Resumen de lo publicado.-Manuel Azaña se muestra confiado de ganar las elecciones. La policía busca a Ángel Navarrete, el último de los autores del atraco de la Villa que queda por detener.
La Nochebuena les había resultado algo triste a los Pla. Josep habría preferido irse, pero el trabajo se lo impedía. Al final decidieron cenar en casa. Se acostaron pronto, después de brindar con cava, y por la mañana se acercaron juntos al mercado y compraron un pavo que ahora estaban pelando en la cocina de casa, los dos solos. La criada gallega libraba ese día y, por una vez, Adi se animaba a cocinar.
La comida había sido uno de los conflictos recurrentes desde que se habían casado. Pla estaba acostumbrado a su madre, una cocinera excelente, y Adi, en realidad, nunca había cocinado. Pla consiguió, durante su viaje de bodas, en Córcega, iniciarla en los secretos del sofrito. Pero aquello no daba mucho de sí y pronto se cansó de arroces pasados, platos medio hechos, y encima soportar el desagrado con que Adi afrontaba su crítica gastronómica, siempre precisa y pertinente. "Es que yo nunca cocinaré como tu madre, Josep", le había dicho, disgustada. Desde entonces, Pla había tenido que asumir que su convivencia no pasaría por el culto marital al estómago. Adi, por su educación, no prestaba atención a la comida y Pla había suplido este defecto contratando a una cocinera gallega, que, sin llegar a la finura de una catalana, hacía unos potajes espléndidos. Eso permitía que la paz reinara en la familia. Nada tranquilizaba más a Pla que una buena cena y un cigarro.
Hoy, excepcionalmente, Adi preparaba el pavo y Pla procuraba ayudar, aunque mayormente lo que hacía era fumar y sobre todo hablar. Pla hablaba mucho, y había encontrado en Adi alguien a quien le gustaba escuchar sus divagaciones.
- Cambó siempre dice que en cada español hay un iluso, y algo de razón tiene. España acaba en Cuba la política que se inició en Rocroi más de tres siglos antes: una política de fatalidad catastrófica y de hundimiento inconsciente, pero cuyos éxitos iniciales nos han viciado fatalmente… Y aquí seguimos –murmuró, liándose su cigarrillo. Últimamente se sentía decepcionado por Chapaprieta, por no haber acabado su reforma fiscal y haber continuado, pese a todo, como ministro de Hacienda. Era lo que le daba vueltas en la cabeza, además de la sorprendente defenestración del Partido Radical-. La verdad es que no consigo dejar de pensar en lo que le está pasando a Lerroux. Que alguien tan conocido y tan… cristalizado, fuera durante la República el hombre del mañana era ilógico, y no es lo único. Yo le he visto en sus mítines repetir hasta la saciedad que él es laico, que toda su familia es laica y que acabarán todos enterrados en el cementerio civil, igual que le he oído a Alcalá-Zamora proclamarse católico practicante, como toda su familia. Entonces, ¿cómo es que Lerroux ha sido durante la República el defensor de los católicos y las sacristías y Alcalá-Zamora el de los laicos y los anticlericales? ¿No te parece un contrasentido?
De repente se acordó de una entrevista que le había hecho en su momento, cuando el advenimiento de la República. El jefe radical, detrás de su mesa de trabajo, en un ángulo del despacho lleno de libros, los quevedos puestos, un pañuelo blanco en el cuello, guerrera color terroso y manta sobre las piernas, asumía un tono declamatorio para decir las cosas más sencillas y se permitía afirmar que en su partido había solo tres o cuatro personas válidas, y que no conocía a fondo ningún problema de España. Esa confesión se la había repetido Josep Pla a Santiago Alba. La consideraba una confesión de hombre inteligente. Pero Alba se limitó a observar que a Lerroux la República le había pillado a contrapié, que en realidad no pensaba que llegara, y que jamás se había preparado para gobernar en serio.
- Lerroux es el continente republicano –seguía Pla-. La secularización de los cementerios, el divorcio, la política laica, la libertad verbal: un puro formalismo. Pero enfrente están los que piensan que lo importante es el contenido social o socializante. Prieto, Azaña y Largo Caballero han sido los hombres fuertes del régimen, y no es baladí que sientan un odio mortal por Lerroux. Yo escribí en El Sol que el porvenir estaba en ellos, y el tiempo me acabará dando la razón, ya verás.
- En mi oficina –dijo Adi- mi jefe dice que hará lo posible para que no gobiernen los radicales. Dice que está interesado en que las cosas de valor de España no se muevan de su sitio.
- La gente tiene miedo al saqueo puro y duro. Y no les falta razón, visto lo que está ocurriendo… Me pregunto dónde estará Lerroux ahora mismo.
- Me imaginó que en San Rafael, con su mujer y su sobrino o ahijado.
- Ese esquivo don Aurelio al que todavía no he conseguido ver por ninguna parte. Estará respirando todo el aire puro que pueda, en espera de volver a encontrarse otra vez en el ojo del huracán… Ya solo le queda el batacazo de las elecciones.
Entregas Anteriores
Nochebuena en casa de los Rivas Cherif (24 de diciembre de 1935, martes)
Lerroux en la plaza de Oriente (23 de diciembre de 1935, lunes)
Visitando el rastro (22 de diciembre de 1935, domingo)
Mañana: Carta de Pepe Mañas
Mañana 26 de diciembre, Pepe Mañas escribe a su novia Merche sobre Ángel Navarrete y el atraco de la Villa.