Los coches autónomos deben ser capaces de evitar obstáculos inesperados como otros coches o personas. Los robots aspiradores siguen aprendiendo a esquivar objetos caídos en el suelo como juguetes o mascotas pasando por delante sin que afecte a su trabajo de limpieza en muchas casas en España. La robótica está llena de ejemplos en los que se requiere un buen control del entorno, una capacidad que los insectos dominan desde hace más de 350 millones de años con un diminuto cuerpo.
Animales como los insectos son una constante fuente de inspiración para la comunidad científica e ingeniera. Si pueden enseñar a volar de forma más eficiente, conocer el funcionamiento de su pequeño cerebro puede ayudar a desarrollar una tecnología energéticamente más eficiente y con un mayor control del entorno como han querido demostrar los creadores de este robot con el cerebro de un insecto.
Desde la Universidad de Groningen llega este nuevo proyecto. Con la ayuda del neurobiólogo Martin Egelhaaf de la Universidad de Bielefeld, han diseñado un modelo basado en los principios computacionales de los insectos. Para sus pequeños cerebros, moverse en curvas puede ser una tarea muy compleja, por lo que se desplazan en líneas rectas, hacen un giro brusco y siguen en línea recta."Lo que aprendemos de esto es que si no tienes suficientes recursos, puedes simplificar el problema con tu comportamiento", explican.
El equipo ha demostrado esta teoría con un modelo de su actividad neuronal y un pequeño robot que utiliza este modelo para navegar. "Nuestro sistema aprovecha el conocimiento sobre el procesamiento de la visión y la evitación de obstáculos en insectos", explica Elisabetta Chicca, de la Universidad de Groningen. Con esta base, han conseguido "capacidades notables para viajar en terreno denso, evitando colisiones, cruzando espacios y seleccionando pasajes seguros.
El modelo se basa en un principio fundamental: dirigirse siempre hacia la zona con el menor movimiento aparente. El estudio realizó varias pruebas, primero hizo que su robot atravesara un largo "corredor"con dos lados con impresión aleatoria y el robot se centró en el medio del corredor, como suelen hacer los insectos.
[El insecto robot más grande del mundo es una libélula súper ligera]
En segundo lugar, puesto a prueba en entornos virtuales, el modelo siguió comportándose como un insecto en espacios con obstáculos o pequeñas aberturas,"El modelo es tan bueno", concluye Chicca, "que una vez configurado, funcionará en todo tipo de entornos".
El equipo considera que su estudio supone un gran avance en el desarrollo de hardware neuromórfico en robótica. Serviría como primer paso para crear en el futuro máquinas capaces de navegar en entornos abarrotados, lugares saturados de obstáculos cambiantes. Una ventaja que no requeriría un alto consumo de energía y admitiría el uso de diferentes tipos de sensores como un radar para detectar objetos sin estructura.