Tal y como demuestra el sondeo que publicamos hoy en EL ESPAÑOL, el efecto Iglesias nace desbravado, hunde a Ángel Gabilondo (que pierde nueve escaños en apenas 24 horas) y lastra a Mónica García (que pierde uno) en comparación con la media de los sondeos publicados durante la última semana y hasta el lunes por la mañana, cuando se conoció la decisión del líder de Podemos de presentarse en la Comunidad de Madrid.
En términos generales, el efecto Iglesias perjudica a la izquierda y beneficia a Isabel Díaz Ayuso, que ve un poco más cerca la victoria en los comicios del próximo 4 de mayo. Todavía, eso sí, sin los votos necesarios para una mayoría absoluta que le permita prescindir de Vox.
La decisión de Iglesias de presentarse como candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid es una muestra más del gusto del todavía vicepresidente segundo del Gobierno por calzarse el traje de supermán político para actuar de héroe de la izquierda. O de sí mismo.
El movimiento de Iglesias es temerario, uno de esos golpes de efecto que tanto gustan al líder de Podemos. Pero no ha sido inteligente. Lo demuestra el rechazo de Más Madrid a unirse a Podemos en una misma lista. Más Madrid y Podemos corren ahora riesgo de destrucción mutua.
Iglesias podría, en fin, laminar a Más Madrid, quedarse lejos del sorpaso al PSOE y arruinar las posibilidades de la izquierda de sumar más que Ayuso. Y todo para nada.
Midiendo mal los tiempos
El hundimiento de Gabilondo y el estancamiento de Más Madrid demuestran que Iglesias no ha medido bien los tiempos. Como un perro del hortelano del populismo, Iglesias no comerá ni dejará comer. Tampoco podrá hacer ni deshacer a voluntad.
A su deslealtad con Pedro Sánchez (chocante pero, a fin de cuentas, poco más que un problema interno entre socios de Gobierno) se suma la evidencia de que Iglesias ni siquiera consultó con Íñigo Errejón su decisión de dar el salto a la Comunidad de Madrid con una lista conjunta con Más Madrid.
¿Qué esperaba Iglesias? ¿Que Errejón aceptara regalarle los votos de Más Madrid, enardecido por la perspectiva de esa batalla contra un fascismo y una ultraderecha que sólo existen en la cabeza del líder de Podemos?
Una operación como esta, anclada sólo en los deseos y la voluntad del líder de Podemos, roza lo irracional. Podría ser el último error político de Iglesias.
Guerra en la izquierda
Resulta difícil de entender que Iglesias no haya hablado con el que fuera su antiguo socio en Podemos antes de tomar ninguna decisión. Más aún cuando sus respectivos partidos se verán obligados a atacarse el uno al otro para arañar unos cuantos votos, ya sea de forma explícita o con las navajadas subterráneas propias de la política.
No hay amigos cuando unos cientos de votos pueden valer un diputado.
Este tiro en el pie de Iglesias neutraliza las escasas posibilidades que tenía Podemos de cosechar algún éxito. Dinamita también, y hay que ver si definitivamente, las posibilidades de la izquierda de hacerse con la Comunidad de Madrid este 4 de mayo.
Concurrir por separado es el mejor regalo que le podría haber hecho la izquierda al centroderecha. ¿Cómo justificará ahora Iglesias esta decisión rocambolesca?
Por más que en Unidos Podemos consideren un "error notorio" el rechazo de Más Madrid, hay que atender a los datos. Más Madrid (20 escaños) consiguió adelantar claramente al partido morado en 2019 (7 escaños). ¿Cómo iban a tolerar que Pablo Iglesias le arrebatase la candidatura a Mónica García?
La arbitrariedad de Iglesias es una huida hacia adelante mal pensada y mal ejecutada que puede suponer el fin de su trayectoria política. Las encuestas apuntan a su fracaso.