¿La España de Gila naufraga como el S-80?
Sí. No es cierto que el humorista Miguel Gila muriera en 2001. En realidad, todo esto que estamos viviendo y padeciendo en nuestro país está dirigido por Miguel Gila desde algún lugar remoto. Da la impresión de que el genial humorista del barrio madrileño de Chamberí, tras obtener mágicos y omnímodos poderes, mueve España como si fuera un patio de marionetas para hacernos reír y llorar a la vez. ¿Acaso no es eso el humor?
-“Oiga, ¿Palacio de la Zarzuela? Soy Mariano. Que se ponga el Rey, por favor. ¿Don Felipe? Mariano al aparato. Majestad, que como gané las elecciones el 20 de diciembre del año pasado por mayoría, con tanta mayoría que no he querido mover un dedo para obtener la mayoría de la Cámara, quería plantearle una cuestión de Estado. Para eso soy el presidente en funciones. Digo yo que si no podía usted retrasar la convocatoria de elecciones para después del verano. Así descansamos estas vacaciones un poco, que falta nos hace. Lo digo porque no sé si se ha dado cuenta de que si convoca las elecciones pasado mañana para el 26 de junio, la campaña electoral coincidirá con la Eurocopa. Y yo me pregunto: ¿qué más da ocho o diez meses de gobierno en funciones que los cinco o seis que llevamos? El 10-J empieza a rodar el balón y comenzarían los mítines. Ya comprenderá usted, don Felipe, que yo y la mayoría de los españoles no estamos dispuestos a perdernos el Francia-Rumanía de la inauguración. Y menos el Albania-Suiza del día después, un partido interesantísimo. Bueno, majestad, piénseselo. Le dejo que a menos cuarto comienza el Madrid-Manchester City”.
El soliloquio de Gila se ajustaría a la actitud indolente del presidente del Gobierno durante esta legislatura que no llegó ni a coitus interruptus. Como Rajoy no intentó aparearse, no tuvo que retirarse a tiempo. Pedro Sánchez también serviría de inspiración al humorista.
-“¿Oiga? ¿Es la sede del PSOE? Que quería hablar con Pedro Sánchez. Ah, no le conoce. Pues páseme con otra telefonista. ¿Que tampoco le conoce? Pues páseme con el secretario general. ¿Eres Pedro? Hola Pedro, soy Miguel Gila, ex militante de las Juventudes Socialistas y soldado del quinto regimiento de Líster en el 36. Sí, ya sé que no habías nacido. Que quería decirte, compañero, que si no tienes a nadie para las listas de Madrid, le pido al enemigo que suspendamos la guerra por unas semanas y nos presentamos los dos contigo. Así llenamos el hueco de Carmen Chacón y de Irene Lozano”.
Pablo Iglesias también formaría parte del espectáculo de Gila. En realidad, Iglesias parece un remedo del pluriempleado Miguel, papel interpretado por el humorista en la serie de TVE titulada “¿De parte de quién?”. El protagonista, Gila, bombero de profesión, era árbitro los fines de semana y soldado de guerra en ratos libres. De ama de llaves hacía Chus Lampreave. Era quien decía aquello de “pues ahora no se puede poner porque está en el frente”. El frente de Iglesias lo tiene por toda España: en Madrid, con Errejón, en Galicia con las Mareas, en el País Vasco, en Barcelona con Colau y en Valencia con Compromis. El pluriempleado en el frente es Pablo Iglesias con su ama de llaves, Carolina Bescansa.
“Nos fusilaron al amanecer y nos fusilaron mal” fue el título de uno de los libros escritos por Gila, basado en un episodio vivido en persona. Durante la Guerra Civil, tras ser hecho prisionero por el bando franquista, fue puesto ante un pelotón de fusilamiento. Sobrevivió porque “los moros”, como decía él, estaban tan borrachos que no acertaron a darle. Los prisioneros este 3 de mayo de 2016 en que se convocarán nuevas elecciones seremos los ciudadanos, colocados frente al pelotón de fusilamiento de las urnas por unos líderes políticos beodos incapaces de acuerdos. Está por ver cuál será el resultado electoral: si los españoles, mal fusilados por una clase política estéril, acabaremos suicidándonos el 26-J para impedir que nos sigan matando poco a poco.
