Después de ocho años en Bruselas, el hombre que siempre se quedaba a las puertas cruzó el umbral de Génova. Esteban González Pons (Valencia, 1964) ha vivido siempre a caballo.
Nació con Franco, pero vivió en democracia; formó parte del núcleo duro de Rajoy en la oposición, pero se quedó fuera del Gobierno; apostaron por él para Bruselas y cuando lució más de lo esperado, el equipo de Pablo Casado le cortó las alas; hace política por compromiso ético, pero halla más placer personal en la literatura que en las leyes.
Es un señor de derechas que no fuma puros y sí escribe novelas picantes... En noviembre sale la próxima.
No es fácil entrevistarle, porque maneja los secretos de la semántica. Además, sabe hacer que la cosa vire rápido a una charla.
Creerá el periodista, incauto, que ha logrado el ambiente adecuado, que el político se sienta cómodo. Pero al escuchar la grabadora para la transcripción sabrá que no, que el responsable de todo ha sido Esteban no me trates de usted Pons.
"Dónde vas de vacaciones", "¿tú también juegas a la Primitiva?", "ponle unas pastas con ese café, que Alberto está flaco pero tiene buen saque", "¿mi cumpleaños? Ni se te ocurra felicitarme"...
En ese terreno, González Pons se mueve con habilidad, desplegando su oratoria y todas las herramientas de un político. Sabe callar, desviar el tiro y responder lo que le da la gana ante una pregunta que no le apetece.
Tira de sus maneras de seductor, que no abandona ni siquiera para comunicar al reportero que determinado terreno empieza a ser resbaladizo: un gesto torcido, una selección de verbos sensiblemente más afilados y el esbozo de una sonrisa para indicar dónde está la vuelta al camino firme de la conversación.
Uno trata de hacerse fuerte y no sucumbir. Y hablando con él, se acaba tendiendo a pensar que fue sólo la biografía la que llevó a González Pons al PP, que podría haber caído en el ala más centrada del PSOE, o en los diferentes nombres que han ido adquiriendo las opciones liberales en España.
Porque su manera de definir la "mentira contumaz" de Pedro Sánchez está más basada en principios y valores —la libertad y la igualdad— que en hechos concretos, "lo uno y lo contrario" que ha realizado en estos ya cuatro años de Gobierno.
Pero repasando su hemeroteca y los virales discursos que ha pronunciado en el Parlamento Europeo, se ve que cuando se le afila la pluma a González Pons es hablando de libertad... libertad para alcanzar la igualdad, sí, pero libertad como principio de todo. Y por eso quienes saben algo de la historia del PP ya sabían en febrero que cuando Alberto Núñez Feijóo desembarcara en Madrid, lo haría con este valenciano en el puente de mando.
En este verano de canícula intensa, con olas encadenadas de calor que parecen darle la razón a Pedro Sánchez en su diagnóstico sobre el cambio climático, González Pons concede a EL ESPAÑOL su primera entrevista en libertad tras aquel congreso de Sevilla, el de recomienzo del PP.
El vicesecretario de Relaciones Institucionales popular, eurodiputado y vicepresidente del EPP (Partido Popular Europeo) pone a contraluz las sombras del sanchismo, porque ni dando la razón al inquilino de la Moncloa se la concede: "Sánchez miente, Sánchez no tiene principios; Sánchez no puede cambiar, hay que cambiar a Sánchez".
¿Cómo ha encontrado a España después de casi ocho años residiendo en Bruselas?
Han sido ocho años en Bruselas, pero he venido constantemente a España y no me he desconectado de los problemas españoles. No me he encontrado nada que no esperase. Pero esta España está sufriendo una descomposición de su régimen constitucional y de sus instituciones alentada desde la propia Presidencia del Gobierno que, vista desde fuera, no esperaba que fuera de tanta gravedad.
"El PSOE ya no existe. Hay una estructura de partido que en su tiempo fue el PSOE y que hoy sostiene a un presidente que ha decidido venderlo todo para sobrevivir"
Entonces, ¿me ahorro preguntarle cómo ha encontrado al PSOE que la gobierna?
