Rita Maestre (Madrid, 1988) acepta dedicar algo más de una hora al equilibrismo que supone abordar una entrevista sin un argumentario precocinado. Tampoco exige cronometrar la conversación. Lo hace pocos días después de haber sido nombrada portavoz nacional de Más País y directora de campaña.
Cada vez quedan menos huecos en su agenda. El teléfono del despacho, como si quisiera hacerse eco de eso, suena incluso descolgado. Un misterio. Igual que su futuro político. Concejal del Ayuntamiento de Madrid, nadie la creía cuando dijo que no iría en las listas del Congreso.
Enarbola el "ecologismo" y la "capacidad de desbloqueo" como las dos principales virtudes que diferencian el nuevo proyecto de su antigua casa, Unidas Podemos. Sin remilgos, y con la media sonrisa de quien esperaba la pregunta, responde así a la limitación de los vuelos peninsulares pretendida por Errejón: "Hablar de intervencionismo es hablar de un Estado moderno".
En clave ideológica -Maestre es política gráfica que acompaña con gestos sus respuestas-, explica que no ha sido comunista "ahora ni nunca": "Sus ideales me parecen legítimos mientras sean democráticos". Aunque la principal "amenaza" del presente, insiste, "son el fascismo y la extrema derecha": "Basta con echar un vistazo a Europa".
La semana ha estado marcada por la sentencia del 'procés'. ¿Qué le pareció la resolución del Supremo? ¿Cree que los años de condena son justos o le parecen excesivos?
Creo que la política y el poder judicial son dimensiones distintas. Así lo establece la Constitución y, además, es mejor para su funcionamiento. Yo no soy quién para evaluar la sentencia. Lo que sí creo es que el camino judicial no resuelve lo político. Hoy, la situación en Cataluña sigue siendo exactamente la misma o peor. Se delegó en los tribunales la resolución de un problema político… y por eso el problema sigue sobre la mesa.
Pablo Iglesias pidió a Sánchez que no renuncie a los indultos. ¿Más País apuesta por la excarcelación de los condenados?
Apostamos por una solución política del conflicto. Es una profunda anomalía que haya líderes presos, con largas condenas por delante, y que sean apoyados por una parte importante de la población catalana, no mayoritaria, pero sí muy numerosa. Aunque lo penitenciario pueda ayudar, no va a solventar el problema.
El indulto es, precisamente, una herramienta política.
Sí, como otros grandes nombres propios -el artículo 155 o la ley de seguridad nacional-, que se promueven como si pudieran solucionar el problema por sí solos. La discusión es extraordinariamente compleja y parece que debe ajustarse a estar a favor o en contra de una de esas opciones. No estoy de acuerdo. En los últimos años, el conflicto ha ido a más. Lejos de desaparecer, se ha recrudecido. Hace falta altura de miras, capacidad de negociación y generosidad por ambas partes.
Pero, ¿por qué Más País no desvela su postura en torno a los indultos?
No es una cuestión de “desvelar”. No se trata de centrar la discusión en un solo elemento. “¿Va a solucionar el artículo 155 el problema catalán?”. Diría que no.
¿Ve? Pero sí tienen una postura acerca del 155, y no de los indultos.
¿Pueden solucionar los indultos la situación en Cataluña? Depende de lo que las fuerzas políticas catalanas sean capaces de hablar, depende de lo que la sociedad catalana sea capaz de dialogar. Nosotros debemos proponer distensión y diálogo.
Entonces, Más País concluye que los indultos… “depende”.
Efectivamente, como tantas cosas en la vida, sobre todo las cosas importantes.
Quim Torra es un irresponsable, no está a la altura del cargo
¿Qué pensó cuando escuchó a Torra decir que va a volver a celebrar un referéndum ilegal de autodeterminación?
Torra es un profundo irresponsable, un incoherente. Con una mano alienta la desobediencia civil en la calle y con la otra la golpea. No está a la altura del cargo. No ha hecho nada para solucionar la situación. Al contrario, espera sacar rédito político de seguir echando gasolina al fuego. Ojalá sea reemplazado pronto.
¿Y su teoría de los “infiltrados”?
Pese a las escenas terribles que hemos visto en las calles de Barcelona, el movimiento independentista catalán es mayoritariamente pacífico. De hecho, seguro que están a disgusto con los disturbios, las quemas y los incendios. Probablemente, ese movimiento pacífico es quien más siente esas escenas porque sabe que juegan en contra de su causa. En cuanto a lo de los “infiltrados”, creo poco en las teorías conspiranoicas.
