Este lunes arranca el debate de investidura que, salvo imprevisto, hará presidente a Pedro Sánchez del Gobierno más radical de la democracia. Agotado cualquier entendimiento para que España pudiera ser gobernada por la necesaria centralidad, finalmente los socialistas serán sostenidos por Unidas Podemos, que si bien ha sacrificado a su líder, Pablo Iglesias, puede marcar y condicionar la agenda social del Ejecutivo.
Al margen del nihil obstat del separatismo al nuevo Gobierno, que Podemos reclame la vicepresidencia para Irene Montero ilustra el sesgo que pretende darle al nuevo Ejecutivo. Aceptar los 42 escaños de Podemos equivale a transigir con una política fiscal ideologizada. La izquierda tiene por finalidad atar en corto al tejido empresarial y asaetear a impuestos ya no sólo a las grandes fortunas, sino también a las clases medias en las que recae la generación de riqueza de un país.
Cataluña
Es una hipótesis razonable pensar que el nuevo Gobierno podría disparar el gasto público, generando una serie de iniciativas ideológicas y unas instituciones a costa del contribuyente. Y eso por no hablar de la reforma laboral o de la pretensión de Podemos de elevar el Salario Mínimo Interprofesional a 1.200 euros. Medidas que de llevarse a cabo atacarían directamente a una recuperación económica que muchos expertos ya cuestionan.
Y hay otra lectura fundamental en el hecho de que en el Consejo de Ministros los populistas pudieran conseguir entre cuatro y cinco carteras: la cuestión territorial. Es cierto que Podemos reculó recientemente en torno a una hipotética nueva aplicación del 155 en Cataluña, pero en el ADN de la formación morada está la convocatoria de un referéndum de autodeterminación. Algo que complicaría aún más la resolución del problema catalán.
Poder
Después de tres meses en los que España ha asistido al estrés del bloqueo parlamentario, Podemos puede lograr una cuota de poder impensable a tenor de su franco retroceso electoral y de ser una formación en un evidente proceso de descomposición. En realidad, Iglesias puede marcar las líneas maestras sin el desgaste que conlleva ocupar una vicepresidencia. La prueba es que Isabel Celaá ha asegurado que un Iglesias fuera del Gobierno tendrá "libertad" para criticar su funcionamiento. Puro esperpento.
Parece que los españoles estamos abocados a un futuro cuando menos desconocido. Y esto, por acción de unos y por omisión de otros que no han priorizado el sentido de Estado y se han enrocado en el "no es no". Son los riesgos del peligroso Gobierno que se avecina.