Para qué engañarnos. Francisco Igea no es un hombre moderado. No lo piensan sus adversarios. Tampoco sus compañeros. Ni siquiera él mismo. El vicepresidente de Castilla y León, por tanto, podría esgrimirse como prueba de que el centro no significa equidistancia, y de que el liberalismo conlleva un mapa conceptual tan profuso -probablemente mucho más- que la socialdemocracia o el conservadurismo.

Detrás del "ni rojos ni azules y todas esas chorradas" hay -o debería haber- toda una filosofía que nutra el centro liberal pretendido por Ciudadanos. De eso va la convención nacional que se celebrará en Madrid los próximos 17 y 18 de julio.

Igea es el eterno disidente de Ciudadanos, aunque ya sin intenciones de presidir el partido. En esta entrevista confiesa que no concurrirá a las primarias. Está a lo suyo, a la gestión de la región más extensa de España.

Su relación con Inés Arrimadas sigue sin ser fluida, pero insiste en que no busca el enfrentamiento sino la discrepancia constructiva. "Aquí, las polémicas acaban en abandono o expulsión y eso no puede ser", lamenta. Llama a "cambios organizativos" que acaben con las "estructuras piramidales".

A lo largo de esta entrevista, Igea clama contra el "excesivo purismo" que a veces caracteriza a Ciudadanos y llama a reconstruir una organización que tenga como máxima aspiración "ser decisiva" en los pactos de los próximos ciclos electorales.

Este fin de semana Ciudadanos conmemora sus quince años de vida. Usted es médico: ¿cuántos estima que le quedan?

Como médico, en vez de estimar, trabajo para que el partido mejore.

Pero sí que hará un diagnóstico: qué le pasa a Ciudadanos.

Expuse un diagnóstico hace ya más de un año. También una propuesta de tratamiento, pero fue rechazada. Mantengo mi diagnóstico, que en gran parte es aplicable al resto de partidos: las organizaciones se han vuelto cesaristas, los sistemas de elección de los presidentes otorgan un poder efectivo sobre toda la organización; la estructura es demasiado piramidal y apenas tiene influencia la representación local. 

Y cuál es el principal riesgo.

Cuando no tienes una estructura excesivamente piramidal, las delegaciones pueden responder por sí mismas en sus territorios. Pero cuando la estructura es piramidal, un problema en Murcia o en Granada se convierte pronto en un problema para todo el partido.

Usted conoció la etapa dorada, además desde la disidencia. ¿Cuál es su explicación de lo que ha pasado? ¿Por qué, en un pestañeo, Ciudadanos ha pasado de 57 a 10 escaños y ha quedado laminado en los grandes parlamentos regionales?

Ciudadanos fue responsable del mayor error político desde 1978. No digo que fuera responsable en solitario, no absuelvo al PSOE de aquello; también ellos serán juzgados por la historia. Tuvimos por fin la oportunidad de sacar a los nacionalistas de la ecuación. ¡Era una misión fundacional de Ciudadanos!

No digo que, de haberlo intentado, hubiera ocurrido algo distinto; pero nadie nos vio intentarlo. Eso lastró gravísimamente a Ciudadanos. Además, apostamos todo a un lado de la balanza, abandonamos el centro…

Vayamos por partes: después llegó la debacle en las autonómicas de Cataluña. ¿Qué pasó?

El batacazo tuvo que ver con lo que le comentaba, pero también con la sensación de abandono, justificada o no, de la militancia y de los votantes de Ciudadanos en Cataluña. Es que hay un problema en la forma en que nos dirigimos a la población. Hemos caído en la política de la tribalización. 

Explíquese. 

Hoy me dirijo a un colectivo, mañana a este otro… y así sucesivamente. Entonces, mensajes tan potentes como la igualdad y la libertad acaban segmentados. Es un problema global del centro izquierda y del centro, tanto en Europa como en Estados Unidos.

Pero… 

El partido tiene vida y el espacio que ocupamos es necesario. Podemos hacer buena política y ser decisivos. Aquí, en Castilla y León, creo que lo estamos haciendo. Se nos percibe como gente seria. Debemos alcanzar cambios en la gobernanza del partido, en los sistemas de elección de candidatos, que sea de abajo arriba y de manera participada. Lo propuse en su día y lo sigo proponiendo. No he visto nada que me haga cambiar de opinión.