¿Entiende que a la gente le cueste, cada vez más, creer en el pacificismo de los separatistas catalanes? No se han visto incendios ni palizas a policías en manifestaciones afines a Podemos, PSOE, PP, Ciudadanos o Vox.
Creo que es un movimiento fundamentalmente pacífico. Así lo ha sido durante los años anteriores. Por supuesto que existe un nivel importante de descontrol. No hace falta más que poner la tele para darse cuenta. El último ejemplo que recordamos de grandes movilizaciones en la calle lo protagonizaron los chalecos amarillos franceses, que pedían mejoras para la clase trabajadora.
Hubo conatos de desorden, pero fue predominantemente pacífico. Lo que hacen algunos no debe manchar a todos. En cualquier caso: nos levantamos todos los días con las calles incendiadas, gente que no puede ir al trabajo, familias asustadas… Es absolutamente inaceptable.
Los graves disturbios en las calles protagonizados por Tsunami Democràtic y los CDR han desatado una crisis de violencia. Si la situación se agravase más, ¿apoyarían a Sánchez en la aplicación del 155?
Ese no es el objetivo ni la función del artículo 155. Si hablamos de un problema de desorden público, los cuerpos de seguridad del Estado deben coordinarse entre ellos -como ya lo están haciendo- para garantizar la convivencia. El recurso a ese 155 mágico que supuestamente iba a solucionar las cosas… Ahora tenemos un problema mayor.
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha estado desaparecida. ¿Qué opina de la gestión de esta crisis por parte de su antigua compañera?
He visto declaraciones suyas todos los días acerca de los altercados. La vi reunida con los cuerpos policiales. Al contrario, creo que Ada ha tratado de favorecer ese punto intermedio, sin colocarse del lado del independentismo ni del que piensa que las cosas se solucionan con cárcel y palos.
Por cierto, Colau ha llamado “pirómano” a Rivera. ¿Lo comparte?
Rivera comparó un coche quemado en Barcelona con lo que sucede en Bagdad o en Alepo, guerras en las que han muerto en torno a 600.000 personas. Me parece que trata de sacar rédito político de echar gasolina al fuego, como hacen Torra y los independentistas. Son fuerzas que piensan a corto plazo. Contribuyen a hacer más profunda la brecha social en Cataluña.
¿Cree que el Estado debería permitir un referéndum de autodeterminación en Cataluña?
Para mí, hay una secuencia temporal: los pasos son importantes. Lo primero que tiene que haber es un gran acuerdo que, después, se someta a referéndum entre los ciudadanos. Hemos llegado hasta aquí por haber afrontado una situación dicotómica, sin grises ni matices. Es evidente que en la vida y en la política, las escalas intermedias son la parte importante. Necesitamos un gran acuerdo entre partidos que, luego, se someta a refrendo popular. Dentro de la legalidad, por supuesto.
El referéndum no se debe hacer, no va a solucionar el problema
Pero, el remedio, aunque se lograra reformar la ley, ¿cree que es un referéndum de autodeterminación?
No soy independentista, prefiero que Cataluña sea parte de España. Ese referéndum de autodeterminación no se debe hacer, no es razonable y no va a solucionar ningún problema. Debemos repensar el pacto de convivencia, acordarlo entre las fuerzas políticas y después someterlo a votación popular.
Un estatuto.
Efectivamente.
¿Qué diferencias encuentra entre el nacionalismo de Vox y el de ERC?
Unas cuantas, la verdad. El nacionalismo, por definición, necesita construir una comunidad en la que delimita quiénes están dentro y quiénes se quedan fuera. Deberíamos superarlos. Mi forma de entender el patriotismo es una comunidad abierta, inclusiva y permeable, donde ni la lengua, ni la raza ni la sangre otorguen los derechos. Me preocupa el nacionalismo de Vox. Es extraordinariamente excluyente, racista y machista. Lesivo. Sus máximas consecuencias las vivimos en Europa: los regímenes totalitarios.
¿Le preocupa más, entonces, el nacionalismo de Vox que el de Esquerra Republicana?
Por supuesto. También teniendo en cuenta que vivo en Madrid. Cataluña es un trocito de nuestro país y, alrededor, hay un territorio muy grande, donde por supuesto importa Cataluña, pero también lo que sucede en Badajoz, Murcia o La Coruña. Allí, su principal problema no es el nacionalismo de ERC, sino si en su ciudad hay gente que considera que hay que reeducar a las personas LGTBI o que hay que reducir la protección legal frente a la violencia machista.
Más País se nutre fundamentalmente de gente que estaba en Podemos. ¿Por qué usted se ha ido con Errejón y no se quedó con Iglesias?
