El objetivo marcado por la Unión Europea de desterrar los coches de combustión interna a partir de 2035 es muy ambicioso. Tanto, que algunos expertos sostienen que se tendrá que revisar en los próximos años, también en España. Y es que los vehículos eléctricos todavía tienen pendientes grandes retos como su elevado coste, la escasez de estaciones de carga y los tiempos necesarios para recargar. Estos desafíos, sumados a avances como el prometedor motor para dar una nueva vida al diésel, pueden derivar en un retraso en la 'jubilación' de los coches que utilizan combustibles fósiles.
Para reducir los gases contaminantes sin renunciar a los millones de vehículos que todavía usan gasolina en todo el mundo, la petrolera Exxon y el fabricante de coches Toyota han unido fuerzas y ya están llevando a cabo pruebas para desarrollar un combustible menos contaminante. Según las primeras pruebas, esta mezcla experimental fabricada con materias primas más limpias podría llegar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta en un 75% en comparación con la gasolina normal.
Eso sí, según sus responsables, este nuevo combustible, que ya ha demostrado su eficacia en los vehículos de Toyota en los que ha sido testeado, necesitará un fuerte apoyo por parte de gobiernos y administraciones públicas. "Contar con una solución de combustibles líquidos que podamos utilizar en la flota existente, en el tipo de estructura política que permita que el mercado innove, es la forma más económica de descarbonizar el transporte", aseguró en un comunicado de prensa Andrew Madden, vicepresidente de Estrategia y Planificación de ExxonMobil.
España, ¿objetivo imposible?
Para 2030, el gobierno español tiene como objetivo llegar a los 5 millones de vehículos eléctricos e híbridos circulando en nuestro país. Sin embargo, actualmente hay apenas 200.000 de estos coches en las carreteras españolas, el 4% del objetivo marcado. Para cumplir con esa ambiciosa cifra, tendrían que venderse 500.000 coches de este tipo al año, algo que parece bastante improbable.
En ese sentido, la asociación entre Exxon y Toyota para desarrollar combustibles menos contaminantes puede ser una gran noticia, ya que supondría ofrecer a los conductores una forma de reducir las emisiones sin tener que cambiar su vehículo. Y es que los llamados combustibles sintéticos o e-fuels, creados a partir de agua y aire utilizando electricidad generada mediante energías renovables, no son otra cosa que metanol sintético, que necesitaría un nuevo tipo de motor para ser útil. Además, pueden ser neutros en CO2, pero su producción implica un gran gasto energético.
En cualquier caso, todavía queda camino por recorrer y se desconocen la mayoría de detalles sobre el proceso de fabricación y los ingredientes utilizados para elaborar esta gasolina potencialmente revolucionaria. Lo que ambas compañías han confirmado hasta el momento es que se trata de una mezcla de materias primas ya existentes, como biomasa y etanol producido mediante procesos más limpios que los habituales.
En palabras de Tom Stricker, vicepresidente de Sostenibilidad de Toyota, "sea cual sea el ritmo de transición hacia la electrificación, habrá cientos de millones de vehículos en circulación durante mucho tiempo. Y los combustibles bajos en carbono serán bastante importantes para lograr rápidamente esas reducciones de gases de efecto invernadero".
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No es la primera vez que, tanto Exxon como Toyota, intentan desarrollar nuevas tecnologías para reducir las emisiones, pero no siempre han llegado a buen puerto. En el caso de la petrolera, promocionó durante años las algas como alternativa sostenible al gasóleo, hasta que decidió abandonar la idea por falta de resultados.
Por su parte, el fabricante japonés ha invertido considerables esfuerzos y una gran cantidad de dinero en desarrollar una gama de vehículos de hidrógeno. Al menos de momento, ninguna de sus propuestas han conseguido erigirse como alternativa a los coches eléctricos que, aunque más despacio de lo esperado, siguen ganando cuota de mercado y parecen la única alternativa posible a los coches con motores de combustión interna.
Para competir con la electrificación, Exxon y Toyota no sólo están desarrollando soluciones tecnológicas, sino que promueven cambios en la política de desgravaciones fiscales y ayudas en la compra de vehículos eléctricos. En su propuesta, esas subvenciones deberían tener en cuenta las emisiones del ciclo de vida, que tendría en cuenta la dependencia de los eléctricos de la red y las bajas emisiones de los combustibles que están desarrollando.
Otras soluciones
Para que la transición hacia la electrificación sea más progresiva y que los coches de combustión interna puedan coexistir con los eléctricos durante más tiempo, hay varios proyectos y tecnologías con gran potencial. Uno de los más prometedores es el invento para que los coches gasten la mitad de gasolina y puedan durar más años.
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La empresa estadounidense Speed of Air Engine Technologies (SOA) presentó recientemente unos revolucionarios pistones capaces de reducir el 25% el consumo de combustible —aunque puede llegar hasta el 50%—, así como un 80% de las emisiones contaminantes. Mientras, aumentan la potencia y el par, además de alargar la vida útil del motor y los intervalos de mantenimiento.
Los pistones SOA ya están siendo utilizados por varias flotas de camiones en EE.UU., las motocicletas Indian y está disponible para modelos de pickups como GM Duramax, Ford Powerstroke o Ram Cummins, pero la empresa quiere extenderlo a todo tipo de vehículos e industrias. "El ahorro de combustible varía con el tipo de motor y su uso, pero hemos demostrado reducciones de consumo de combustible cercanas al 50% en algunas aplicaciones de velocidad constante", señalan desde la compañía.
Otra investigación interesante corresponde a un prometedor material que puede reducir las emisiones de los motores de combustión hasta un 90%. Sus responsables, un equipo de bioquímicos de las universidades de Berkeley, Stanford y Texas, publicaron un artículo en Science Advances con todos los detalles: "este trabajo crea un método de industrialización hacia la captura sostenible de CO₂ mediante redes porosas. Esperamos poder diseñar un futuro accesorio para capturar los gases directamente desde el tubo de escape de los coches, dispositivos para los edificios o incluso un recubrimiento para la superficie de los muebles".
El nuevo material es sencillo de fabricar, ya que surge de la unión entre polvo de melamina (que cuesta unos 40 euros por tonelada), formaldehído y ácido cianúrico, un producto químico que, entre otros usos, se añade con cloro a las piscinas. Al unir los tres elementos, se crean poros a nanoescala en la melamina capaces de absorber el CO₂ con una alta eficacia.
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