Cuando los dueños del mundo muestran su aportación al mapa ecológico, es para convertirlo en mapa racial. Lo consiguen aplicando la técnica del realismo capitalista que resalta el color de las diferencias, esparciendo basura por las bolsas de población más pobres. Ahí donde quedan los negros, los moros, los indígenas, los gitanos, los otros. No tiene pérdida, siguiendo la gama cromática tal y como indica el mapa.
Bill Gates no va a ser menos. Porque él es uno de los mayores fabricantes de residuos e-basura; desperdicios que aportan lo suyo en el impacto ecológico que tanto parece preocuparle. Es tal su preocupación que hasta nos condiciona a actuar. Escondido entre sus palabras, Bill reparte culpas como si fueran pulgas.
Por lo mismo, hay que recordarle a cada rato, que una montonera de cacharritos viejos son quemados en vertederos que quedan en los márgenes del mundo. Otros tantos van de viaje a Africa, o Asia, donde hay niños entre los trabajadores que reciclan residuos pasados de moda. Bill lo percibe y practica algo tan antiecológico y antinatural como es la caridad desde la Gates Foundation. Actos de misericordia que se practican de arriba hacia abajo, nunca de igual a igual, como es natural cuando se coopera.
Sin ir más lejos, hace veinte años, Gates participó en la quedada del State of the World Forum. En un hotel de San Francisco se encontraría con los Bush y los Gorbachov junto a Ted Turner y Margaret Thatcher, velando armas ante la aparición de la Sociedad 20:80. Una amenaza para los dueños del mundo cuando el trabajo del 20% de la población sea suficiente para sostener la economía del planeta.
El 80% restante, los otros, los que no acumulan plusvalía y carecen de garantías para acumular crédito -y en el mapa del mundo aparecen de color diferente- vivirán en tiempo de miseria y su frustración generaría un conflicto de clases. Es entonces cuando acuerdan que este 80% tiene que ser calmado con tittytainment, un combinado de teta y entretenimiento; pero no teta carnal y venérea, sino láctea, la misma que adormece al bebé y que, sumada al entretenimiento, desemboca en la infantilidad; la ilusión de que el mundo entero está a un golpe de ratón y cabe en una pantalla pinchada en un palo.
Podríamos seguir así un buen rato, pero por contestar al twit de Bill en nuestra lengua, vamos a ponerle:
No nos mientas, Bill, si eres optimista será por otra cosa.