¿Eso significa que se volverá a presentar a las próximas primarias? 

La política es el arte de lo posible. Empeñarse en hacer cosas imposibles no es política. El partido necesita unidad y resolver los problemas de manera amable y dialogada. Lo creo profundamente. No quiero más fricciones ni enfrentamientos. No me gustaría que se pensara que busco el choque. No quiero crear esa ola. Estoy de acuerdo con el programa, pero diagnostico problemas organizativos. Cada problema local se torna sistémico.  

¿Ha mejorado su relación con Inés Arrimadas? 

Hablé con ella poco después de lo de Murcia. Luego no hemos vuelto a hacerlo. Me he ofrecido a colaborar en lo que ella entienda necesario. No he tenido noticias. Pero no me siento ofendido. Hago mi trabajo con naturalidad, mi grupo parlamentario trabaja bien y sin interferencias. Estoy contento. 

Lo de Murcia desencadenó la desaparición en la Comunidad de Madrid. Imagino que usted fue un espectador. ¿Qué pensó cuando lo leyó en las noticias?

¿Qué pensé? [sonríe y suspira] Lo primero que hice fue confirmar que era cierto. Después hablé con el presidente de Castilla y León. Teníamos más gobiernos de coalición. Lo primero era hablar con [Alfonso Fernández] Mañueco y explicarle que yo no tenía ninguna intención estratégica similar. Me hubiera gustado saber antes lo de Murcia para prepararme, no habría estado de más.

En Granada había cuatro concejales, dos se han ido a otro partido y dos han sido expulsados; eso debería hacernos pensar

Aunque no forma parte del núcleo duro, conoce bien la organización. ¿Qué cree que pasó?

Me voy a limitar a relatar los hechos: esa moción de censura salió, teóricamente, del propio grupo parlamentario, que tenía seis diputados. ¡No obtuvo el voto favorable de cuatro de ellos! Eso me hace pensar… Por otro lado, es difícil de entender. ¿Una moción de censura contra tu propio gobierno? Yo me habría salido del gobierno. ¿Crees que hay un asunto de corrupción? Sales del gobierno y pones una denuncia.

Volvemos a lo de antes. Es lo malo que tiene que todo el mundo dependa únicamente de tu voluntad; si todos están ahí porque tú lo has decidido, es muy difícil que te lleven la contraria. Y las posibilidades de errar serán mucho mayores. La política tiene que ser menos sexy y más racional. Los números, las formas y el porqué de las medidas, eso es la política. Es una política más lenta, pero más segura. 

El último golpe ha sido la pérdida de su alcaldía más importante en España: Granada. ¿Se podría haber hecho más por mantenerla?

Creo que la situación era muy complicada, pero le hago un resumen: teníamos un grupo con cuatro concejales y se divide por la mitad: dos se van a otro partido y a otros dos los expulsamos.

Visto así… 

Ojo, yo no digo que no haya que expulsarlos. Hablo del resultado final. Creo que nos debería hacer pensar en cómo gestionamos nuestros equipos. 

Una vez acuñó la expresión "House of Cards poligonero" para referirse a determinadas prácticas en su partido. Dígame cómo ha vivido los movimientos de Fran Hervías a sueldo del PP para laminar a Ciudadanos.

Pues con mucha depresión. A mí esto me produce mucha depresión. Vamos a ver, tengo amigos que han abandonado Ciudadanos. Son mis amigos y los quiero. Se van por una cuestión de pensamiento, pero luego hay otras cosas… El "si te vas, yo te ofrezco, yo te doy, tú me das, vete a cambio de"… La corrupción siempre empieza porque alguien le debe un favor a alguien.

Dentro de seis días comenzará la convención nacional de Ciudadanos. Lleva por eslogan la construcción de "la alternativa liberal". ¿Le convence?

Me convence si lo que significa eso es que vamos a dedicar la convención a explicar nuestro programa y nuestro posicionamiento político en torno a los grandes problemas de la nación y de Europa. El eje político ya no es izquierda-derecha. La socialdemocracia ha muerto de éxito. Todos hemos asumido los grandes pilares del Estado del Bienestar. Y es bueno.

