Parafraseando a Carlos Marx: un fantasma recorre España. Se llaman los perimetradores. Y son de todas las tendencias.
Oído en un bar-terraza de Ávila. En una mesa, dos parejas de Madrid, muy probablemente funcionarios, dicen al camarero, mientras liban un vermut de grifo durante la soleada mañana del pasado domingo:
–Se está de maravilla.
–A ver si vuelve la normalidad de una vez.
–Creo que les van a llegar por fin ayudas a la hostelería.
El camarero, un poco amoscado, contesta:
–No queremos ayudas. Lo que hace falta es que nos dejen trabajar.
Los clientes se quedaron asombrados de que alguien no quisiera ayudas. Tengo la impresión de que estamos ante un claro escenario de oposición política y social que no es de género, ni de clase, ni de alarmismo climático. Ni siquiera de izquierda frente a derecha, a juzgar por la coincidencia del presidente de la comunidad valenciana con el presidente de la comunidad gallega.
Se trata de la oposición propia del siglo XXI entre productores (el camarero de Ávila, el transportista…) y asistidos (millones de subvencionados y dependientes de ayudas).
Por mi parte, observé hace varias semanas que había algo de perverso en la perimetración a la que nos somete el gobierno de la Nación con el apoyo incondicional de todas las comunidades autónomas, salvo Madrid. Me resultaba llamativo que nuestra clase política, que no coincide prácticamente en nada importante sobre los problemas reales de los españoles, muestre unanimidad en el confinamiento de los ciudadanos en su provincia o en su región.
Llegué a la conclusión de que la respuesta estaba en la demoscopia. Una amplia mayoría de la opinión, aterrorizada por las cifras (descendentes) de la pandemia, es partidaria de la perimetración, luego… cualquiera lleva la contraria a lo que piensa la mayoría.
La respuesta sobre los porcentajes demoscópicos partidarios del confinamiento la dio el sondeo de EL ESPAÑOL del pasado miércoles 10 de marzo: “El 68% de los españoles apoya el cierre de las comunidades autónomas durante la Semana Santa”. Un 4% no sabe, no contesta. Y un 28 % se muestra contrario a la perimetración.
Padecemos una clase política que contribuye a la creación de un estado de opinión, pero que es incapaz de ir a contracorriente. Sin embargo, el liderazgo político es justamente lo contrario. Se trata de exponer una posición, explicar sus ventajas, suministrar pedagogía y hacer una propuesta que conecte con parte de los ciudadanos que dice representar.
En el caso del PP, el silencio es clamoroso por sus contradicciones. Madrid, la comunidad más abierta y combativa por la libertad, choca con Castilla y León, también del PP, que es la más partidaria de la perimetración y las limitaciones.
¿Qué opina Pablo Casado? No se sabe.
La historia está llena de ejemplos de liderazgos a contracorriente capaces de convencer al electorado: Ronald Reagan en los Estados Unidos, Winston Churchill o Margaret Thatcher en el Reino Unido, Lech Walesa en Polonia, Antonio Cánovas o Antonio Maura en España...
Hay otros liderazgos que observan el sentido de una época y son capaces de subirse a la cresta de la ola y coger la champa. Fue el caso del presidente Adolfo Suárez, que hizo una exhibición de surf, pero que al llegar a la orilla no supo remontar y coger una nueva ola.
El sondeo de EL ESPAÑOL desvela con precisión que cuanto más a la izquierda se ubica el entrevistado, más partidario es de la perimetración. Y cuanto más a la derecha se ubica, menos partidario es del confinamiento. Por lo que se ve, a la izquierda le encanta el cautiverio.
Dado que, con los datos actuales, ningún líder nacional ha hecho una protesta abierta y clara contra la perimetración, hay que llegar a la conclusión de que el 28% de los españoles se sienten (nos sentimos) huérfanos de representación política.
Se trata del camarero de Ávila y de tantos otros productores que prefieren producir a ser subsidiados y a los que una mayoría de españoles, paralizados por el miedo y en la comodidad de una seguridad de ingresos procedente del presupuesto nacional, imponen al resto de los ciudadanos la perimetración, el confinamiento y la condena a las ayudas.
Los perimetradores amenazan con prolongar la agonía productiva de la Nación con un ritmo de vacunaciones manifiestamente mejorable. Entre tanto, estamos alerta ante la amenaza de que el chollo de Pedro Sánchez de gobernar bajo el estado de excepción, que él llama de alarma, se extienda más allá del mes de mayo.
¿Será ya el momento de que algún líder político se oponga abiertamente a esta insoportable limitación de nuestros derechos y libertades?