No es “irse con”. A pesar de que los líderes son importantes, me importan más las ideas. Entiendo, y así lo piensan muchos españoles, que en abril hicimos cada uno nuestra parte: votar. Había una mayoría clara para formar un gobierno progresista y no se produjo por culpa de cálculos cortoplacistas, del reparto de sillones. Ese bloqueo impide las políticas que necesitamos. Me hace pensar en una opción distinta, que pone encima de la mesa la voluntad de acuerdo.
Como directora de campaña de Más País, ¿podría apuntar las diferencias fundamentales con el proyecto de Unidas Podemos?
Saber qué va a suceder con el voto de Más País es una diferencia política fundamental. No lo decimos en abstracto. Nosotros no contribuiremos al bloqueo. Es una razón de peso. Los programas son muy importantes, pero sobre todo cuando son de gobierno.
No ha especificado ninguna diferencia concreta.
Le puedo hacer un resumen de las principales medidas programáticas de Más País.
Ahora le preguntaré por ellas. José Luis Villacañas, el intelectual de cabecera de Errejón, dice que Iglesias tiene una raíz leninista de la que Íñigo carece. ¿Está de acuerdo?
Es una reflexión filosófica...
Usted es politóloga.
Sí, pero no comentarista ni politóloga de academia. No he leído exactamente lo que dijo.
¿Más País simpatiza con el comunismo?
¡Ah, que quería llegar ahí! Parecía que estábamos hablando de filosofía y en realidad estábamos hablando de si somos comunistas rojeras -bromea-.
Más País es una fuerza progresista verde
Tómeselo como quiera.
Es un debate pasado de rosca. Más País es una fuerza progresista verde, esa es una diferencia notable con las demás plataformas progresistas. Nosotros creíamos que faltaba una opción centrada en la ecología política. Haremos un papel importante.
Con ese “pasado de rosca”, ¿se refería a que el comunismo es una ideología “pasada de rosca”? Creo que la pregunta era pertinente porque usted militaba, hasta hace un año, en Unidas Podemos, una coalición que incluye al Partido Comunista.
No he sido comunista nunca. Ni cuando empecé a militar ni ahora. No concuerdo con sus ideales. Me parecen legítimos mientras sean democráticos. Entiendo que quienes son comunistas a día de hoy intentan compatibilizarlo con la democracia. No me siento vinculada a esa tradición política.
El Parlamento Europeo aprobó hace unos días una resolución sobre la importancia de la memoria histórica que equipara el comunismo y el nazismo, y rechaza los crímenes cometidos por ambos. ¿Está de acuerdo?
No conozco esa resolución. Sé que en Europa, en los años treinta y cuarenta, hubo un conjunto de crímenes notables que empezaron en Hitler, pasaron por Mussolini y tuvieron importantes ecos numéricos en Stalin. Pero lo que tenemos hoy en Europa sobre la mesa es que en Polonia se está discutiendo una ley para meter en la cárcel a quien dé clases de educación sexual a los adolescentes. Tenemos partidos de extrema derecha en los parlamentos nacionales que ponen en riesgo la libertad de expresión y los derechos humanos. Me preocupan el fascismo y la extrema derecha porque del comunismo no sé si queda algo, ni si tiene capacidad de incidir en la agenda política.
Su programa pide que se reduzca la semana laboral a cuatro días. El tiempo de trabajo disminuiría así un 11%. ¿Quién pagaría al empresario el consiguiente descenso en la productividad?
Espero que no estemos dando por sentado que la productividad es lo mismo que las horas trabajadas. De ninguna forma es así. Más bien al contrario. Está ligada al entorno y la tecnología. Nadie puede sostener que trabajar doce horas seguidas aumente la productividad.
Pero si en Más País o en este periódico se dejara de trabajar de golpe un día a la semana, le aseguro que la productividad descendería de manera inmediata.
Por eso la medida no se aplicaría de golpe.
Y, mientras tanto, ¿quién asume los costes de esa medida?
Proponemos esa reducción de la jornada laboral a 32 horas semanales porque este es un país donde hay millones de horas extras no pagadas todos los años. Se superan las jornadas laborales en las oficinas. A menudo se incumple, salvo en lugares muy tasados como la Administración pública. La gente en España trabaja mucho recibiendo menos de lo que debería y sin cotizar parte de su trabajo.
Los trabajadores han puesto su parte para superar la crisis, creo que los empresarios también deberían poner la suya. Como sociedad moderna, debemos ir hacia un reparto más equitativo del trabajo.
Los jóvenes de 16 años deben votar porque se decide su futuro
Su defensa del derecho al voto a partir de los 16 años va a contracorriente de las grandes democracias europeas. ¿Cómo lo justifican?
