Decía ayer Alberto Núñez Feijóo que el estribillo de Ciudadanos suena bien, pero que no hay orquesta detrás del director. Como soy una de las personas que forman la orquesta que dirige Albert Rivera, me gustaría responder al señor Feijóo desde el respeto que me despierta su condición de presidente de la Xunta, a la cual llegó, entre otros, gracias a mi voto.
Don Alberto, no cambio nuestra orquesta por la que intentan hacer tocar ustedes. Que ni yo ni mis compañeros de Ciudadanos hayamos echado los dientes en las juventudes de un partido y llevemos veinte, treinta años ganándonos el sustento en la vida civil debiera ser una ventaja y no un problema. La supuesta falta de experiencia política la suplimos con décadas cotizando a la seguridad social, conociendo lo bueno y lo malo de las empresas privadas, de los escalafones de la administración a los que se llega estudiando y ganando oposiciones, como en su día hizo usted.
Que no sepa quienes son Toni Roldán, Francisco de la Torre, Juan Carlos Girauta o Elena Faba no quiere decir que no sean personas extraordinariamente preparadas para hacer funcionar los engranajes del Estado. A veces se confunde pericia con vedetismo, experiencia con portadas, capacidad con horas bajo el paraguas del partido. La orquesta de Albert Rivera la integran hombres y mujeres dispuestos a hacer un paréntesis en sus carreras profesionales (muchas muy exitosas) para dedicarse al objetivo de convertir éste en un país algo mejor.
Si el no llevar años calentando banquillo le parece un hándicap, lo siento de verdad, pero veo esa circunstancia como un acicate: los músicos de Albert Rivera han demostrado que pueden ganarse la vida fuera de la política, y por eso quieren poner su experiencia al servicio de ella. Prefiero que un cargo público esté ocupado por un señor que previamente se ha labrado una carrera a base de talento y esfuerzo, que por otro cuyo mérito principal estribe en llevar veinticinco años afiliado a un partido y haber enlazado un puesto con otro sin pasar por el proceso de primarias que ha servido para cribar a los concertistas de Rivera.
Señor Feijóo, hay orquesta y está afinada. Aspiramos a que todos, también ustedes, nos dejen demostrar que podemos dar grandes conciertos. Y a lo mejor, si el sentido común lo permite y la generosidad se impone, hasta tienen que dedicar un aplauso cerrado al director cuando, batuta en mano, salude al público en el Congreso de los Diputados.