Yo creo que el PSOE ya no existe. Hay una estructura de partido que en su tiempo fue el PSOE y que hoy sostiene a un presidente del Gobierno que ha decidido venderlo todo con tal de sobrevivir. Pedro Sánchez presume de ser "un resistente", pero la política no es para los resistentes. Es para aquéllos que intentan hacer lo mejor para sus ciudadanos. La política no es un reality show, es un servicio público.
Usted tiene buena relación con mucha gente del otro lado... ¿hay alguien del PSOE que le corrobore eso, que el PSOE ya no existe?
Sí. [Calla y titubea unos segundos] Yo tengo muchos amigos socialistas, muchos que lo son desde que nacieron... y no se sienten representados por lo que Pedro Sánchez está haciendo. Y conozco muy bien a los socialistas europeos y creo que ellos tampoco se sienten representados. El socialismo era otra cosa.
¿Qué cosa?
El socialismo siempre ha sido en España y en Europa un movimiento político institucional, constitucionalista, que respeta las formas y la legalidad. Que no hace de la legalidad un instrumento para conseguir sus fines políticos, sino que la considera un instrumento para transformar la realidad.
El socialismo no intenta transformar su suerte política a través de la ley, sino transformar la realidad a través de la ley, y antepone el principio de igualdad al principio de libertad desde el centro político.
¿Entonces?
Socialista es lo contrario de aventurero político. Y lo que tenemos en la Presidencia del Gobierno es un aventurero político y no un socialista. El presidente del Gobierno actual es el hombre de las mil caras en política y eso no puede ser nunca un buen socialista. Está más cerca de Jim Carrey que de Pablo Iglesias [risas]... el fundador del PSOE, claro.
Casi no le pregunto por Unidas Podemos, porque es posible que se me quede usted en el tópico del señor de derechas con puro...
No he entendido lo del señor de derechas con puro... es un chiste de Pedro Sánchez, ¿no?
En efecto.
El mundo contemporáneo cada vez se divide menos en izquierda y derecha, y más entre integrados y excluidos del sistema. Lo estamos viendo en Francia, lo hemos visto en Alemania. Tengo mucha preocupación por lo que pueda ocurrir en Italia...
En este momento, los integrados son los que forman los grandes movimientos de centro. Y los que se sienten excluidos —digo se sienten porque no lo están— basculan entre la extrema izquierda y la extrema derecha.
Podemos es la expresión de una extrema izquierda que se sintió excluida y que ha acabado institucionalizándose como el partido extraño del Gobierno. Por eso, la rebeldía antisistema de Podemos se ha trasladado a Vox. Podemos y Vox son partidos que tienen vasos comunicantes en la exclusión, sintiéndose excluidos del sistema.
... casi como la Falange...
... [No atiende a la analogía] Yo creo que Yolanda Díaz acabará yendo en las listas del PSOE y que Pablo Iglesias y Podemos presentarán una candidatura diferente a la de Pedro Sánchez, incluso contraria.
¿Ya en las próximas elecciones?
En las próximas elecciones.
Y el PP, ¿cómo lo encontró? ¿En febrero, vio al PP hecho unos zorros?
El PP ya estaba preparado para presentar una alternativa al Gobierno. Vivimos una crisis interna por razones puramente internas, pero no ha habido que hacerle grandes cambios. De hecho, si en solo tres meses estamos tan arriba en las encuestas, sólo puede ser porque el Partido Popular de Pablo Casado era ya entonces una maquinaria que funcionaba y que estaba preparada para dar el salto.
Pero seamos sinceros. A usted y a otros cincuentones, Casado y Teodoro García Egea se los sacaron de encima. ¿Era ley de vida, jodida, pero ley de vida o había algo más?
Bueno, la política no tiene leyes de vida. Hay políticos muy mayores que lideran proyectos muy jóvenes y políticos muy jóvenes que lideran proyectos viejunos. Creo, simplemente, que yo represento un estilo de hacer política que no coincidía exactamente con el que defendía la dirección de Pablo Casado, y por eso estuve en un segundo plano. Pero no me marché. Y debo decir que siempre me sentí tanto en lo personal como en lo político, muy bien tratado por Pablo, de quien me considero un amigo.
