La felicidad embarga a José Manuel García Margallo (1944). La derrota de su enemiga íntima Soraya Sáenz de Santamaría frente a Pablo Casado en la lucha por presidir el PP ha sentado muy bien al exministro de Asuntos Exteriores. Entre viajes a Ibiza, donde se afana por escribir su siguiente libro, atiende a EL ESPAÑOL en su despacho del Congreso de los Diputados para hablar del futuro de su partido y de los problemas de España.
¿Cómo definiría en pocas palabras al nuevo presidente del PP, Pablo Casado?
Es un personaje relativamente nuevo en política y abierto, porque acaba de tomar una buena decisión al convocar una convención ideológica en que discutamos cuáles son los signos de identidad que nos permitan reconocernos y ser reconocidos tras una etapa de una difuminación ideológica y un pragmatismo excesivo.
¿Ese "excesivo pragmatismo" a qué se ha debido?
En cualquier gobierno y en cualquier partido hay escuelas de pensamiento diferentes. Había un sector donde éramos mucho más reformistas; no por casualidad los reformistas hemos estado del lado de Casado. En frente, había un sector menos reformista y más inmovilista, con Soraya a la cabeza, que era la responsable de la administración y no hubo reforma alguna de la misma. Como tampoco se reformó la financiación autonómica.
Ese sector inmovilista ganó la batalla y consideraba que la creación de empleo y el crecimiento de la economía iban a hacer subir la barca. Mi tesis es todo lo contrario y lo he dicho miles de veces: los gobiernos pierden las elecciones cuando empieza la recuperación. Cuando el temporal es más duro, el electorado tiene un instinto más conservador.
"Los gobiernos pierden las elecciones cuando empieza la recuperación. Cuando el temporal es más duro, el electorado tiene un instinto más conservador"
Pero usted no creía en ese inmovilismo...
Para mí, ese inmovilismo nos iba a llevar a una situación peor. Y la prueba de que eso es así fue que el partido ha visto cómo es desalojado del Gobierno mediante una moción de censura, tenemos la desafección de los militantes, que nos volvieron la espalda, y luego está la caída en las encuestas. Mi tesis es que habrá que hacer un alto en el camino, como proponía Ortega, reflexionar sobre dónde estamos y por qué, para dar un cambio de timón. Hay que hacer una revolución tranquila en dos aspectos: regenerar el partido y regenerar España.
¿El nuevo PP va a ser más democristiano o más liberal?
El PP tiene que dar cabida a muchas sensibilidades diferentes, a todo lo que esté a la derecha del Partido Socialista. Tiene que aglutinar a los conservadores, a los liberales progresistas, a los democristianos e incluso a algunos socialdemócratas que, si sigue la política de Pedro Sánchez basada en simbología y mitología, consideren que tienen hueco en el PP. El partido tiene que ser lo suficientemente amplio como para que quepa todo eso, siempre con unos denominadores comunes. Algunos de esos denominadores son el derecho a la vida, el respeto al Estado de Derecho, la separación de poderes, la economía social de mercado, la convicción de que España debe estar en la vanguardia de Europa y la convicción de que pertenecemos a Occidente y no estamos, como cree Podemos, en un mundo postoccidental.
¿Aznar cabe en ese nuevo PP?
Por supuesto que sí.
¿Y no ha sido un poco maltratado por el PP últimamente?
Aznar tuvo el enorme mérito de entender que solo desde la derecha no se ganaban las elecciones. En el congreso de Sevilla, Aznar cambia los símbolos y los colores de Alianza Popular al Partido Popular. Y hace algo más definitivo: cambia la ubicación de los parlamentarios en el Parlamento Europeo para integrarlos en el gran partido de centro. Yo no coincidí con él en algunas de sus políticas en exteriores, como en Irak, pero es el presidente que logra que España se integre en el euro desde el primer momento. Es la primera vez en nuestra historia en que llegamos a tiempo. Por supuesto que Aznar tiene cabida en el PP.
¿Y qué le parece el trato de los últimos tiempos como no invitarle al congreso del PP?
A mí no me ha parecido elegante. El gesto de Casado de recibir a Aznar, como recibir a Hernández Mancha o recibir a Rajoy le honra y es un gesto inteligente. Tienes que dar a la gente la sensación de que pueden estar cómodos y confortables en este proyecto. Aquí cabemos todos. Esto es una confrontación de ideas en campo abierto, como diría Azaña.
