Soledad Becerril (1944, Madrid), fue la primera mujer en ser ministra (la primera en hacerlo desde la Segunda República), con UCD y Calvo Sotelo como presidente. Fue la primera alcaldesa de Sevilla con el PP y una de las pocas mujeres que dieron forma a la Transición.
Defiende cambiar la legislación no para combatir la violencia contra la mujer sino los "indicios" y cree que el despertar de la conciencia sobre el feminismo es el cambio más trascendental desde el paso de la dictadura a la democracia. Sin embargo, no ocupa un lugar destacado en el debate. "Cuando hay una agresión verbal contra una mujer que no es de los grupos o partidos de izquierda, el silencio es grande", lamenta.
Becerril asegura que el machismo no le impidió desarrollar su actividad política con plenitud. Aunque viviera un momento en el Consejo de Ministros en que sólo se sentaba una mujer: ella. Ahora, Becerril, diputada seis legislaturas, Defensora del Pueblo hasta 2017, ha escrito sus memorias para reivindicar la Transición y la construcción de la España Moderna.
Su libro se titula Años de soledad. ¿Se ha sentido sola?
En muchos momentos, el esfuerzo fue colectivo. No sólo del partido, primero UCD y después el PP, sino también porque en la Transición participaron otros partidos. En los puestos ejecutivos, al final tienes que tomar la última decisión. Sí o no. Y si es equivocada, tú eres la responsable.
Habla usted del esfuerzo colectivo de la Transición. ¿Se ha perdido? ¿Son tiempos de soledad, o de fragmentación, en las que no hay proyectos compartidos?
Hubo concordia en momentos trascendentales de aquellos años, finales de los 70 y principios de los 80, y dio lugar a acuerdos importantes. Fueron los mejores años de la Historia de España, como dicen muchos historiadores, entre los que se encuentran John Elliot, Santos Juliá o tantos otros.
Hubo pactos, pero también hubo discordias. A Suárez le presentaron una moción de censura. Pasada la Transición ha habido acuerdos, sobre todo entre el PP y el PSOE. Sobre Europa, la lucha antiterrorista, el Rey… Ahora lo veo difícil.
¿Por qué hay tan poca concordia o química personal entre los líderes? ¿Por qué ahora, que debería ser más fácil, parece más difícil que nunca un acuerdo fundamental sobre el futuro del país?
Un acuerdo fundamental requiere primero un objetivo. Entonces fue hacer rápidamente, en poco tiempo, una transición total y absoluta hacia la democracia. Hubo acuerdo en lograr la reconciliación sin olvidar el pasado, porque no hubo olvido, tras un siglo XIX y un XX de fuertes tensiones, pronunciamientos militares, cambios constitucionales y hasta de régimen. El objetivo estaba claro.
¿Falta hoy un objetivo común?
Entonces fue difícil, pero hubo inteligencia y generosidad. Los objetivos son hoy muy distintos: el crecimiento, las mejoras sociales, el papel de España en la UE y fuera…
Es decir, que no.
No, pero sí debería haber un deseo común: que la democracia parlamentaria perdure, salvarla o mantenerla. A ella y a la monarquía parlamentaria.
Hay algunos grupos políticos que parece que persiguen un cambio de régimen
¿Está en riesgo?
Hay algunos grupos políticos que parece que persiguen un cambio de régimen. La democracia parlamentaria no les satisface y preferirían un régimen político sin división de poderes, sin independencia judicial e incluso sin monarquía parlamentaria.
¿Se refiere a Podemos o a los partidos independentistas catalanes?
Hay varios grupos y dirigentes. La democracia es un sistema político frágil. Siempre hay grupos que están o aspiran a estar en el poder que atentan contra algún elemento del sistema democrático, que requiere de equilibrios, acuerdos, reconocimiento de que es el mejor y que es el único que permite reformas. Donde no hay democracia, es muy difícil que haya reformas, y si se logran suelen ser para un grupo en detrimento de otros. Hay que cuidar la democracia.
