Alberto Fernández Díaz (Barcelona, 1961) lleva más años en el PP que fuera de él. Se afilió en 1980 y, desde ahí en adelante, lo ha sido prácticamente todo en el partido: presidente de Nuevas Generaciones, diputado, líder parlamentario, presidente del partido en Cataluña y, ahora, jefe del grupo municipal en el Ayuntamiento de Barcelona. Los altos y bajos se han alternado durante estos casi cuarenta años al servicio del partido y ahora, según las encuestas, toca bajo. "Todavía queda mucho partido" dice Díaz, perro viejo en estas lides. Me lo creo.
Fernández Díaz, al que el separatismo atribuye una rocambolesca reunión conspiratoria en un restaurante de la Costa Brava con el juez Llarena (en realidad una cena veraniega entre amigos), se libró por apenas unas horas de ser asesinado por el comando Barcelona de ETA en 2000. Un antiguo colaborador de la banda terrorista, condenado por la Justicia a raíz del secuestro del industrial Emiliano Revilla, coordina ahora la estrategia de los prófugos nacionalistas del procés y es recibido como opinador de referencia en TV3 y otros medios catalanes. A Fernández Díaz se le transparenta la indignación cuando le pregunto por el asunto.
El separatismo intentó boicotear al Rey este viernes, pero no lo consiguió.
El intento de boicot, más o menos modulado por los distintos sectores del independentismo, es revelador de su falta de escrúpulos. El de la plaza Cataluña fue un acto emotivo y sobrio, pero la jornada confirmó que el nacionalismo no duda en aprovecharse del dolor ajeno en beneficio de sus fines secesionistas.
Pero no me sorprendió. Sobre todo en vista de los antecedentes de la manifestación de 2017 en el Paseo de Gracia, cuando se permitió, con la colaboración de Ada Colau, que la ANC exhibiera pancartas y banderas, y que los separatistas pudieran expresarse a gritos durante la manifestación de rechazo al terrorismo.
¿Cómo vivió el esperpento de la pancarta?
Fui el primero que lo denunció, a las 8:00, con un tuit en el que le exigía a Ada Colau la retirada de la pancarta por violación de la ordenanza de paisaje urbano. El Gobierno ha de pedirle explicaciones a los Mossos porque hubo un riesgo y se generaron zonas ciegas de seguridad en la plaza. Y además de pedir explicaciones ha de darlas. ¿Por qué no se ordenó a la policía intervenir si consideraba que había un riesgo para la seguridad?
Es más: estoy convencido de que, una vez más, Ada Colau pactó con el independentismo. Igual que pacta con los antisistema y los okupas durante las fiestas mayores, cuando les consiente sus actividades y les da barra libre para la infracción de ordenanzas municipales a cambio de que no haya incidentes. Con el independentismo hace lo mismo: consiente pancartas y autobuses con leyendas independentistas. La pancarta no fue casualidad, en definitiva, y es fruto del pacto de Colau con los independentistas.
¿Le sorprendió la presencia en primera fila de Laura Masvidal, la mujer de Joaquim Forn?
Es lo de siempre, la utilización sin escrúpulos ni rubor de la jornada con pancartas, con contramanifestaciones de los CDR y con entrevistas en TV3 y Catalunya Ràdio a Torra y Puigdemont.
Hubo muy poca gente, tanto en el homenaje oficial como en el extraoficial y frente a la prisión de Lledoners.
Pero eso es porque ellos buscaron más el altavoz que la movilización. La movilización la pretenden más bien el 11 de septiembre y el 1 de octubre. Por eso es muy importante que no caigamos en el error de dar por bueno el relato del independentismo. Ellos pretenden que todo esto empezó el 1 de octubre. Pero no empezó ese día, sino el 6 y el 7 de septiembre, cuando el Parlamento autonómico votó las leyes de ruptura con España y decidió violar la ley, desobedecer a los tribunales y enfrentar a los propios catalanes para conseguir la independencia.
Usted estuvo este viernes con Pablo Casado.
Y tuvimos que bajar las Ramblas rodeados de mossos d’esquadra y con las furgonetas en paralelo. Se avecina un otoño complicado porque el independentismo huele la debilidad de Pedro Sánchez y se está envalentonando.