"A Sánchez le hemos visto moverse en el centro, en la extrema izquierda... Ésa es su diferencia con Zapatero, que se comportó según aquello en lo que creía"
De hecho, tanto no se marchó que una de las cosas más compartidas en Twitter durante estos años fueron los vídeos de González Pons en el Parlamento Europeo. Funcionan muy bien porque son discursos de un minuto o dos, y eso en Twitter lo revienta. ¿Nos vamos a perder a ese González Pons ahora? Porque usted parece menos vehemente, menos libre...
No, lo que sucede es que cuando uno asume una responsabilidad en un partido político a nivel nacional, tiene que acompasar su paso al de los compañeros. En Bruselas viví una suerte de exilio interior, era un llanero solitario. En mi despacho de Bruselas el cartel que tengo justo tras mi silla es el de Sólo ante el peligro. Pero ahora no, ahora voy con Los siete magníficos. Ya no puedo matar malos yo solo.
También es verdad que tengo, ahora mismo, un papel dentro del PP que me exige ser prudente. De hecho, ésta es la primera entrevista que doy desde el Congreso de Sevilla. No es que sea menos vehemente, es que me prodigo menos.
¿Cuándo se le jodió el Perú a Pedro Sánchez? ¿Fue con el Abrazo del Insomnio, fue con el no es no, fue con lo de "sobra el Ministerio de Defensa"?
Cronológicamente, debería decir que Pedro Sánchez nunca debió llegar al poder como lo hizo. Sánchez pagará siempre el haber llegado a presidente del Gobierno por la puerta de atrás.
¿Qué es la puerta de atrás, la moción de censura?
Sí, por los apoyos que recibió en aquella operación y por la manera como se cocinó la moción de censura, en el despacho de un juez.
Menos mal que ahora a usted le toca ser prudente...
... Soy prudente, por edad y convicción política, pero ésa no debería ser forma de llegar al Gobierno en un país occidental. Sánchez arrastrará siempre la mácula de haber logrado la presidencia sin ganar antes unas elecciones. Después, obtuvo dos victorias raquíticas y, para gobernar España, se regaló a los que, precisamente, ansían desmembrar España. Todo un currículum de ganador en los despachos.
Pues, aun así, la verdadera especialidad de Sánchez no es la marrullería política, sino la mentira patológica; la mentira sin titubeos, excesiva, abrumadora, gratuita. Mire, Zapatero se equivocó con la crisis económica y se topó con el principio de realidad como quien, a oscuras, golpea con el meñique el filo de una puerta, pero en todo se comportó como un presidente de izquierdas, nunca traicionó los principios del PSOE. Sánchez, en cambio, a nadie ha mentido tanto como a los propios socialistas, en eso no hay quien le gane.
¿Sánchez no es de izquierdas?
Sanchismo es sinónimo de oportunismo, y el oportunismo es nacionalista, de izquierdas o de derechas a conveniencia. A Sánchez le hemos visto moverse en el centro, en la extrema izquierda, en la izquierda... le hemos visto lo mismo renunciar al Ministerio de Defensa que ampliar las bases de EEUU en España; lo mismo recibir como héroes a los inmigrantes del Aquarius que decir que la policía marroquí hace un buen trabajo cuando mueren más de cuarenta inmigrantes en una carga; lo mismo homenajear a Miguel Ángel Blanco que pactar la memoria democrática con los herederos de sus asesinos… le hemos visto hacer todo y su contrario sin perder la sonrisa Profident.
Ésa es la gran diferencia entre Zapatero y Sánchez, el primero nos llevó a la ruina, pero nunca traicionó a los socialistas. Rubalcaba apoyó a Zapatero y a Sánchez no, por algo sería.
¿Y lo del Sáhara?
Lo que ha sucedido con el Sáhara es un tremendo error, fruto de la vanidad y de la petulancia. Fruto del engreimiento, del desconocimiento y de la inexperiencia.
Pensar que tú le vas a escribir una carta al Gobierno de Marruecos dándole lo que quiere, y que no existe riesgo de que la filtre dejándote en evidencia ante el mundo, es ser demasiado naíf como para residir en la Moncloa. Nadie tiene la culpa de las malas relaciones que mantiene ahora España con Argelia y de las extrañas relaciones que mantiene con Marruecos más que el Gobierno de España.
El Sáhara, Ceuta, Melilla, Canarias, la península como puerta al Mediterráneo, ¿por qué lo gestionamos como una debilidad en vez de como una ventaja geopolítica?
