de Europa en realizar una carga de hidrógeno. Con este elemento químico no contaminante se ha rellenado el tanque de una apiladora de contenedores y el de una cabeza tractora, un primer paso para realizar sus operaciones portuarias produciendo cero emisiones. La Autoridad Portuaria de Valencia también ha confirmado que instalará una planta de energía solar que generará 2.353 MWh anuales, lo que representa el 3% de la electricidad que consume el puerto.
De todas ellas, la apuesta más sorprendente por las energías renovables tiene que ver con el proyecto de energía undimotriz WEC (Wave Energy Converter). Desde que se instale a finales de enero en la zona de la Marina de Valencia, se pretende comprobar la capacidad de las olas del Mediterráneo para proporcionar energía limpia y renovable.
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"Valencia es una ciudad costera y esperemos que, en un plazo medio o largo, esa energía que se pierde y que no se gasta, que es la energía de las olas del mar, se pueda aprovechar para que la ciudad tenga una nueva fuente de energía renovable", aseguraba Alejandro Ramón, concejal de Emergencia Climática y Transición Ecológica del Ayuntamiento de Valencia en relación con el proyecto WEC.
En qué consiste
El sistema de funcionamiento de la energía undimotriz es relativamente sencillo, ya que consiste en la instalación en el mar de un dispositivo, parecido a un flotador, que está conectado a un brazo hidráulico. De esta forma, la energía se genera por el movimiento constante y repetitivo de elevación e inmersión que produce el flotador al paso de las olas.
Los brazos que unen esos flotadores a la instalación en el muelle sirven para mantener en su sitio las palas a pesar del vaivén del mar y para transmitir el baile del agua a los pistones hidráulicos, que se comprimen y descomprimen al mismo ritmo. Estos pistones transmiten fluido hidráulico biodegradable a los acumuladores situados en tierra, donde se va acumulando la presión.
El agua a presión hace girar el motor hidráulico, que es el responsable, a su vez, de poner en funcionamiento el generador. El último paso es trasferir la electricidad generada a la red a través de un inversor.
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En el proyecto de la Marina de Valencia, tanto el brazo articulado como el flotador serán capaces de generar unos 130.000 kilovatios al año, el equivalente al consumo de unos 40 hogares. Además, con una potencia instalada de 20 kW, conseguirá ahorrar la emisión de unas 36 toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera. No son cifras muy significativas, pero sí un primer paso importante hacia un generador de energía capaz de funcionar 24 horas al día, 7 días a la semana.
"No supone ningún riesgo para la vida en el mar, ya que presuriza únicamente agua y no utiliza aceites ni ningún componente que sea tóxico para la fauna y flora marítima", asegura José María Planells a EL ESPAÑOL - Omicrono. Planells es el gerente de Rotary Wave, la empresa española que, junto con Proemisa, será la encargada de la construcción y el mantenimiento de esta instalación en la zona portuaria conocida como el martillo de la Marina.
Su reducido impacto en el medioambiente también se debe, en parte, a las pequeñas dimensiones que ocupará en las aguas del Mediterráneo: la base del flotador mide sólo 5 metros de largo y 2 metros de ancho.
Se espera que el proyecto, financiado a partes iguales entre la Unión Europea y el Ayuntamiento de Valencia, empiece a estar definitivamente operativo después del verano. Desde Rotary Wave aseguran que la vida útil de una instalación undimotriz oscila entre los 10 y los 20 años y su coste es de 495.000 euros. Si la experiencia resulta un éxito, puede ser una solución energética con mucho futuro para esta y otras ciudades costeras españolas.
Tres proyectos españoles
Los proyectos de energía undimotriz en España se pueden contar —literalmente— con los dedos de una mano. El más veterano de todos es la planta de Mutriku, en Guipúzcoa. Desde que se pusiera en marcha en el año 2011, esta instalación ha generado más de 2 GW acumulados desde su apertura. Se trata de la undimotriz más longeva del mundo, con 16 turbinas generando energía a partir de las olas del Cantábrico.
A diferencia del proyecto WEC y de la que se instalará en el Port Adriano mallorquín, la planta de Mutriku utiliza la técnica de columnas de agua oscilante (OWC, por sus siglas en inglés). Una estructura parcialmente sumergida y hueca por la parte de abajo tiene una cámara de aire que recibe la presión con el movimiento del oleaje.
Además, tiene instalada una turbina, que llega a su máxima velocidad cuando entra en resonancia. Esto es, cuando la frecuencia natural de la turbina y del generador coinciden con la de la ola. La potencia a la que operan oscila entre los 100 y 500 KW.
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La energía undimotriz no solo se traduce en el flotador y el brazo hidráulico o las columnas de agua oscilante. También se puede generar energía a partir de las olas mediante las boyas de punto de absorción, los convertidores oscilantes, los atenuadores de superficie o los dispositivos de desbordamiento, entre otros sistemas. Por tanto, la ausencia de energía undimotriz en España no parece deberse a la falta de alternativas ni —muchos menos— a los kilómetros de costa que rodean al territorio español.
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