El "acuerdo histórico" que ha puesto fin a la última Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, en la que también ha participado España, puede ser un paso definitivo para dejar atrás los combustibles fósiles, pero el calentamiento global no se solucionará de un día para otro. Para ello, son necesarias soluciones como los paneles de microalgas para generar energía y capturar CO2 o la inmensa base acuática que purifica el agua del mar. Más allá de estas iniciativas, aún en fase de desarrollo, las mayores expectativas de las grandes tecnológicas están puestas en empresas como Lithos Carbon, una startup que propone capturar cantidades ingentes de dióxido de carbono esparciendo rocas de basalto trituradas sobre tierras de cultivo.
"Muchas de las soluciones existentes para la eliminación del carbono requieren grandes infraestructuras o son costosas, lo que dificulta su aplicación en la medida o con la rapidez necesarias", señalan los responsables de esta iniciativa, investigadores de instituciones como la Universidad de Yale o el Instituto de Tecnología de Georgia, en EEUU.
Estos expertos en geoquímica aseguran tener la solución a estos problemas y acaban de firmar un acuerdo por valor de más de 52 millones de euros con Frontier Climate, un compromiso anticipado de mercado (CMA) del que forman parte empresas como Alphabet, Meta o Shopify, "que busca acelerar el desarrollo de las tecnologías de eliminación del carbono garantizando su futura demanda".
El objetivo es eliminar permanentemente 154.240 toneladas de CO2 de aquí a 2028 y para ello Mary Yap, Chris Reinhard y Noah Planavsky, los cerebros detrás de Lithos Carbon, apuestan por la "meteorización mejorada". Se trata de un método que utiliza rocas alcalinas y su reacción al agua de lluvia, que además permite medir con precisión la cantidad de carbono atrapado en lugar de basarse en modelos o estimaciones estadísticas.
Cómo funciona
El ambicioso objetivo de alcanzar las emisiones netas cero no será suficiente con apostar por los coches eléctricos y las energías renovables. Además de reducir las emisiones, hay que eliminarlas a buen ritmo, "entre 10.000 y 15.000 millones de toneladas anuales de aquí a 2050", según los responsables de Lithos Carbon.
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Por eso, y para mejorar de paso las cosechas del sector agrícola, estos especialistas en geoquímica han apostado por algo tan básico y eficaz como la meteorización de las rocas. En este fenómeno, que forma parte del ciclo del carbono de la Tierra, participa directamente la lluvia, ya que el agua es ligeramente ácida. Al caer sobre rocas de silicato, estas se disuelven poco a poco y "atrapan" el CO2 convirtiéndose en bicarbonato.
Es la solución para que el dióxido permanezca alejado de la atmósfera y llegue en última instancia al mar, donde contrarresta la acidificación del agua salada para volver a convertirse en piedra caliza bajo el lecho oceánico. Este ciclo natural, que puede durar miles de años, es el encargado de absorber unos 1.100 millones de toneladas de CO2 anuales, pero puede acelerarse y potenciarse de manera relativamente sencilla.
Así lo han comprobado los responsables de Lithos Carbon, que llevan una década desarrollando su proceso de meteorización mejorada y ya lo han puesto a prueba. Se basa en el reaprovechamiento de los residuos postindustriales en los que el basalto ya se ha triturado hasta convertirse en polvo fino. Luego, ese material se ofrece de forma gratuita a los agricultores para sustituir el 100% de la cal en el campo, lo que reduce la dependencia de fertilizantes y permite regular el PH óptimo para mejorar el rendimiento de los cultivos.
"Nuestro sistema puede mejorar la salud de los cultivos, regenerar la capa superior del suelo y aumentar la resistencia de las plantas a plagas y sequías", señala Mary Yap, bióloga, investigadora del clima y CEO de Lithos Carbon. "Reducimos el uso general de recursos y hemos observado mejoras en el rendimiento de los cultivos ente un 5 y un 40% en nuestras explotaciones asociadas".
Frente a los miles de años que tarda la meteorización natural y los 50 de algunos métodos de meteorización mejorada, Lithos Carbon asegura que su sistema acelera notablemente el proceso de eliminación del carbono, capturando el 70% en el primer año y el resto en los dos siguientes.
Midiendo los resultados
Uno de los grandes desafíos de las tecnologías de captura de carbono es el de la medición de la cantidad de CO2 eliminado de la atmósfera, para poder ofrecer a las empresas interesadas datos empíricos y no estadísticos.
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Basándose en las evidencias científicas de un estudio de la Universidad de Yale, los técnicos de Lithos Carbon recogen muestras del suelo de los distintos cultivos en los que se distribuye el polvo de basalto, para analizar su composición química y determinar cuánto dióxido de carbono ha sido capturado.
Sin embargo, no todos se muestran satisfechos con la propuesta. Es el caso de Oliver Jagoutz, profesor de geología del MIT, que advierte sobre el riesgo de sobrestimar la cantidad de CO2 secuestrada al no tener en cuenta cómo afectan otros elementos, como los fertilizantes. "Es una estimación máxima absoluta de lo que puede ser, y la realidad, por desgracia, es mucho más complicada", asegura en declaraciones a The Verge.
Además, este gran aumento de la meteorización tampoco se ha estudiado lo suficiente como para asegurar que no tendrá otros efectos secundarios. Por ejemplo, la presencia de demasiado bicarbonato puede plantear problemas y afectar de maneras inesperadas a los ecosistemas afectados. Tampoco se tiene en cuenta en los datos ofrecidos por Lithos el impacto de la extracción, trituración y transporte del material.
Los inversores de Frontier prefieren obviar estas dudas y han apostado fuertemente por esta startup, con un acuerdo que equivaldría a retirar de la circulación cerca de 34.000 coches durante un año. Su precio, unos 340 euros por tonelada de CO2 retirada, no es precisamente barato, pero sí es mucho más económico que otras alternativas, como las grandes plantas que se están construyendo en todo el mundo o la central islandesa que hace el proceso inverso al de Lithos, convirtiendo en piedra el dióxido de carbono.
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