Es una buena pregunta que contiene en sí misma una buena respuesta. En nuestros tiempos, ser frontera no es una desventaja, sino una posición privilegiada. Y más cuando a quien tienes enfrente es el más europeo —dicho sea entre comillas— de los países del sur del Mediterráneo. Ser frontera debería ser siempre una ventaja para España y para Marruecos. Y deberíamos conseguir que esa amistad diera sus frutos sin necesidad de convertirnos en los rivales de Argelia.
Pero el Gobierno actual ha conseguido la cuadratura del círculo, que es no tener satisfecho a Marruecos y enfadar a Argelia. De cara al futuro, España debe mejorar su colaboración, labrar una amistad sincera en la que no se engañe a Marruecos... porque Pedro Sánchez les engañó, haciéndoles creer que su cambio de posición era suficiente, sin confesarles que si el Parlamento no le seguía, ese cambio de posición iba a durar lo que un silbido en el aire.
"Europa, en tanto que conjunto de valores, se está convirtiendo en la minoría del planeta. Y China ofrece una alternativa de prosperidad sin democracia"
Lo que le decía, se gestiona como debilidad lo que, de hecho, debería ser una ventaja.
Efectivamente. La posición geoestratégica de España es una gran ventaja. Basta ver las muchas oportunidades que se derivan de que Estados Unidos quiera ampliar su presencia en Rota. Si no estuviéramos donde estamos, Estados Unidos no tendría tanto interés como tiene en estrechar su amistad con España.
Le iba a preguntar qué hará Feijóo con esta supuesta ventaja geoestratégica... le añadiremos otra cosa: ¿Qué busca Estados Unidos? ¿Y qué podemos ganar de ese estrechamiento de la amistad?
EEUU no sólo es la primera potencia mundial en lo económico, en lo militar y en lo estratégico. Es que defiende nuestros mismos principios y valores. Es la segunda democracia más antigua del mundo, con la Constitución democrática escrita más antigua del mundo. Todo lo que sea reforzar nuestros lazos es una ventaja para España. Y el hecho de que sus bases estén en el norte del Mediterráneo, y no en el sur, es una extraordinaria ventaja para España.
Por eso, esta operación sólo puede servir para estrechar el vínculo Atlántico. ¡Debe servir para eso! Pero claro, nosotros somos el segundo país que menos gasta en industria de defensa y los gobiernos socialistas nunca han hecho grandes esfuerzos por mostrarse pro norteamericanos. Por eso, esta puerta que se abre, deberíamos aprovecharla. Y nosotros, como Partido Popular, debemos aprovechar este giro pro norteamericano que hace un presidente socialista.
¿Ni siquiera van a ser capaces de pactar algo tan grave como el ahorro de energía? Parecía que la vicepresidenta Ribera sí que había compartido el asunto con los grupos políticos antes y después del Consejo en Bruselas...
España sería un país menos expuesto al gas ruso si el Gobierno no hubiera destrozado nuestras relaciones con Argelia. Aun así, por muchas razones, no somos, ni de lejos, la economía europea que más debe temer un corte de suministro de Putin, pero Sánchez ha decidido que, sin embargo, seamos los que hagamos recortes más exagerados. Perjudicar a los comerciantes con estas medidas es un gravísimo error. Los últimos a los que hay que maniatar frente a la crisis económica que viene es a los que todavía quedan con sus negocios en pie. Si además de los impuestos exagerados y la falta de ayudas de fondos europeos, a los comerciantes se les obliga a cambiar puertas, apagar escaparates o poner una temperatura que disuada de entrar a comprar, se conseguirá que cierren.
Sánchez toma por ideología decisiones que sólo deberían tomarse por economía. Nosotros estamos dispuestos a pactar medidas razonables; pero que nadie se engañe, Sánchez ya ha elegido socios para el final de legislatura y no son partidos que piensen ni el interés de España ni en el del centro político. ¿Cómo vamos a pactar con el socio de Bildu? No lo veo. Bildu o España, Sánchez elige.
"Si además de muchos impuestos y pocas ayudas, a los comerciantes se les obliga a cambiar puertas, apagar escaparates o poner una temperatura que disuada de entrar, se logrará que cierren"
La guerra de Ucrania nos va a cambiar el mundo. ¿Estamos ya en la Segunda Guerra Fría?