Al menos Gemma Nierga, que tantos recelos provocaba, se ciñó al guion. No como en 2000, durante el homenaje a Ernest Lluch.
Ese año, Gemma Nierga añadió motu proprio una frase (“ustedes que pueden, dialoguen”) que no figuraba en el texto pactado por los partidos. Lo sé porque lo negocié yo mismo con José Montilla. En un acto así uno no habla en nombre propio, se convierte en el portavoz de todos.
Hábleme de su famosa cena de este verano con el juez Llarena. El separatismo habla de "conspiración".
Están distorsionando la realidad para sus propios fines con el objetivo de confirmar la gran mentira del nacionalismo. Convirtieron una simple cena en una conspiración con agentes del CNI. El propio presidente de la Generalidad y Carles Puigdemont no tuvieron ningún tipo de rubor en tuitearlo. Cuando no les es posible influir en la voluntad de muchos catalanes que, pese a ser independentistas, no llegan a la radicalidad, intentan manipular la realidad con fines judiciales.
Dígame la verdad, ¿era una cena de amigos o algo más?
Es que una cena de veinte personas, en la terraza de un restaurante a pie de carretera, en una localidad de la Costa Brava, en pleno verano…
Es evidente lo que es.
Claro.
Gonzale Boye, abogado de Puigdemont, ha dicho de usted que es “un duro combatiente contra sus rivales políticos”.
Es que… [duda]… me niego a calificar las declaraciones de individuos que han defendido las peores tesis del terrorismo. Yo soy y voy a seguir siendo un firme defensor de la unidad de España.
Bueno, "defendido"... Ha sido condenado por colaboración con ETA.
El señor Boye ha sido colaborador de la misma banda terrorista que me quiso asesinar con una maceta bomba y que no lo pudo conseguir por unas pocas horas. Lo impidió la Guardia Civil. Fue la época en que se reconstituyó el comando Barcelona, que se había desarticulado parcialmente un año antes.
Hablemos del 'Aquarius'. Ada Colau parece querer acoger cualquier barco que flote en el Mediterráneo con inmigrantes a bordo.
La actitud de Ada Colau es una tremenda irresponsabilidad. Porque ha sido incapaz de presentar un catálogo de bienes y de servicios para aquellas personas que pudieran ser acogidas en Barcelona, porque no distingue entre refugiados e inmigrantes ilegales y porque pretende respaldar el "papeles para todos" cuando no oferta servicios para los propios barceloneses. Incluso ha agravado las listas de espera de aquellos vecinos de la ciudad que esperan acceso a una vivienda, a una plaza de guardería o a una plaza en una residencia pública.
Es una constante en su trayectoria como alcaldesa.
Ada Colau se sirve de todo lo ajeno con fines propios. Lo hizo con los desahuciados y ahora lo está haciendo con otros colectivos, como los manteros.
Colau aplica las ordenanzas con criterios ideológicos y respalda a manteros y antisistema mientras persigue a aquellos que cumplen la ley
Me llama la atención la incoherencia que supone defender al gremio del taxi "porque paga impuestos" y, al mismo tiempo, hacer lo propio con los manteros, que no los pagan y que están en manos de mafias.
Y, además, juega con los sentimientos de la gente. Por ejemplo, aprobando un reglamento para los taxistas cuando sabe que no tiene competencias sobre la materia. O creando un agravio comparativo con otros sectores económicos de la ciudad que sí realizan una actividad legal, como por ejemplo los restauradores. A estos los acribilla con inspecciones y sanciones mientras permite actividades irregulares como la de los manteros o la de los chatarreros, a los que riega con subvenciones millonarias.
Colau aplica las ordenanzas con criterios ideológicos y respalda a manteros y antisistema mientras persigue a aquellos que cumplen la ley y pagan sus impuestos porque representan un modelo de ciudad del que ella discrepa.
¿Ha empeorado Barcelona, objetivamente, durante su mandato?
Ha empeorado. No lo dice el PP. Lo dice la encuesta realizada por el propio Ayuntamiento y los datos del Ministerio del Interior, que confirman que durante el primer semestre de 2018 los hurtos y los delitos en Barcelona han crecido un 20,5%. Barcelona se le ha ido de las manos a Ada Colau y ella ha bajado la guardia en seguridad. Y sí: la delincuencia y el incivismo se han disparado porque en Ada Colau no hay una alcaldesa, sino la antisistema que fue en el pasado.