¿El submarino S-80?
Sí. También tiene que ver con Gila. El submarino S-80 fue un proyecto iniciado a principios de 2000 por el Gobierno Aznar. Entonces era ministro de Defensa Federico Trillo, nacido en Cartagena y miembro del cuerpo jurídico de la Armada. España estaba inmersa en aquella febril locura económica donde parecía haber dinero para todo y para nada: o sea, para los más grandes disparates. El Gobierno aprobó la construcción de tres submarinos ultramodernos, por cerca de 2.000 millones de euros. La primera nave iba a ser entregada en 2012 y no tendría parangón en el mundo.
El negocio sería tan redondo que hasta el año 2020 ejércitos de todo el mundo encargarían unos 140 submarinos a los astilleros de Navantia; entre otros, al de Cartagena, ciudad natal del ministro Trillo. Incluso faltaría mano de obra en el antiguo cantón republicano. En fin, el cuento de la lechera.
Tan seguro era el negocio que España rompió una antigua y fructífera relación comercial con Francia en construcción de naves. Los franceses proporcionaban los planos y los astilleros españoles construían naves sumergibles, entre otras. ¡Qué necesidad había! Lo haríamos todo en España. Gila contaría así el oneroso disparate del submarino S-80.
-“¿Oiga? ¿Astilleros de Navantia? Mire, es que me he quedado sin curro en el taller de calderería y me han dicho que tienen un problema con un submarino, que no les flota. Que si lo echan al agua, bajar, baja rápido, pero de subir, nada. Pues que como estoy en el paro y me sobró chapa, me la llevo, empalmo seis o siete metros a los 71 metros que tiene el submarino y van a ver cómo flota. ¡Ah! Que ya les han hecho un estudio los americanos. Que les han cobrado 30 millones de dólares por los cálculos. ¡Qué disparate! Pero si yo habría hecho los dibujos gratis en el casco, con tiza que luego se borra en el agua. Ya, claro, pesa 75 toneladas más de lo calculado. Me pasó una vez en el taller, aunque con menos peso. Y se han quedado sin presupuesto al haber gastado ya 2.500 millones cuando solo tenían 1.800 asignados. Normal, con el retraso que llevan. Y encima no han acabado ni el primer submarino de los tres. Por algo parecido me despidieron a mí. ¿Y ahí no les despiden a ustedes? ¡Qué raro! Bueno, les dejo, que me tengo que ir a la guerra. Lo bueno de nuestra guerra es que como yo solo tengo una bala y el enemigo otra, no las disparamos para no quedarnos sin munición. Ya veo que a ustedes les sobra de todo, hasta millones”.
Los datos del diálogo de Gila son reales, por disparatados que parezcan. El S-80 iba a ser botado inicialmente en 2012. Sin embargo, no estará finalizado antes de 2020, si alguna vez se acaba. Tras gastar más de 2.500 millones de euros, no se sabe qué hacer. Si alargar la eslora para que flote y cambiar material para que pese menos, o definitivamente desechar la construcción. Algunas partes del submarino acabadas empiezan a corroerse al no haberse ensamblado, según ha sabido este preguntón. Defensa, la parte contratante, calla; Navantia, la empresa pública constructora, también. Mientras, el ciudadano continúa pagando el estropicio a través de sus impuestos.
-“Sí, soy yo de nuevo, Miguel el calderero. Sólo una cosa más. Que me he pasado por Cartagena y he visto lo que hay hecho del submarino. De color, muy bien, pero lo de flotar tiene muy mala pinta”.
¿Está el rey herido?
No. Es el único que ha salido indemne en esta legislatura mareante. ¿Pero qué sucederá si las elecciones del 26-J vuelven a arrojar un resultado similar y no hay mayorías, y los actores se empeñan en mantener su papel? El chivo expiatorio podría acabar siendo el monarca. Y ya se sabe cómo nos las gastamos con los reyes. Escribió Miguel Primo de Rivera en 1930, tras ser el dictador al servicio de Alfonso XIII: “Con este rey no pudieron los antiguos políticos ni podrán los futuros, si yo no completo mi obra despejando de este eterno obstáculo a la vida pública española”. ¿Quién sería el primero en arrojar la piedra contra Felipe VI el inocente?