No soy partidario de utilizar nombres históricos para calificar hechos actuales. Las dos guerras mundiales se llaman igual porque, en realidad, fueron la misma. Pero la guerra de Ucrania no es ni una nueva guerra mundial ni una nueva guerra fría. Es la guerra actual. Y la bautizarán los historiadores cuando toque.
¿Qué nos jugamos en Ucrania?
Ucrania, por desgracia, son nuestras Termópilas. Europa, en tanto que conjunto de valores y sistema de vida, se está convirtiendo en la minoría del planeta. Y China está mostrando que sin libertades políticas pero con capitalismo puede haber prosperidad. Y está ofreciendo al planeta una alternativa de prosperidad sin democracia.
Rusia no es exactamente así, pero en tanto que autocracia, se apunta a este nuevo modelo chino, que viene a decir ¿para qué quieres libertad si tienes trabajo? Los Estados Unidos de Trump no digo que se movieron en ese esquema, pero sí que desarrollaron una política aislacionista que sirvió también para hacer retroceder los valores democráticos en el mundo. Y por no mencionar a Boris Johnson, que afortunadamente, ya está de salida.
Menudo panorama...
Europa está ahí. Se ha sentido aislada en los últimos años como cuna de la democracia y como cuna del Estado social y asistencial. Ucrania está sufriendo lo que está sufriendo por querer ser como nosotros. Los jóvenes ucranianos están yendo a morir al frente por tener aquello que nuestros jóvenes tienen y muchas veces no valoran. Y que los adultos tenemos y muchas veces no valoramos.
En Ucrania lo que se está jugando hoy es la continuidad de la democracia, de la libertad y de las Constituciones... Europa y su modelo se van a acabar convirtiendo en una piedra en el zapato del nuevo autoritarismo y el nuevo capitalismo mundial.
Hablábamos antes de un futuro gobierno de Feijóo y usted me acaba de hacer un análisis geopolítico muy interesante. En ese Consejo de Ministros, ¿en qué puesto estará el señor González Pons?
Bueno...
... ¿Cuál le gustaría? Pronto es su cumpleaños, pida un deseo.
A estas alturas ya tengo las ambiciones cubiertas. Lo que realmente ambiciono es un presidente del Gobierno como Alberto Núñez Feijóo para mi país. Creo que España necesita una Presidencia del Gobierno a la antiSánchez. Y ahí donde Sánchez es un mentiroso, Feijóo dice la verdad.
Donde Sánchez es un vanidoso, Feijóo es un político humilde. Donde Sánchez se dedica a hacer marketing, Feijóo hace gestión. Donde Sánchez busca tener experiencias, Feijóo tiene experiencia. Creo que Feijóo representa todo lo contrario de Sánchez y, por lo tanto, espero que mi país lo tenga como presidente lo antes posible.
"El Plan de Recuperación debería haberse debatido en el Congreso, pero lo que se presentó es un documento elaborado por los burócratas del Ministerio de Economía"
Pero ¿qué me va a decir usted del jefe? Le preguntaba por usted... ¿Qué tres cosas pediría para los primeros Consejos de Ministros de un Gobierno de Feijóo?
Hay cosas que Feijóo seguro hará desde el principio. Yo diría que una de las primeras será bajar impuestos. Es decir, deflactar la tarifa del IRPF para que se reduzca la retención en la nómina de los españoles.
Y diría que una segunda y muy importante será ofrecer un pacto de Estado sobre la Justicia, sobre la Defensa nacional y sobre la institucionalidad constitucional al Partido Socialista. Porque una de las cosas que tenemos que reconstruir es la estabilidad y despolitizar las instituciones.
Y la tercera... otra de las primeras decisiones que tomará es la derogación de la Ley de Memoria, la ley Bildu... [Remarca] La Ley de Memoria, puntos suspensivos, la ley Bildu.
Y ahora, a ver si es posible: otras tres cosas de ésas que los Gobiernos casi nunca hacen porque si hay réditos se los lleva el siguiente. ¿Qué reformas a largo plazo le hacen falta a España y debería impulsar un Gobierno del PP?