"El gesto de Casado de recibir a Aznar, como recibir a Hernández Mancha, recibir a Rajoy, ectétera le honra y es un gesto inteligente"
¿Qué le parece la actitud de la ex vicepresidenta al exigir una cuota del 43% de puestos en el PP?
Soraya lleva muchísimo tiempo equivocándose. La gestión catalana, su inmovilismo en la gestión de gobierno y su negativa a ver la necesidad de compensar socialmente a los sectores más perjudiciales han producido estos resultados. Segundo, ella se presenta a un congreso con una tesis que yo, que hablé con ella, le dije que no estaba nada de acuerdo. Quería lista única y en primarias no hay lista única, eso es absurdo, porque hay proyectos alternativos que compiten y donde uno gana y otro pierde. Ella se negó al debate, probablemente como consecuencia de la tesis anterior. Y sostuvo posturas ideológicamente muy confusas.
La única declaración programática que le he oído es que ella era a la vez liberal y democristiana. Eso no es así, es imposible. Uno es liberal o es democristiano. Y en Europa están en grupos distintos. Otra cosa es que puedan convivir en el mismo partido, pero las dos cosas a la vez... Se equivoca en el planteamiento del congreso, con un discurso tecnocrático cuando este partido estaba pidiendo recuperar sus ideas, su sensibilidad y su ánimo de victoria. Y se equivoca al exigir el 43% porque sería como reconocer la existencia de corrientes organizadas, pero no por motivos ideológicos, sino algo así como tribus organizadas por la sumisión a un líder. Eran apoyos coyunturales que no se sostenían en principios básicos. En UCD estábamos agrupados por ideologías, era algo estructural. Aquí muchos se han puesto detrás de Soraya, cada cuál sabrá por qué, pero eso es flor de un día.
¿Se han colocado junto a ella en busca de poder?
En la política hay muchas motivaciones. Había un pensador inglés que afirmaba que la política es un lodazal, donde hay gente para la que solo prima un intento de tener poder, pero hay un horizonte en el que pensar. Ha habido gente que no pensaba en el futuro del partido, sino que pensaba en cómo estar en ese futuro.
¿A qué horizonte o futuro debe aspirar Soraya?
El presidente le ha ofrecido un puesto de esos cinco de libre designación. Me parece muy honroso. Hay gente que ha trabajado con ella que es muy válida y este partido necesita: Fátima Báñez, De la Serna, Ayllón, Rubén Moreno... Es gente que necesariamente tiene que estar aquí. Su apuesta personal, porque ahí no había una apuesta ideológica, tiene que aceptar que su posición no es de exigencia, sino de integrarse. En todo caso, no creo que Pablo Casado vaya a formar sus equipos en función de quién ha votado a quién. Es consciente de que necesita a todos.
¿Y cuál debe ser, a su juicio, el futuro de Rajoy?
Mariano Rajoy ha decidido apartarse de la primera línea de la política. Acaba de lograr un puesto en el registro de la propiedad de Madrid. Y estoy absolutamente convencido de que se va a dedicar a su profesión. Si le piden consejo, lo dará, pero no dará los consejos que no le han solicitado.
¿Qué se puede negociar con Quim Torra?
El gran problema de la cuestión catalana era que había que aplicar dos principios: firmeza y diálogo. Pero cada uno de esos principios debía aplicarse en un ámbito distinto. Firmeza en la defensa de los principios básicos de la Constitución. Y diálogo en lo que está fuera de eso. Se han aplicado los dos en el ámbito contrario al que tenía que haberse aplicado. Porque no hubo firmeza en la defensa del orden constitucional desde 2012. Y no hubo diálogo en lo que entonces se llamaban "los motivos de desafección", como por ejemplo las inversiones.
El error de Soraya fue creer que esto era una cuestión administrativa que se resolvía como la delimitación de una cuenca hidrográfica. Otro error fue empeñarse en judicializar el problema, porque no se puede hacer nada fuera de la ley, pero solo con la ley no se arregla. Un fracaso que se ha manifestado ahora con el naufragio de la euroorden remitida a Alemania.
¿Y qué cree que va a hacer Torra?
