El Diablo, al no tener profetas que le escribieran sus diez mandamientos, encargó la tarea a Maquiavelo, autor con vicios teatrales. Sucedió en época de claroscuros. Al otro lado del charco, los indígenas descubrían el aliento encendido del capitalismo mercantil y los perros de Dios ladraban con autoridad religiosa. Buen momento para fundar la política moderna con un tratado que Maquiavelo titularía: Il Principe.
En uno de los capítulos, viene a decirnos que el gobernante ha de ser zorro para conocer trampas y león para espantar lobos. Dicho de otro modo, el hombre que aspire al gobierno ha de ser santo y demonio, puta y virgen, macho y castrado; una cosa, la contraria y viceversa. Por lo mismo, príncipes antiguos, como Aquiles, fueron confiados al centauro Quirón -mitad hombre, mitad bestia- para que los criara.
Es posible que Maquiavelo sea un referente para Albert Rivera, aunque no haya leído algo de él pero, sin duda alguna, quien lo ha leído, y comprendido, ha sido el profesor Juan Carlos Monedero y aquí vamos a parar pues, el otro día, en una charla pública, el citado profesor, cuando habló de Albert Rivera, se tocó la nariz.
Dicho acto reflejo, a Albert Rivera le ha tocado las narices y va a arriesgar demanda. Pienso que la denuncia carece de fundamento pero, como leguleyo soy poco y quién sabe dónde llegará el asunto, lo que más inquieta es la postura de Albert Rivera, ya que, nos revela a un hombre que no llega a ser zorro porque le falta astucia para evitar caer en las trampas y queda muy lejos del león cuando se trata de espantar lobos.
En todo caso, la actitud de Albert Rivera refleja piel blanda, semejante a la de esos gatos castrados que se dejan acariciar el lomo por la mano siniestra del capitalismo. Son detalles que evidencian la poca habilidad del hombre elegido por las finanzas para ganar las próximas elecciones.
Sin que sirva de precedente, voy a listar los elementos que lleva este escrito pues, además de lecturas de Maquiavelo, carga café, tabaco de contrabando y polen rubio que entra alegre en los pulmones, esto último comprado también en el mercado negro. Aquí es donde quería llegar yo para contestar al tweet de Albert Rivera y decirle en 140 caracteres:
La droga no es buena ni mala, depende del uso. Si se levanta la prohibición estaremos cerca del buen uso. Olvida a Kant y coge a Maquiavelo.