Ampliar la comunidad política es positivo. Los jóvenes que se han manifestado en los últimos meses pidiendo con urgencia medidas para atajar el cambio climático prueban que son un sujeto político activo. Tienen que votar porque lo que se decide hoy les afectará en el futuro.
Ustedes proponen limitar los vuelos peninsulares. ¿El objetivo de reducir la contaminación justifica ese intervencionismo?
Los estados complejos como éste tienen tal nivel de regulaciones y de intervención en la vida cotidiana… Hablar de intervencionismo es hablar de un Estado moderno. La altura de las farolas, las señales o cuánto se paga por un producto está fuertemente intervenido por lo que un ayuntamiento, una comunidad o el Gobierno decide. Vivimos en un mundo extraordinariamente regulado. España es un país extraordinariamente intervenido en todos los ámbitos de nuestra vida. Decidir qué medios de transporte pagan el impuesto al carburante y cuáles no es una decisión política. Lo paga el tren, y no el avión. ¿Por qué? Queremos que el Estado intervenga para garantizar que el medio de transporte sea lo menos contaminante posible.
El machismo está en todas partes, en nuestra casa también. Debemos solucionarlo
Entraría a debatir, pero me quedan muchas preguntas… Clara Serra, antes número dos de Errejón, se despidió con una carta que criticaba, hablando en plata, el machismo de Más País. ¿Qué le responde?
Que estoy de acuerdo, por supuesto. El machismo está en todas partes. Las relaciones patriarcales están en los salarios, en la forma en que te habla un señor de setenta años, en los partidos, en las familias, en el supermercado… Lo que hacemos las feministas no es taparnos los ojos. Por supuesto que en nuestra casa sucede. Debemos diagnosticarlo y solucionarlo.
Una buena forma hubiera sido proponer una mujer como candidata a la presidencia del Gobierno.
Pues, sí, muy buena idea. No había ninguna a mano. No abundan quienes quieren someterse a semejante reto. Aunque creo que Errejón, sin ser mujer, es un candidato fantástico. Con mucho talante.
¿Considera que Más País representa mejor el feminismo que Podemos?
No creo que esto vaya de ponerse banderines, sino de sumar y colaborar. No voy a entrar en el “y tú más”.
En Más País hay tres corrientes: “errejonistas”, “tanios” y “los de Carmena”. He empleado la terminología que se escucha en los corrillos de sus asambleas. ¿Es la semilla para nuevas divisiones?
Por dios, no. No sé dónde escuchó eso. ¿En conversaciones de pasillo? Entonces no le voy a dar carta de validez todavía.
Eran conversaciones de sus militantes. ¿No hay todavía corrientes en Más País?
No.
Por cierto, ¿dónde está Carmena? ¿Por qué no está haciendo campaña para Más País?
Que yo sepa no se presenta a las elecciones. Manuela dejó la política institucional. Apoya el proyecto, imagino que hará algún acto de campaña, pero desde fuera, como mujer independiente. No forma parte de esta estructura porque así lo ha querido.
La recaudación de microcréditos para financiar Más País no ha ido como esperaban. ¿Es indicativo de una falta de movilización?
No comparto la premisa. Todos los procesos de financiación ciudadana son progresivos. Van poco a poco. En la campaña de Más Madrid, funcionó y se hizo una campaña notable. Estoy seguro de que volverá a pasar.
Ideológicamente, ¿se encuentran ustedes más cerca del PSOE que de Podemos?
Es una forma incorrecta de plantearlo. Los programas son papel mojado si al día siguiente no sirven para nada. Por eso no voy a entrar a comparar qué programas se parecen más. Voy a poner todos los recursos para que los escaños de Más País formen un gobierno progresista y de políticas útiles.
¿Siente que Sánchez ha instrumentalizado Más País para erosionar a Iglesias?
Sánchez se ha movido con un tacticismo bastante arriesgado, que puede traerle más de un disgusto. Creo que, cuando se ha dado cuenta de que las encuestas no le pintan tan bien, ha empezado a atacar a adversarios con quienes después tendrá que entenderse. Lo hizo en la pasada campaña y le salió mal. Ha recrudecido su discurso contra Más País porque está menos seguro.
¿Más España? España y país es lo mismo
Más País es la consecuencia nacional de Más Madrid. ¿Fue una decisión cobarde no elegir Más España? Ustedes no se llamaron “Más capital”.
España y país es lo mismo.
En la papeleta pone una cosa y no la otra. El matiz es importante.
He oído que también los de Vox lo dicen. Es una cuestión retórica. Nuestro país es España. Se trata de lo mismo.