"No fuimos capaces de valorar en ese momento lo hecho en muy poco tiempo tanto por el presidente como por el partido: la supresión de las anteriores estructuras del Estado, las amnistías, la ley electoral, la ley de libertad sindical, la reforma fiscal…", dice en el libro. ¿Qué le diría a los que creen que la Transición fue una conspiración de élites para mantener una oligarquía? ¿Tiene España un problema de memoria?
Es necesario hablar de esos años y tienen que estudiarse en las escuelas, porque si se les explica, los jóvenes lo entienden y lo aprecian. Este sistema existe en muy pocos países del mundo y no lo construyeron sólo los políticos sino que gozó de un gran apoyo de los españoles.
La intención del libro es explicarlo con sencillez: qué hacía yo cuando tenía menos de 30 años. Las campañas del 77 y del 79 fueron apoyadas, acompañadas y animadas por personas de toda condición. Y la gente estaba contenta y alegre, incluso entusiasmada. La Transición no la hicieron sólo unos pocos.
¿Ve algún paralelismo entre la Transición, con el nacimiento de nuevos partidos y la ilusión ciudadana, y lo que en España ha pasado en los últimos años con la aparición de nuevas formaciones y la politización de algunos sectores sociales?
Los nuevos partidos son un hecho y la sociedad evoluciona. Los grandes partidos tienen que revisar sus programas electorales para dar respuesta a nuevas cuestiones científicas, bioética, las telecomunicaciones, la era digital o cómo se relacionan con los ciudadanos. Pero insisto en que la democracia parlamentaria y los controles democráticos son las piezas clave.
La reforma de la Constitución no me parece una necesidad absoluta y perentoria. Las libertades están reconocidas y los derechos fundamentales están garantizados
¿Cree necesaria una reforma de la Constitución?
No me parece una necesidad absoluta y perentoria. Veo que las libertades están reconocidas y los derechos fundamentales están garantizados. Las nuevas necesidades pueden tener respuesta con reformas de la legislación. No me parece una cuestión fundamental. Tampoco rechazable, pero es fundamental que exista más o menos el mismo consenso que cuando se hizo la Constitución: un acuerdo amplio que abarque a sectores sociales muy diversos.
¿Cómo ha funcionado el sistema autonómico? ¿Es necesaria más autonomía o una recentralización para garantizar derechos comunes en todos los territorios?
El reconocimiento de las autonomías era necesario y la descentralización ha funcionado bien en términos generales, aunque haya habido desviaciones o excesos, con la creación de organismos innecesarios que multiplican el presupuesto al servicio de un afán de poder. Ha faltado coordinación en sanidad o educación.
En la legislación existe la figura de la alta inspección en materia educativa y no ha funcionado. Es la que debería haber señalado que la historia que se narra en algunas comunidades es un error porque va contra principios fundamentales o la Constitución. En materia sanitaria, debería garantizarse el acceso en función de donde uno esté, no de qué tarjeta sanitaria tenga.
Y luego está Cataluña.
Y luego está Cataluña. Es una comunidad donde los gobernantes se saltan las leyes y la Constitución, donde el Gobierno [autonómico] parece que gobierna pensando en unos grupos políticos, no en la inmensa mayoría. Se ponen además un lazo amarillo que me parece mal porque señala a aquellos que se consideran mejores, más propios de la tierra, merecedores de más. Es un signo muy negativo.
¿Es la crisis en Cataluña la consecuencia de un sistema que no funciona o el producto de una ambición política de personas y partidos determinados? ¿Quién es culpable, los partidos independentistas o el Estado y la ausencia del Estado en algunos casos?
El camino empezó con el nacionalismo, con una exaltación de lo propio, con una narración de la historia propia exagerada, tergiversada en muchas ocasiones. El objetivo final es la independencia porque se alcanzarán bienes y objetivos propios de El Dorado.
