Arabia Saudí ha declarado que no va a a continuar pagando las obras del AVE a la Meca. Al igual que el resto de Estados del Golfo el bajo precio del crudo está afectando a su capacidad financiera y por tanto se están parando algunos proyectos estrella. Recientemente, Qatar anunció que haría lo mismo con OHL respecto del metro de Doha. El Golfo Pérsico está dejando de ser el paraíso del petróleo y necesita buscar otras alternativas económicas. Para solucionar este problema, hace unos días el príncipe Bin Salman presentaba un documento denominado Vision 2030. Se trata de un plan que sigue la estela de otros estados del Golfo Pérsico –Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin– que han presentado sus documentos en los últimos años.
El origen de este proyecto saudí hay que buscarlo en un informe hecho público en julio de 2015 que llevaba por nombre National Transition Program. Ambos, tienen el mismo espíritu: una profunda reforma económica y social, que incluye cuestiones como la progresiva inclusión de la mujer en el mercado laboral o la reforma del sector educativo.
Arabia Saudí quiere acabar con su dependencia económica del sector petrolífero antes de 2020
Sin embargo, el aspecto que más sorprende de Vision 2030 es la voluntad de reducir la dependencia económica del sector petrolífero, que hasta ahora era la principal fuente de ingresos del Estado saudí. De hecho, se afirma incluso que en 2020 Arabia Saudí debería dejar de depender de esta fuente de ingresos. La fecha no es baladí ya que el Fondo Monetario Internacional anunció que, con el nivel de precios internacionales actuales, Arabia Saudí entraría en bancarrota precisamente en esa fecha, lo que nos permite entender por qué se ha elegido 2020 para el fin de la dependencia energética.
Sin embargo cabe preguntarse de qué va a vivir Arabia Saudí a partir de esa fecha ya que, a día de hoy, las cifras macroeconómicas no son buenas. En la actualidad el paro supera el 11% y el déficit público se ha disparado hasta el 13%.
El Estado venderá un 5% de la petrolera ARAMCO para obtener liquidez e impulsar uel sector de la defensa
Podemos distinguir entre un plan a corto y otro a largo plazo. A corto plazo, el príncipe Bin Salman necesita una fuente de liquidez, y para ello ha decidido que van a vender parte de la joya de la corona, es decir, un 5% de la empresa petrolera ARAMCO. Con esta venta prevé obtener unos tres trillones de dólares que serían inyectados en un Fondo Soberano (Public Investment Fund) que serviría para llevar a cabo la verdadera transformación, la que se llevará a cabo a largo plazo.
La idea es impulsar el sector de la defensa como principal fuente de crecimiento económico, algo que nos recuerda al periodo de entreguerras que nos llevó a la Segunda Guerra Mundial. A día de hoy, Arabia Saudí posee el tercer presupuesto militar más grande del mundo. Sin embargo, tan solo un 2% del armamento de Arabia Saudí se fabrica en su propio territorio.
El objetivo es que en el plazo de quince años el 50% del armamento saudí sea de fabricación propia
Mayoritariamente el origen del armamento saudí tiene origen norteamericano, pero las relaciones con Washington han ido empeorando en los últimos años. Según el documento Visión 2030 el objetivo es que en el plazo de quince años el 50% del armamento saudí sea de fabricación propia. Se trataría de un proceso progresivo por el que Arabia Saudí comenzaría a fabricar componentes de baja cualificación tecnológica, munición y vehículos acorazados de combate para pasar en unos años a construir aviones de guerra y llegar a convertirse en uno de los principales suministradores de armas de la región, en particular, y del mundo en general.
No podemos dejar de plantear algunas dificultades que esta transformación económica conlleva. La principal es el necesario establecimiento de acuerdos con empresas no saudíes de armamento, ya que ello implicaría transferencia de tecnología, y las compañías, especialmente las norteamericanas, son muy reacias. Sin estos acuerdos el plan no es viable.
El paso que piensa dar Arabia Saudí responde, en primer lugar, a los intereses del propio príncipe Bin Salman, que además de vicepresidente del país es ministro de Defensa y principal partidario de la intervención en Yemen. Hace unos meses nombró al responsable de una de las principales empresas saudíes (Saudi Arabia Basic Co) como presidente de la principal empresa militar del reino (Military Industrial Company).
La industria militar puede convertirse en una tabla de salvación para un país con un paro muy elevado
La opción por la defensa debe ser entendida como una maniobra para solucionar tanto los problemas internos como los externos. Debido a los bajos precios del petróleo, se prevé que este sector dejará de absorber una cantidad importante de mano obra. Si pensamos que Arabia Saudí tiene elevados índices de desempleo, la industria de defensa puede convertirse en una tabla de salvación para el gobierno, ya que la política de subvención es inviable y no evita las protestas.
A nivel externo, Arabia Saudí tiene un problema similar. La política de subvención de poblaciones suníes que ha mantenido hasta ahora es insostenible e ineficaz sobre todo frente a la iraní. Además, la cada vez más agresiva posición de Teherán, unido a la retirada estadounidense del Golfo Pérsico, hacen que la opción de la militarización se muestre como la más atractiva y probablemente eficaz.
De ser un Estado poco preocupado por su defensa pasaría a ser un suministrador de seguridad
De consumarse el plan presentado por el príncipe Bin Salman, Arabia Saudí cambiará completamente el rol que hasta ahora ha desempeñado en la región. De ser un Estado poco preocupado por su defensa -las buenas relaciones con Washington hacían que se lo pudiera permitir- pasaría a ser un suministrador de seguridad. En buena medida este efecto ya se ha producido tal y como muestran las intervenciones en Bahréin y más recientemente en Yemen.
Así pues, si para los saudíes el siglo XX fue el siglo del petróleo, la nueva generación de líderes que encabeza Bin Salman se vislumbra como el siglo de la defensa, lo que traerá inseguridad a los Estados vecinos.
***Alberto Priego es profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia de Comillas.