¿Le gustaría que en sus mítines estuvieran las banderas de España que no hay en los de Unidas Podemos?
¿Sabe qué pasa? Los mítines en los que veo muchas banderas de España son como la manifestación de Colón. Se utiliza la bandera para restregársela al otro y decirle: “Yo soy muy español y tú no cabes dentro de mi país”. Yo aspiro a que sea algo inclusivo. Me siento representada en esa bandera.
Por eso se lo pregunto. Si les representa, ¿por qué no las sacan?
Pienso en la imagen de Colón. Esas banderas de España, las de las tres derechas, supusieron insultos a los demás. Yo no quiero generar eso.
Asociar la bandera de España a esos insultos de los que usted habla es un prejuicio.
Es lo que ocurrió en la manifestación de las tres derechas. Esa plaza no era particularmente alegre, sino extraordinariamente agresiva y hostil con quienes no estaban allí. Les acusaron de no ser españoles. Ahora mismo, en mi cabeza, una plaza llena de banderas de España me recuerda a eso.
Mirar una plaza llena de banderas de España y que le recuerde a la “agresividad” del adversario es un prejuicio.
¿Usted lo define como prejuicio? Ok. Creo que es el recuerdo más reciente que yo tengo de un mitin lleno de banderas de España. Me parece un uso patrimonialista de la bandera.
Más País ha pactado con Compromís -que incluye a los independentistas del Bloc-. Su candidato de Barcelona pertenecía a la CUP -aunque ya se ha desmarcado del separatismo-. ¿Entiende que el votante pueda desconfiar?
No, una puntualización. Joan Baldoví no es independentista y él es el Bloc.
Los estatutos del Bloc incluyen el separatismo del que le hablo.
Compromís no es una fuerza independentista, sino regionalista. Buscan ampliar la autonomía valenciana aprobada en el Estatuto. El candidato de Más País por Cataluña no es separatista ni de la CUP. Formaba parte de un proyecto municipalista en el que había gente de la CUP, pero él no lo era. Ha dicho públicamente que en ese hipotético referéndum de autodeterminación, que no queremos hacer, votaría que “no”.
Esta próxima semana se consuma la exhumación de Franco. ¿Qué haría usted con el Valle de los Caídos?
Configurarlo como un lugar de Memoria y que explique cómo se construyó el Valle. Nunca más debe ser un lugar de culto ni de exaltación de la dictadura.
¿Cree que la izquierda ha idealizado la Segunda República? ¿Ha faltado autocrítica? Lo digo en el sentido de invisibilizar, por ejemplo, los crímenes del Madrid republicano.
La Segunda República fue un periodo político extraordinariamente inestable, pero también extraordinariamente positivo: llegó la democracia. Se hicieron importantes esfuerzos por aumentar los derechos sociales de los campesinos y los obreros, que vivían en condiciones muy duras. Creo que, como parte de esa inestabilidad, hubo importantes discusiones entre la religión y el laicismo, acerca de la gestión de la propiedad… Eso a veces provocó algunos episodios de desórdenes públicos y violentos.
Independientemente de eso, la Segunda República era un sistema elegido democráticamente. Fue apagado por un golpe militar apoyado por una parte del ejército. Nada de lo que sucediera durante la República, ningún desorden o incluso delito contra la integridad de las personas, justifica que una parte del ejército y la burguesía diera un golpe contra la democracia.
No estaba equiparando, ni mucho menos, la Segunda República con el franquismo. Pero le preguntaba por esa “idealización” de aquellos años, en el sentido de ocultar matanzas como la de Paracuellos o asesinatos de religiosos.
Paracuellos no sucedió durante la Segunda República.
Sí sucedió en territorio republicano.
Para pensar con perspectiva histórica debemos separar los momentos. Primero evaluemos lo que sucedió durante la República y después lo que pasó en la guerra, en la que ambas partes cometieron atrocidades. Es imposible idealizar nada en guerra. Es gente que mata para no ser matado.
También hubo asesinatos antes de que empezara la guerra… ¿Qué opinión tiene Más País de Felipe VI y de la Monarquía?
Somos una fuerza republicana, un sentimiento que comparte una gran mayoría de los jóvenes españoles.
Errejón, en El Hormiguero, reconoció haber cambiado de opinión sobre Venezuela. Parece arrepentido de los elogios a Hugo Chávez. ¿Más País define a Venezuela como una democracia?
Difícilmente. Es un sistema político muy débil. No sé si es una semidemocracia o una semidictadura. No hay normalidad institucional. Es un lugar en el que hace falta mucha negociación para alcanzar una comunidad política estable.