Toda España está de luto. El incendio que tuvo lugar el viernes pasado en el barrio del Campanar en Valencia, y que de momento ha provocado diez víctimas mortales, pudo deberse a un fallo eléctrico según la Policía. Más allá del inicio del fuego, casi todas las teorías apuntan hacia una conjunción entre el fuerte viento y los materiales de la fachada como principales causantes de la rápida propagación de las llamas. Y la situación es preocupante, ya que miles de edificios construidos en nuestro país entre los años 1996 y 2006 tienen este tipo de fachadas con elementos combustibles.
Desde pocas horas después del incio del suceso, el poliuretano ha sido señalado como el elemento decisivo, sobre todo tras las declaraciones de Esther Puchades, vicepresidenta del Colegio de Ingenieros Técnicos Industriales de Valencia y especialista que peritó en su día el edificio incendiado. "Es un material que en contacto con el fuego gotea y esto es lo que ha hecho que las llamas se hayan extendido hacia abajo; mientras que, por el propio calor y el aire caliente, se extendían hacia arriba", explicó el mismo viernes en la televisión pública valenciana.
Aunque luego se retractó y se supo que el material aislante que figuraba en el libro del edificio era la lana de roca, es posible que los paneles aislantes del interior de la fachada ventilada sí contuvieran este polímero altamente combustible. Así lo ha afirmado el arquitecto Jon Goitia en su intervención de hoy lunes en el programa Espejo Público de Antena 3. "Es un aislante altamente inflamable, al contrario que los de ahora, como las lanas minerales, el poliestireno expandido o extruido... que no propagan llama. El poliuretano sólo se puede seguir usando cuando está completamente confinado entre elementos cerámicos o entre ladrillos".
Al contemplar las escalofriantes imágenes del incendio del edificio, una de las cuestiones que más ha llamado la atención ha sido la de los paneles de la fachada desprendiéndose a medida que avanzaban las llamas. "Entre 200 y 300 grados los paneles sándwich se desmiembran, por eso se ven las láminas de aluminio volando incluso a 100 o 150 metros. A partir de esas altas temperaturas las láminas de aluminio se despegan y cuando el fuego toca el poliuretano sucede el desastre", ha señalado Goitia.
Otra de las cuestiones que ha influido decisivamente en la velocidad con la que el fuego devoró las torres de Campanar y que lo hiciera en todas direcciones tiene que ver con el método constructivo utilizado por los arquitectos del edificio y la promotora Fbex, declarada insolvente poco después de la construcción de los inmuebles.
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"El fuego se extiende hacia arriba por el efecto chimenea de la fachada ventilada, algo que está predispuesto así", ha señalado Goitia. "Este tipo de fachadas propician una corriente continua de aire para que el calor de los días de verano no entre en las viviendas, pero en caso de incendio perjudica muchísimo porque esa ventilación lleva el fuego hacia los pisos superiores. Como el poliuretano cuando se quema, se funde, cae hacia abajo fundido, y esa es la razón de la propagación hacia abajo".
De momento, los bomberos y la policía científica siguen trabajando para desentrañar las causas del incendio y de su rápida propagación. Faltan sus conclusiones oficiales, pero hay quien pone en duda que el poliuretano sea el verdadero responsable. La Asociación de la Industria del Poliuretano Rígido (IPUR) emitió un comunicado en el que señalaba "no hay evidencias" de que la fachada del edificio tuviera poliuretano, "ni como relleno del revestimiento exterior, ni como material aislante en la cámara de aire", según han confirmado la administradora de la finca siniestrada y el libro del edificio, en el que figura la lana de roca como aislante.