Bueno, Torra-Puigdemont, Puigdemont-Torra. Como la aplicación del artículo 155 no puede ser eterna, cuando se levante tenemos que continuar con la desobediencia permanente del orden constitucional y con una movilización ciudadana que obligue al estado español a reconocer la república catalana. Para eso están haciendo las estructuras paralelas. Y los gestos que impliquen que ese desafío continúa, siempre y cuando no infrinjan el código penal. Continuarán con el adoctrinamiento desde los medios públicos y con atacar a la imagen de España. Hasta que convoquen elecciones, probablemente cuando los juicios por el procés estén el momento más álgido. Todo ello con el objetivo de llegar al 60 o 70% de voto independentista. Todo eso funcionará si no hay un contrapunto, un relato de España.
Parece que tras el fracaso de la operación diálogo de Sáenz de Santamaría, ahora se vive la operación diálogo de Pedro Sánchez.
El diálogo de Soraya, que era ponerse un pisito en Barcelona y visitas guiadas a la Sagrada Familia, era una tontería. Lo primero que tienen que ponerse de acuerdo las dos partes es fijar el perímetro del diálogo, qué se puede discutir y qué no. Si la propuesta es la autodeterminación, pida usted la reforma de la Constitución que lo incluya, haga usted lo mismo que hizo Ibarretxe.
"El diálogo de Soraya en Cataluña era ponerse un pisito en Barcelona y hacer visitas guiadas a la Sagrada Familia; era una tontería"
El juez Llarena está siendo muy cuestionado. ¿Contribuye la retirada de la euroorden a solucionar las cosas?
No. La euroorden tiene 32 supuestos en los que la entrega es automática. Uno de los que no está ahí es la doble imputación. Los alemanes no tienen razón pero siempre pensé que iban a hacer lo que han hecho. Existe la separación de poderes, pero no la incomunicación de poderes. Estas cosas funcionan sobre la base de que el ministro de Asuntos Exteriores tiene una charla con su colega alemán y le pregunta si cree que nos va a poder entregar a Puigdemont. Porque si crees que no va a poder ser, nos ahorramos el bochorno. Cuando la vicepresidencia se lanzaron las campanas al vuelo, habiendo cuatro países que se podían haber elegido y 16 jurisdicciones porque cada land alemán tiene las suyas, pensé que estaba hecho. Pero mi gran sorpresa fue que no ocurrió así.
O sea, ¿para usted el fracaso de la euroorden también es un fracaso de Sáenz de Santamaría?
Es que toda la acción exterior en relación a Cataluña la sustrajo y se la llevó a vicepresidencia. El ministro Dastis tenía claro que no tenía que intervenir. Pero cuando el partido se juega fuera, dejar a Exteriores sin participar es muy complicado. En mi época me tuve que abrir paso a codazos.
¿Qué futuro le ve al Gobierno de Pedro Sánchez?
Creo que agotarán toda la legislatura. Harán lo posible y lo imposible para conseguirlo. Es obvio que no es sencillo porque están sostenidos por una coalición de partidos que no coinciden en nada ni en política ni en economía ni en política internacional. Hacer cosas de fundamento es muy complicado, así que será un política de gestos.
¿Hay que sacar a Franco del Valle de los Caídos?
Yo hice la transición. La reconciliación nacional fue pasar de la dictadura a la democracia sin abrir otra vez una guerra entre españoles. Y todo lo que contribuya a la reconciliación me parece bien. Y todo lo que contribuya a resucitar la historia trágica de las dos Españas me parece mal. Yo haría del Valle de los Caídos un monumento a la memoria de los dos bandos que lucharon por España. Porque los dos, desde perspectivas distintas, lucharon por España. Lo reservaría a los que efectivamente cayeron en combate, y evidentemente Franco no cayó en combate. La familia haría bien en retirar los restos de Franco.
"Yo haría del Valle de los Caídos un monumento a la memoria de los dos bandos que lucharon por España"
¿Cuál es para usted el principal problema de España? Para muchos de los entrevistados en esta sección es la educación.
La educación es un problema muy serio. Solo hay que ver lo que dicen los indicadores. Pero el gran problema de España es que no tenemos una idea de España atractiva. Se da un fenómeno muy curioso: el país que tiene peor opinión de España es la propia España. En la Transición se priorizaron las identidades regionales frente al apego a la idea común de lo nacional.
¿Y eso cómo se resuelve?
Hay que construir esa idea de España. Construirla es recuperar el sentido de nuestra historia, que tiene luces y sombras, pero que es una de las historias más brillantes del mundo.