La pregunta cuando hablas con los vecinos es "¿por qué hace Ada Colau lo que hace?". No parece haber ningún proyecto detrás. Parece ser simple afán destructivo.
Lo hace por sectarismo ideológico extremo. Y eso le lleva a perjudicar a su propia ciudad. Ha sido así desde que alcanzó la alcaldía. Y por cierto: los problemas de la vivienda, de los que ella hizo bandera durante su etapa como activista, se han disparado desde que ella está en el Ayuntamiento.
Y sin embargo… sigue contando con un 20% de previsión de voto.
Pero es que ha tenido aliados sobrevenidos. Ada Colau gobierna la ciudad con la minoría más absoluta de la historia democrática. Nunca tan pocos tuvieron tanto y ejercieron el poder de una forma tan totalitaria. Si lo ha podido hacer es porque ha tenido como aliado al independentismo. El procés ha impedido que aquellos partidos que podían compartir elementos centrales de un modelo de ciudad alternativo a Colau pudieran entenderse.
Colau presume de puente, pero lo que ha hecho ha sido dinamitar esos puentes.
Colau, lejos de ser un puente entre aquellos que son independentistas y los que nos sentimos españoles, ha optado por situarse en la orilla independentista, suscribiendo y apoyando las tesis del separatismo en el Ayuntamiento de Barcelona. También se ha sumado a su estrategia de acoso y descrédito del Gobierno de España y del PP.
Es muy probable que las elecciones municipales configuren un consistorio muy fragmentado. ¿Estaría dispuesto a aliarse con el independentismo para echar a Colau?
Lo que necesita Barcelona es una alternativa de sensatez, desde la centralidad, que deje al margen a un independentismo que quiere poner Barcelona al servicio de la secesión y convertir el Ayuntamiento en un casal independentista, pero también a la izquierda extrema de Ada Colau. Ha de haber una mayoría transversal y ahí no entra un independentismo al que no le interesa Barcelona más que como respaldo de la secesión. Un independentismo que desprecia los intereses de la ciudad. Tampoco entra ahí una Ada Colau y un populismo extremo que han perjudicado claramente a Barcelona y que se han convertido en un lastre. La suma se tiene que hacer desde todos aquellos barceloneses que no están en el independentismo ni en el populismo.
Se está hablando mucho de una hipotética plataforma encabezada por Manuel Valls y en la que, idealmente, estarían Ciudadanos, PP y PSOE.
Eso está ahí planteado, sí. Pero mal planteado. Desde el inicio. Aunque sólo quedan nueve meses, casi un parto, para las municipales, yo creo que todavía hay mucho partido. Está por ver, por ejemplo, que no hayan antes unas elecciones generales o autonómicas.
Pero, en cualquier caso, en política dos y dos no siempre son cuatro y las sumas pueden acabar convirtiéndose en resta. Así que, respecto a la plataforma, primero hay que ver si se materializa. Segundo, si es verdaderamente transversal o más bien la tapadera de un único partido. Y tercero, si están forjadas para ganar.
¿Dónde está el PP de Barcelona ahora?
En estos momentos, el PP sólo se plantea trabajar para ganar con su propia candidatura. Para poder sumar una alternativa, como ya he dicho, desde la centralidad barcelonesa. El debate sobre esa plataforma lo plantearemos cuando se pase del proyecto a una realidad concreta con personas y programas. Mientras Rivera habla de Valls como candidato de Ciudadanos, este habla de una plataforma. Pero no de partidos, sino que "incorpore" a partidos.
Pero insisto: hay que dar tiempo al tiempo. Y haya plataforma o haya partidos políticos, el PP tiene la obligación y el compromiso de afianzarse en la ciudad de Barcelona con un proyecto ideológico sólido basado en valores esenciales: libertad individual, defensa de las clases medias, derecho a la propiedad, principio de autoridad, colaboración público-privada, libertad de elección de servicios… Por el otro lado se va hablando y se van haciendo planteamientos, pero la posición del PP ya está planteada.
La Crida confirma que el golpismo de Puigdemont no tiene límites y que ha llegado a extenderlo hasta a su propio partido
Si no hay plataforma, ¿será usted el candidato del PP?