Pero el eje hoy es liberales-iliberales. Aquellos que pueden presionar a la prensa, coartar el poder judicial, el populismo… Son iliberales. Están en Hungría y Polonia, pero también en nuestro Gobierno. Ponen en riesgo el Estado de Derecho.

El verdadero liberalismo es difícil de contar, no es tan simple como el 'ni rojos ni azules' y todas esas chorradas

Ciudadanos tiene como referentes los grandes partidos liberales europeos. ¿Existe un hueco en España para algo así? 

Yo creo que sí, pero si no existiera, habría que abrir ese hueco a pico y pala. Hay una gran parte de los electores en España que ocupa el centro liberal; lo que hay que hacer es hablarles con claridad y sin complejos. No podemos definirnos de centro por contraposición. Ser de centro no es pactar con cualquiera, sino pactar nuestras políticas con cualquiera. Hablo con todo el mundo, pero estas son mis políticas. Soy liberal porque tengo unas ideas concretas, no por contraposición a algo. 

Parece que los estrategas se han dado cuenta de que el "centro" es un concepto en declive, un burladero en el que todos se refugian de vez en cuando.

Sí, un lugar en el que te defines por contraposición, la equidistancia. No, el centro no es equidistancia, ni siquiera tiene por qué significar moderación. Para qué engañarnos. Yo soy un tipo poco moderado. Creo en lo que hago y lo defiendo con convicción. Pero creo que nadie que pretenda invertir la carga de la prueba, saltarse la presunción de inocencia o controlar a los medios puede estar con nosotros; por poner algunos ejemplos.

El verdadero liberalismo es difícil de contar, no es tan simple como "el bien y el mal", "las trincheras", el "ni rojos ni azules" y todas esas chorradas. La gente no es idiota. Todos llegamos a pensar que los ciudadanos son idiotas, pero no lo son. Votan siempre lo menos malo. Lo más peligroso que puede decir un partido es "no nos merecen". El "yo hice un partido para Dinamarca y esto es España". 

Eso se ha escuchado mucho en Ciudadanos.

Sí, y también pasó en UPyD. No, la política no consiste en echarle la culpa a los ciudadanos, ni tampoco en la destilación de las esencias. Hay gente que está muy contenta porque quedamos dentro los más puros del mundo, pero yo no quiero un perfume, sino una organización política con implantación en todo el territorio. 

Volvemos a la gestión de la discrepancia.

Claro, tenemos que estar dispuestos a ser un partido tolerante con nosotros mismos. Las cosas no pueden acabar siempre en abandono o expulsión. Las polémicas no pueden acabar así. Yo, por ejemplo, llevo la contraria, pero no me voy. Porque lo que digno no es ofensivo. Eso agranda el partido y el espacio. 

¿La lealtad al partido como bien supremo? A mí eso me pone muy nervioso: los camisas viejas, el "yo estoy aquí desde siempre". La lealtad debe ser con las ideas y con los votantes. El partido debe ser una herramienta útil, pero uno no debe encastillarse y pensar "somos los últimos espartanos". ¿Sabe? Yo no quiero volver muerto sobre el escudo, sino cambiar las políticas.

Tras las elecciones de 2019, era partir Ciudadanos o pactar con el PP; decidí que era bueno que Ciudadanos existiese

Un paréntesis: ¿usted ha cambiado mucho desde que fue nombrado vicepresidente? Parecía que no quería saber nada del PP… y ahora no quiere saber nada de Pedro Sánchez ni del PSOE.

No he cambiado nada. Pacté con el PP porque no me quedó más remedio. 

Pudo pactar con el PSOE. Sumaba con ellos mayoría absoluta. 

Era partir Ciudadanos o pactar con el PP. Decidí que era bueno para los electores que Ciudadanos existiera. Lo que pensaba sobre la corrupción y la transparencia lo he llevado a cabo. ¿Que el PP hace política tradicional en sus consejerías? Puede ser, pero el clientelismo ha cambiado en esta Comunidad. No hay nadie que pueda decir que un vicepresidente ha llamado al director de un medio amenazándole con joderle la financiación. ¿Esto lo podía haber hecho con el PSOE?

¿Lo podía haber hecho? 

Sí. ¿Habría sido más fácil cambiar ciertas cosas cambiando a todo el mundo? Probablemente. Pero el PSOE, en dos años de durísima crisis, ha demostrado ser más clientelar que nadie. Es el Gobierno más iliberal que hemos tenido nunca.