No diré un Gobierno del PP. Sí diré un gobierno adulto. En primer lugar, preguntarse de qué vamos a vivir en el futuro, qué industria va a tener nuestro país en el futuro. Porque no podemos ser sólo la playa de la Unión Europea, y este Gobierno, a largo plazo, no está preguntándose qué industria va a tener España. La del futuro es la industria de las cosas que no se tocan. No fabrica coches o neveras, fabrica software e inteligencia artificial.
El segundo tema que España tiene que plantearse muy seriamente —y el orden no es jerárquico— es la despoblación. Empieza a haber dos países: Madrid y su área metropolitana —que es una capital mundial comparable en todos los sentidos a Londres, París o Nueva York— y el resto de España, que se está despoblando.
En tercer lugar, tenemos que preservar el medioambiente. Decíamos que somos la frontera de la UE, pero también somos la frontera del cambio climático, uno de los primeros países que sufrirá sus consecuencias. Y el Gobierno debería tener un plan serio para afrontar lo que va a ocurrir.
¿No lo tiene? Mire que es de lo que más habla Pedro Sánchez últimamente...
El agua es el eterno problema en España que nadie se ha planteado en serio. Lo intentó José María Aznar con el Plan Hidrológico Nacional y finalmente no lo consiguió. Pero no puede ser que España no tenga una política de Estado de agua que nos garantice a todos no sólo el suministro, sino también que la agricultura tiene un futuro.
Siga, que llevamos tres, pero le veo con ganas...
Hay que plantearse el futuro del sistema de pensiones. Vamos a una pirámide poblacional invertida en la que no sólo los jubilados van a acabar cobrando más que los jóvenes, sino que además van a ser el mayor grupo poblacional y, por lo tanto, los que van a decidir el Gobierno con sus votos. Necesitamos un pacto intergeneracional que mantenga unas pensiones dignas, que se puedan seguir pagando, pero que a la vez permita a los jóvenes tener prosperidad.
Y por último, España debe cerrar el debate territorial de una vez por todas. Pero con altura de miras, el mismo espíritu con que se hizo la Constitución en 1978.
No podemos, casi 50 años después de la Constitución, seguir debatiendo quiénes somos y qué hacemos aquí, si somos un país o no. Si somos un Estado, somos una nación... España debe importarnos más por lo que representa para el futuro que por lo que representó en el pasado. España es más un proyecto de futuro que una historia. Y llevamos casi 50 años rompiéndonos la cabeza por la historia, sin darnos cuenta de que lo verdaderamente importante de España es qué haremos juntos el futuro.
¿No cree que el Plan de Recuperación del Gobierno sí piensa en de qué vamos a vivir, en cómo abordar el cambio climático y en generar industrias nuevas? Hay cosas que parece que sí quiere hacer el Gobierno y de las que Sánchez no verá réditos.
En primer lugar, un proyecto de país se hace debatiendo con todos. Para que el Plan de Recuperación español hubiera sido un Plan de Recuperación de España, habría hecho falta que se debatiera en el Congreso, y con las Comunidades Autónomas, con empresarios, sindicatos, universidades... que todos los españoles hubieran podido participar. Pero lo que se presentó es un documento elaborado por los burócratas del Ministerio de Economía. O sea, literatura burocrática.
Para que fuera un verdadero Plan de Recuperación, todo el mundo debería saber adónde va el dinero y cómo va. Y debería poderse controlar que ese dinero del Plan Marshall Europeo se está utilizando bien.
Hay una web oficial que lo va explicando...
Van a llegar a 70.000 millones de euros y en el Congreso de los Diputados no hay nadie controlando cómo se gasta. ¡Es absolutamente increíble! Ni el Gobierno da información regular sobre cómo se está gastando ese dinero ni a quién se está dando. A medio plazo, podría gestarse el mayor escándalo de corrupción de la historia, porque es mucho dinero y mucha oscuridad, y eso siempre conduce al mismo pozo.
El Gobierno, además, tampoco cuenta las cosas. Porque entre los hitos que Bruselas le ha fijado está la reforma definitiva del sistema de pensiones. Pero al Gobierno, si le preguntas, te miente y te dice que no. Sabemos por la Comisión Europea que, si el Gobierno no garantiza la sostenibilidad del sistema de pensiones antes de diciembre —lo cual pone en cuestión la próxima subida de pensiones— le pueden cerrar el grifo de los fondos. No, un plan de país es otra cosa.