Eso lo debe decidir el partido a partir de septiembre, que será cuando se escoja a los candidatos municipales en toda España. Y en Barcelona será escogida, igual que en el resto de ciudades, la persona que mejor represente los intereses de los ciudadanos. Aquí todos somos necesarios, pero ninguno imprescindible.
Hablemos de la otra plataforma de la que se está hablando estos días. De la Crida de Puigdemont.
La Crida confirma que el golpismo de Puigdemont no tiene límites y que ha llegado a extenderlo hasta a su propio partido. Ya lo hizo con aquella "lista del presidente". Y ahora lo vuelve a hacer con una Crida en la que la presencia del PDeCAT es testimonial.
La Crida es un partido personalista y mesiánico. Un partido que, como en los peores totalitarismos de los años 30, no dudaría en arrastrar a Cataluña a la peor de las situaciones con el objetivo de conseguir sus fines. Puigdemont es ya más un pirómano que un iluminado.
La CUP, precisamente, le llamó hace unos días "pirómano" a usted.
Sí. Yo pedí que retiraran las pancartas en favor de los presos en Gràcia [el barrio está celebrando ahora sus fiestas] y la CUP me contestó diciendo que era un pirómano y un peligro para la convivencia. Hay que recordar que esta España de los balcones se inicia cuando un 24 de septiembre, el día de la Mercé, yo pongo una bandera española en el balcón del Ayuntamiento para replicar a la colocación de una estelada por parte de los concejales de ERC. Fue la primera reacción al independentismo en la que se les obligó a dar un paso atrás y a retirar la bandera.
Lo recuerdo. Oriol Junqueras y Alfred Bosch pidieron perdón, incluso.
También me preguntaron si yo iba a pedir perdón. Y, hombre, viendo que esa fue la primera vez en la que se obligó a los nacionalistas a retirar una estelada de un Ayuntamiento y a pedir perdón, lo único que pude decir es que lo volvería a hacer.
Se está hablando mucho del máster de Casado y muy poco de los currículos falsos de Pedro Sánchez, de su mujer y de decenas de altos cargos socialistas.
Es la hipocresía y la doble vara de medir de la izquierda. Con la diferencia de que el tema del máster de Casado quedará, en mi opinión, como una estrategia fallida de la izquierda para desacreditarle, mientras que los suyos seguirán gozando de la indulgencia general pese a que más de uno de esos currículos son claramente falsos. En cualquier caso, esos ataques reflejan más bien el nerviosismo por lo que perciben como el final de las excusas para atacar al PP.
El fichaje de Begoña Gómez es, obviamente, legal. Pero, ¿es presentable políticamente? ¿No debería alguien dar explicaciones?
Es evidente. Dime de qué presumes y te diré de lo que careces. El problema no es tanto el contrato, sino el discurso que previamente se había hecho por parte del PSOE. Si este fichaje se hubiera producido en el PP, si Begoña Gómez hubiera sido la esposa de un dirigente de nuestro partido, la cacería habría sido implacable.
Al final no es tanto el hecho en sí como el discurso de la izquierda. En otras circunstancias, el tema del fichaje de la mujer del presidente podría ser un debate convencional. Pero es que ellos predican una cosa y luego hacen la contraria, lo que pone en evidencia su insolvencia y su inconsistencia. Además de la mala fe de socialistas y podemitas en estas cuestiones.
Puigdemont y la CUP están llevando al independentismo hacia el peor escenario posible de confrontación abierta entre catalanes
Se prepara un otoño caliente en Cataluña, pero el separatismo pinchó claramente este viernes. ¿Están cayendo en el desánimo?
El independentista nunca deja de serlo. Puede mutar a un cierto pragmatismo en función de las circunstancias, pero Puigdemont y la CUP están llevando al independentismo hacia el peor escenario posible de confrontación abierta entre los propios catalanes. Aquellos que creen que el independentismo está derrotado, se equivocan. Los que creen que Torra puede acabar moderando su estrategia de confrontación, también.