¿Es una anomalía la falta de alternancia en el poder en Andalucía?
Es una situación anómala. La alternancia es uno de los elementos convenientes y también necesarios en una democracia. Se hace sin que pase nada, sin que haya ninguna convulsión. Yo perdí en el 82 unas elecciones generales y no pasó nada, más allá de que fuera desagradable o doloroso. No se hundió el mundo, hubo alternacia legítima, sana y ganada en las urnas. En Andalucía es muy conveniente que haya alternancia, como en todos los poderes. Todos nos cansamos y tenemos la tentación de hacer alguna cosa mal.
¿Qué pasa en Andalucía para que en 38 años no haya habido alternancia?
Seguramente la oposición no haya actuado como debía, por decirlo de manera fina. Cuando uno pierde las elecciones es porque alguien ha fallado en algo. Pero también ha habido una extensión de los centros de poder y decisión. En Andalucía se han instaurado multitud de organismos para llegar a multitud de electores. En ocasiones, con fraude, malversando el dinero público para ganar adeptos o colocar a gente.
Mujeres y política
¿Qué sintió el último 8 de marzo, día de la mujer trabajadora? ¿Que ya era hora?
La situación de la mujer ha variado enormemente: el reconocimiento de derechos o deberes y la no discriminación por razón de sexo son dos ejemplos. Es el cambio más importante después del tránsito de la dictadura a la democracia. La lucha contra la violencia que se ejerce contra la mujer me parece bien, siempre que tenga fundamento.
En España observamos que la violencia es muy alta, con el agravante terrible de que los hijos son utilizados para vengarse de la mujer en algunas situaciones. Deben modificarse los procedimientos para que sean más rápidos y decisorios cuando una mujer esté en peligro o intuya que lo está. Hay que estar muy atentos a los indicios, aunque no sean hechos consumados.
Usted ha sido testigo de la diferencia de trato entre el hombre y la mujer pero siempre ha hecho lo que ha querido.
Sí.
No puede considerarse usted una víctima.
No, no. No me considero víctima de nada.
¿Se puede ser feminista y conservadora?
He visto actuaciones feministas o en favor de la mujer en muy diversos grupos políticos. No es patrimonio de la izquierda, aunque a veces se vea. Cuando hay una agresión verbal contra una mujer que no es de los grupos o partidos de izquierda, el silencio es grande.
Dice usted que en la Transición no hubo olvido, pero ahora, dentro de las actuaciones de la memoria histórica, el Gobierno quiere exhumar a Franco. ¿Qué le parece?
Es una decisión del Parlamento. No tengo nada que añadir. La respeto. Pero es un asunto en el que es fundamental un acuerdo entre el Gobierno y la familia.
¿Le gusta el nuevo líder del PP, Pablo Casado?
Espero que se consolide y sea capaz de ser alternativa en un momento no muy lejano.
Espero que el PP sea alternativa en un momento no muy lejano y espero que Casado sea capaz de ganar unas elecciones
Pero ¿cómo le ve?
Espero que el PP sea alternativa en un momento no muy lejano y espero que Casado sea capaz de ganar unas elecciones.
¿Con el bipartidismo se vivía mejor?
Me parece que la existencia de dos grandes partidos en España es bueno, permite generar acuerdos a los que se puedan sumar otros. Pero hay una fragmentación y no hay nada negativo. Lo negativo son algunas ideas de algunos de los partidos.
¿Goza de buena salud la monarquía?
La monarquía parlamentaria existe no sólo en España sino en multitud de países muy avanzados. Nos proporciona estabilidad tras más de siglo y medio de inestabilidad y convulsiones. Nos proporciona un bien que es la unidad de la nación. Hay quien quiere su derribo, pero lo que pretenden es derribar el sistema. La monarquía es un pilar de la democracia en España. Acosar y censurar a ese pilar es peligroso para la democracia.