Si Ciudadanos desapareciese, ¿usted aceptaría integrarse en la lista del PP como independiente para seguir llevando a cabo el actual proyecto de gobierno?

Ahora mismo, nuestro trabajo es intentar que Ciudadanos ocupe ese espacio y condicione la política. Nuestro objetivo es que nos necesiten. Es a lo máximo que podemos aspirar. En esta Comunidad podemos aspirar a ello con legitimidad y racionalidad.

Las dinámicas son las que son. Dentro de dos años, por mucho que el gobierno funcione, puede que usted forme parte de una marca muy deteriorada.

En las dos últimas encuestas estamos por encima del 5%; una nos da de uno a cuatro diputados; otra, ninguno. Pero tenemos, en la que nos da ninguno, un 50% de votantes indecisos. En valoración de líderes estoy justo por debajo de Mañueco. Apruebo entre nuestros votantes y entre los del PP. Nuestros consejeros aprueban. Sabiendo donde estamos y leyendo las encuestas, tenemos una posibilidad real. 

Y volviendo a mi pregunta.

Cada vez que digo "no digas de esta agua no beberé", se me organiza una… Y no tengo ganas de que se me organice una. Para mí, lo importante son los programas y las medidas. Yo no seré un militante de un partido con el que no comparta el programa. No me comeré cosas en las que no creo. Hay que gobernar ocho años para que estas políticas surtan efecto. Mi ambición es enlazar dos legislaturas y cumplir con lo prometido. 

Vuelvo a aprovecharme de su condición de médico, pero esta vez en serio. Los expertos ya hablan de la "quinta ola". ¿Se equivocó Sánchez al reabrir el ocio nocturno y permitir la ausencia de mascarilla en exteriores?

Sí. Nos equivocamos todos. El presidente del Gobierno el primero.

La sensación de abandono por parte del Gobierno a las Comunidades es tremenda

¿Piensa que lo hizo como cortina de humo para alejar el debate público, por ejemplo, de los indultos?

Sánchez no ha estado nunca de verdad en la gestión de la crisis. Todo en él es instrumental. Lo que más me ha irritado es que incluso en esta situación siempre toma las decisiones con la calculadora electoral en la mano. 

Por cierto, ¿qué le parece el fondo creado por la Generalitat para avalar el pago de las fianzas a varios de sus altos cargos? 

España es el único país del mundo en el que se utiliza la malversación de dinero público para pagar las multas por malversación. 

Estamos en la quinta ola y el Gobierno renuncia a forzar la unificación de criterios, por lo tanto, cada Comunidad hace la guerra por su cuenta. ¿Esto es cogobernanza o desgobernanza? 

Esto es un sindiós insoportable. La sensación de abandono a las Comunidades por parte del Gobierno es tremenda. 

Toque de queda, cerrar el ocio nocturno, mascarillas… ¿Qué se plantean en Castilla y León? 

Hemos planteado adelantar el cierre del ocio nocturno, eliminar el consumo en barra, quitar las pistas de baile… Planteamos también el toque de queda porque nosotros no podemos implantarlo, ya nos ha dado para el pelo el tribunal. El Supremo, por cierto, ha dicho que se necesita el estado de alarma para limitar derechos. Si por nosotros fuera, pondríamos toque de queda por la noche. No tiene sentido cerrar los bares y tener a la gente de botellón en las casas.

¿Le gusta el chuletón? ¿Cree que el consumo de carne en España es un problema, tal y como ha dicho el ministro Alberto Garzón?

El más chuletón de España es el presidente Sánchez. Dicho esto: de verdad, no se pueden hacer esos comentarios. Los gobiernos de coalición no pueden ser una carrera de ocurrencias. Ese sector tiene una importancia capital en nuestra Comunidad. Se hace ese comentario sin hablar con los productores ni con el ministro de Agricultura… 

Es una estupidez, además, desde el punto de vista científico. Eso de que el mundo se acaba, el apocalipsis… Tengo bastante fe en la humanidad. No neguemos el cambio climático, pero confiemos en nuestra capacidad de progreso. En todas las granjas se está trabajando también en ese sentido. Con una broma así se hace un agujero a muchas familias ganaderas. Lo jodido en el mundo no es el consumo de carne, sino morirse de desnutrición.

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