El PSOE, con su laxitud hacia el independentismo, no está viendo que este se está creciendo. Y eso aunque parezca que está mutando hacia posiciones sensatas. Sus altavoces mediáticos siguen siendo auténticos minaretes de la confrontación y de la exclusión: son TV3, Catalunya Ràdio y las plataformas digitales. Y eso mientras son subvencionadas básicamente por la Generalidad, pero también por el Ayuntamiento de Barcelona. Hasta que esto no se derrote, es imprescindible que el PSOE promueva una política de Estado por la unidad de España y la salvaguarda de los derechos de todos los catalanes. Y especialmente de aquellos que nos sentimos españoles.
Oyendo a Torra, no parece que su objetivo sea tender puentes.
Torra y Puigdemont no se repliegan. Sólo están preparando el siguiente envite. Y la debilidad del PSOE está envalentonando al independentismo, que se crecerá, que buscará otro pretexto, que se rearmará en sus movilizaciones, y que no dudará en convocar unas elecciones para provocar otra resolución de ruptura del Parlamento catalán. Lo tengo clarísimo. Sólo hay que ver lo que dicen sus plataformas digitales y mediáticas.
¿Se fía usted de Meritxell Batet?
No se trata de desconfiar de la persona, pero están muy equivocados en el PSOE. Al independentismo no se le derrota con buenas palabras ni con más concesiones, sino neutralizando sus minaretes de confrontación y movilización. Es decir, sus medios de comunicación y la escuela. Mientras eso no se haga, no habrá solución.
Así que se equivoca Batet si cree que con una mejora de la financiación o de las inversiones el independentismo saldrá derrotado. Hay que hacer pedagogía, hay que mejorar aspectos relacionados con las inversiones, pero para el independentismo la ruptura con España no depende de un modelo fiscal o de un impuesto o de una carretera, sino de un sentimiento de exclusión.
Da la sensación de que se está dejando pasar el tiempo con el independentismo… y que lo acabaremos pagando en una o dos generaciones.
Cada década que pasa, cada generación, el independentismo aumenta las posibilidades de alcanzar sus fines. El independentismo fracasó en el 2017 por la respuesta contundente del Gobierno, por la de la Justicia, y porque no tenían la mayoría social. Ahora, sólo un año después, la respuesta del Gobierno está siendo mucho más laxa. Dentro de una década, si no se invierten las tornas, si no se hace pedagogía para evitar la distorsión de la realidad que se hace en Cataluña desde los medios de comunicación y la escuela, el golpismo será imparable.
Se está hablando también de una supuesta reforma constitucional, siempre en el sentido deseado por el independentismo. ¿Estaría usted dispuesto a debatir sobre una reforma de la Constitución?
El independentismo siempre ha pretendido reformar la Justicia por la vía de una reforma de la Constitución para dotarse de un Poder Judicial catalán. ¿Qué habría pasado si eso se hubiera hecho? El golpe habría triunfado porque la Justicia en Cataluña estaría ocupada por independentistas.
Dialogar sobre una reforma de la Constitución, o sobre una reforma de las inversiones, o sobre la financiación, puede ser positivo. Pero el independentismo es insaciable y persigue un único fin, que es separarse de España. Las concesiones sólo harán que el independentismo aplace un tiempo sus objetivos, pero no cambiará su decisión. Así que si queremos que el independentismo renuncie a sus fines, hemos de analizar por qué ha llegado tan lejos y por qué lo ha podido hacer.
Si hay que reformar la financiación, que se haga. Pero hay que actuar de raíz, con determinación y contundencia, desde el Gobierno y la Justicia, para cambiar las políticas relativas a medios de comunicación y escuela. Pero, sobre todo, no hay que debilitar, sino reforzar, la presencia del Estado en Cataluña.
La derecha y el centro-derecha andan divididos entre VOX, PP y Ciudadanos. ¿Recuperará el PP los votantes que ha perdido hacia estos dos partidos?
Yo estoy convencido de que, con Pablo Casado, el PP volverá a ser el centro de una alternativa de centro-derecha moderna y europea a ese cóctel de socialistas, podemitas e independentistas que han desbancado al Gobierno de Mariano Rajoy. El PP tiene la obligación de volver sobre sus pasos hasta el punto en el que se facilitó la dispersión de sus votantes hacia VOX y Ciudadanos. Y eso se ha de hacer desmontando lo que es Ciudadanos, es decir, un partido que estuvo dispuesto en su momento a votar a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno y que no dudó en aliarse con la izquierda parlamentaria.