Luto por Mariñas, Carlos rey por un día, tenista 'Carlitos' y Pedro 'el mentiroso'
Jesús Mariñas, Carlos de Inglaterra, Pedro Sánchez y Carlos Alcaraz; la autora comenta lo más destacado de la semana a través de sus protagonistas.
Jesús Mariñas
El enfant terrible de la prensa rosa no era en absoluto enfant, aunque sí un poco terrible, pues se mordía la lengua y caía rápidamente fulminado bajo el efecto del veneno. Algunos lo recuerdan como un dulce escarchado. Otros, apetecible cual bombón y rojo como una guinda. Una mezcla potente y estruendosa. O sea, para echarse a temblar.
Le gustaban los famosos y caía rendido ante ellos a la primeva de cambio. Entre sus favoritos, Montserrat Caballé, Rocío Jurado, Nati Mistral, Carlos Larrañaga y José Carreras. Trabajó en la radio con Luis del Olmo, y en el couché con las damas más renombradas de la moda, como Eugenia Silva, Inés Sastre, Eva González, Judit Mascó, Nieves Álvarez, Naty Abascal, Blanca Padilla…
Tenía una sonrisa entre cínica y cariñosa, el pelo a mechas y la piel rabiosamente bronceada. Le chiflaba el verano, nada le gustaba más que pasar las horas muertas al sol. Horas y horas en silencio, siempre deseoso de cambiar de piel y renovarse, como los lagartos.
En Mallorca frecuentaba las playas remotas donde no había un alma y podía quedarse en pelota picada. Cuando se cansaba de Mallorca emprendía el camino de Marbella, y cuando se hartaba de Marbella bajaba a Marruecos, que era otro de los paraísos donde le gustaba perderse. Cultivaba la soledad y el nudismo, solo o en compañía de otro. El “otro” solía ser Elio Valderrama, venezolano y fotógrafo, alter ego de Mariñas, con el que contrajo matrimonio y se juró amor eterno.
De la mano de Elio caminó pasito a paso hacia la muerte, que le llegó el pasado 10 de mayo una noche tenebrosa como un sudario. Se ha ido al otro mundo cargado de maletones que traía de París o Miami. Era un comprador compulsivo. Le gustaban las camisas de colores, los pañuelos de Etro, la alta joyería y el cachemir fino.
Me acuerdo de sus muchas manías. Por ejemplo, se acercaba a las señoras por detrás y les leía las etiquetas de la ropa en voz alta. Le gustaba mucho saber cuánto se gastaban ellas en ropa. "Ohhh, Carolina Herrera, Armani Privé, Ralph Lauren,…", decía muerto de rabia.
Adiós, compañero.
Carlos de Inglaterra
No debería proclamarlo aquí, pero el Príncipe Charles siempre me ha parecido el hombre más elegante del mundo. Lo digo exagerando. Y con la misma exageración con que lo digo, lo callo. De su elegancia destaco los chaqués de exquisito paño gris, los trajes de raya diplomática y pantalón príncipe de Gales. También las americanas de ante y el estampado de pata de gallo, con el que siempre se parecía un poco al insoportable duque de Windsor, Eduardo VIII, el que fuera marido de Wallis Simpson, otra insoportable.
Carlos de Inglaterra eligió precisamente un chaqué gris para asistir a la boda de los Reyes de España, celebrada en el mes de mayo un día en el que caían chuzos de punta. El príncipe iba solo y todo el mundo se volvía a mirarlo con un rapto de cochina envidia. Carlos de Inglaterra no podía permitirse el lujo de ser un hombre guapo, pero aceptaba resignadamente los defectos que dios le había dado (el pelo crespo, la nariz ancha, la mejilla rosada y ardiente)
Carlos de Inglaterra, el heredero de la corona británica, ha tenido el gusto de sustituir a su achacosa madre, la soberana, en el institucional discurso de la Corona que abre las sesiones del Parlamento. Todo un precedente en un país donde la costumbre tiene fuerza de ley. Por seguir haciendo prácticas de rey a los 73 años, pero algo es algo. Rey por un día. Carlos de Inglaterra está hoy un poco más cerca del trono. Definitivo.
Pedro Sánchez
Estaba llamado a ser Pedro el breve, pero fue Pedro el guapo y con su guapura se quedó. Después lo apodaron el triste, y más tarde el engañador y el tramposillo. Cuando decía mentiras las creíamos. Y cuando no las decía, también. El último sambenito que le han colgado es el de marioneta de los independentistas. Pero sigue siendo guapo, a juzgar por las miradas que le dedica Úrsula von der Leyen cuando se cruzan en el foto shop de la Unión Europea.
Un día, la periodista Ana Pastor creo una sección llamada La maldita hemeroteca y pilló al presidente haciendo más trampas que un ilusionista. Para entonces ya habían inundado las redes sociales sus juramentos de que nunca, jamás, de ninguna manera, quieres que se lo diga cinco veces, seis veces, siete veces, pues se lo digo, nunca pactaría con Bildu, ni siquiera con Podemos, porque no podría dormir.
Y nos lo tragamos. Pero ahora se le ha venido encima el dicho de que no se puede engañar todo el tiempo a todo el mundo. Después de su semana horribilis, la gente ha oído como quien oye llover los cantos a la estabilidad política del Gobierno de perros y gatos que nos ha tocado en suerte.
Carlos Alcaraz
A la nueva estrella del tenis español, un murciano de prematura madurez deportiva, no le gusta que le llamen Carlos porque le suena a chico que ha hecho algo malo. Prefiere 'Carlitos', que es más de amiguete, según le dijo a Alex Corretja, tras su debut en el Madrid Open, que acabó ganando después de dejar en la cuneta a los mejores tenistas del mundo.
Carlos Alcaraz (mayo, 2003, El Palmar, Murcia) llegó, vio y venció. Hace un año entraba en el ranking de los 100 mejores tenistas del mundo. Ya es el sexto. Así, como el que no quiere la cosa, de la noche a la mañana, dejando con la boca abierta al personal y colonizando los espacios preferentes de los medios de comunicación. Ahora los cronistas deportivos hacen apuestas sobre los meses, o las semanas, que van a pasar hasta encabezar el escalafón del tenis mundial. En eso tiene a quien parecerse, al ídolo de su infancia, Rafa Nadal, uno de los grandes que ha rendido su raqueta ante la de Alcaraz en el reciente Madrid Open. Antes también había pasado el trago el mismísimo Novak Djokovic. O sea, palabras mayores.
No solo en eso se parece a Nadal. También en la cercanía, la capacidad de trabajo, la aversión a la ostentación y al blindaje de su vida privada ¿Y de novias, qué? Pues parece que como Rafa, la de toda a vida, desde que eran niños. Eso dicen de una tenista murciana (tenista y surfista) que responde al nombre María González Giménez, morena de verde luna, como las que salen en los poemas de Lorca.