El verano de 2024, además de caluroso, promete ser un verano muy deportivo. Tras la victoria europea de la Selección Española de Fútbol Masculino, arrancan los Juegos Olímpicos de París. Allí se encuentran ya los atletas y deportistas españoles compitiendo, por ejemplo, las jugadoras españolas de fútbol, las actuales campeonas del mundo, quienes debutan por primera vez a los Juegos Olímpicos y quizás les interese probar el primer balón de fútbol impreso en 3D que ha diseñado esta española pensando en reducir las lesiones de las futbolistas.
El deporte está en permanente evolución. Tanto a través de las innovadoras tácticas de los entrenadores, como en las nuevas tecnologías que se aplican en las competiciones o para fabricar el equipamiento de los jugadores. La primera bicicleta impresa en 3D demostró en 2022 que podía pulverizar cualquier récord y en el calzado esta técnica de fabricación permite personalizar el agarre y mejorar la pisada evitando lesiones.
Precisamente este es el objetivo con el que se puso a trabajar Amaya Núñez Martín, estudiante de Diseño de Producto en IED Madrid (Istituto Europeo di Design), para crear Atalanta, el primer balón de fútbol impreso en 3D para las jugadoras de fútbol. La flexibilidad del material y la uniformidad de la impresión evitan dolores y lesiones habituales provocadas por el balón tradicional, el mismo que usan los hombres.
"Hay días que al jugar notamos que el balón está super duro y es mucho más difícil darle un toque o patada fuerte y duele", explica Nuñez en una entrevista con Omicrono- EL ESPAÑOL. Esta jugadora amateur lleva toda la vida ligada al fútbol y con otras compañeras ha puesto a prueba la comodidad de su invento.
Un balón más blando
No es el primer balón impreso en 3D del mundo. Wilson Sporting Goods, conocido fabricante de material deportivo, creó uno para baloncesto que se puso a prueba en un partido de la NBA. En baloncesto, los balones para hombres y mujeres si presentan diferencias atendiendo a las distintas características entre jugadores y jugadoras, pero en fútbol este elemento redondo es el mismo.
"Yo quería que por primera vez, se diseñara algo pensando primero en nosotras, que el primer balón de fútbol impreso en 3D se diseñe para el fútbol femenino, no en general o para el masculino" y añade "que luego lo pueden usar también los hombres". Atalanta tiene el mismo tamaño y peso que un balón homologado, pero es más blando para evitar lesiones a medio o largo plazo.
La dureza de estas pelotas no solo puede provocar un daño muscular u óseo a largo plazo, sino que varias investigaciones han apuntado en los últimos años el peligro que supone para el cerebro los característicos cabezazos del fútbol. Un estudio publicado en JAMA Network Open en marzo de 2023, descubrió que los jugadores de fútbol universitarios varones desarrollaron un desequilibrio persistente en los niveles de proteínas tau en sus torrentes sanguíneos inmediatamente después de practicar cabezazos.
Otro un estudio publicado en Lancet Public Health, indicaba que los futbolistas hombres suecos profesionales eran desproporcionadamente propensos a desarrollar la enfermedad de Alzheimer y otras demencias, en comparación con la media de la población no deportista sueca, a excepción de los porteros, cuyos riesgos se acercaban a los población en general.
Ambos estudios centran sus análisis en deportistas masculinos, también existen los que han analizado a las mujeres futbolistas, aunque en menor medida. Utilizando un sensor bucal, este estudio determinó que los cabezazos de las jugadoras universitarias a menudo resultaban en impactos de 22 g o más, y algunos de ellos superaban los 30 g. "Un automóvil que viaja a 35 mph y choca contra una pared podría experimentar una aceleración de unos 30 g", explica el informe.
Así se fabrica Atalanta
Tras meses trabajando en los patrones y realizando pruebas, explica Amaya Nuñez que su impresora dedicó día y medio en imprimir el balón final. Utilizó la técnica de impresión DLS, que no es una técnica de impresión tradicional.
El balón está fabricado en EPU 41, una resina de poliuretano utilizada en la impresión 3D. A través del modelado que se ha hecho previamente, se usan rayos ultravioleta para emitir los fotones que va solidificando la resina líquida mientras se da forma al modelo hasta que se imprimen las 3 partes.
La máquina imprime primero lo que es la parte de fuera, la cubierta y después, con el mismo material, se imprime la tapa. En tercer lugar está la cámara de aire, que va pegada a la tapa y sirve para dar al balón aerodinámica necesarios. La cámara de aire está hecha de butilo -caucho sintético-, un material que retiene el aire y la presión. Es flexible, ligero, hermético, estable e impermeable.
"Lo que hace que pese lo mismo es la cantidad de material 3D que se utiliza, tuve que hacer los cálculos para conocer la cantidad de material que debía usar para conseguir un mismo peso con dos capas de material y un vaciado dentro", cuenta Nuñez.
Para terminar de montar el balón, se mete la cámara dentro de la cubierta, se hincha como se inflaría un balón tradicional, hasta que queda la tapa encajada en la cubierta. "Queda totalmente encajada y uniforme, así no hay dolor o hernias en las jugadoras", añade.
La sostenibilidad también era un aspecto importante del proyecto. Con esta tecnología se evitan los residuos y se facilita el reciclaje: "si necesito utilizar 437 gramos, utilizo solo 437 gramos, además, al ser de solo un material es mucho más sencillo que los balones tradicionales". En este caso la cámara iría por un lado y la cubierta por otro.
Esperando a los profesionales
Por el momento, solo se ha hecho una pequeña prueba en el campo de este nuevo balón aunque esta diseñadora quiere seguir perfeccionando su invento. Cuenta con que el material que ha usado va evolucionando, "ahora hay EPU 43", dice. "A mi me gustaría que algún club profesional lo probase, sería una ilusión enorme para mi".
No obstante, su primer intención no fue el fútbol profesional: "yo lo ideé para la categoría en la que juego yo, en amateur, como balón de entrenamiento". Se ha presentado a varios premios, como el concurso James Dyson Awards, que buscan inventos para resolver problemas.