La CUP vuelve a poner en su punto de mira al Ejército, auténtica némesis del imaginario independentista a partir de una idea bastante obtusa y arcaica de España como Estado opresor y de las Fuerzas Armadas como su bota opresora.
La moción presentada por la CUP en la Diputación de Barcelona, con objeto de impedir la entrada de las Fuerzas Armadas en el Parque Natural de Collserola, forma así parte de una cultura delirante y tiene como objetivo minimizar la presencia castrense en Cataluña. La formación antisitema acusa al Ejército de "incumplir la legislación ambiental vigente" durante sus maniobras, pero lo cierto es que Collserola no se realizan ejercicios de tiro, ni despliegues de tropas, ni ninguna otra actividad que moleste a los vecinos o repercuta en el entorno de manera negativa.
La propuesta del partido de Anna Gabriel se suma a otras muestras explícitas de rechazo a las Fuerzas Armadas, como el desplante de Ada Colau a dos militares en el Salón de la Enseñanza de Barcelona en marzo pasado, o la moción aprobada en el Parlament el 14 de junio que instó a "desmilitarizar" Cataluña.
La principal ocupación del Ejército hoy día es ayudar en misiones de paz y de cooperación internacional. Los tiempos en los que las Fuerzas Armadas intervenían en política han pasado a mejor vida. Lástima que los prejuicios hacia las instituciones militares permanezcan entre los más radicales.