"Creo que la Transición es la revolución de las buenas personas y que no ha habido un momento más brillante en nuestra historia"
El mundo ha cambiado una barbaridad desde su infancia con Franco, los curas y los militares omnipresentes. A usted, ¿qué España le inspira más? La casi federal de los Austrias, la aconfesional de las repúblicas, la centralista borbónica, la de la Transición...
A mí me gustan todas. Soy un enamorado de la Hispania romana. Me fascina la posterior, hasta la supuesta batalla de Covadonga —un periodo del que sabemos muy poco—. Nuestra Edad Media ¡ya la quisieran para sí los británicos! Harían series de televisión sin parar.
La época de los Austrias es la España de hoy, que sigue siendo deudora del protocolo de aquella corte. Los Borbones, nuestro fantástico siglo XIX, tan latinoamericano en su principio y en su final... Pero mi época favorita es la de la Transición. Es la España que más admiro.
Vaya tópico...
Si me pongo épico, diría que mi España es la del 2 de Mayo. Pero si me pongo serio, es la de la Transición política. Millones de españoles que no tenían información de lo que sucedía en el exterior, ni en el interior; que no tenían educación suficiente, muchos no sabían leer ni escribir; que no tenían formación política suficiente, no sabían ni lo que era un partido político ni lo que era una ideología; que tenían en carne viva todavía los recuerdos de la Guerra Civil y los de la posguerra, que sabían lo que era pasar hambre y necesidad; ¡que habían sufrido de verdad!... esos españoles, un domingo se pusieron su mejor corbata, el vestido de ir a misa, y se fueron a votar por seguir juntos y en paz. ¡Desde los comunistas hasta los franquistas!
Desde los desde los del Partido Comunista que habían sufrido la represión durante la dictadura, hasta los ministros franquistas que habían sido los represores de la dictadura. ¡Decidieron darse la mano y empezar un país nuevo desde cero! Creo que ésta es la revolución de las buenas personas y que no ha habido un momento más brillante en nuestra historia.
Y si damos un salto adelante, ¿qué España abra dentro de otros 40 años?
No sé, pero mire, en el 2050 ningún país de la Unión Europea estará en el G-7, ni por población ni por PIB. Y ningún país de la Unión Europea representará el 1% de la población mundial.
La UE es hoy el 12% de la población mundial, produce el 23% del PIB mundial y consume el 54% del gasto social mundial. ¿Cómo esa población, que va a caer por debajo del 7%, va a poder mantener su Estado del bienestar? Éste es el reto al que todos nos deberíamos estar dedicando, porque Europa representa la Constitución, el Estado de derecho y la democracia. Pero también la educación pública, la sanidad pública y las pensiones públicas.
Le preguntaba en concreto por España.
¿Qué España habrá dentro de 50 años? No lo sé. Yo no lo veré. ¿Cómo nos habrá afectado a todos el cambio climático, la robotización? ¿Hasta qué punto se habrá conseguido la conexión de las ondas cerebrales con los ordenadores? No lo sé. No me atrevo a decir nada sobre cómo será el mundo, pero sí a afirmar que los políticos deberíamos estar reflexionando y preparándonos.
Me pinta usted la distopía a la vuelta de la esquina...
Hoy sé que todo lo que sea tecnológicamente posible, se hará. Hace algunos años, me podía caber la duda de que si algo es tecnológicamente posible hacerlo pero moralmente no, no se hará. Pero ya no, porque la revolución tecnológica ha ido mucho más deprisa que la reflexión moral y la política. Por lo tanto, o los políticos nos ponemos a pensar y a debatir sobre cómo hay que guiar moralmente la evolución de la historia o la evolución de la historia prescindirá de la moral y de los políticos. Y seremos sustituidos por un algoritmo que toma decisiones.
Si hay un ordenador que es capaz de ganarle al ajedrez al campeón del mundo, ¿cómo no va a haber un ordenador que sea capaz de gestionar mi barrio? Y si un ordenador puede gestionar mi barrio, ¿cómo justifico que haya que elegirme a mí para ser alcalde?
Vayamos al presente. Colombia acaba de dar un vuelco del centro-derecha a la izquierda guerrillera en la presidencia y ya se ha organizado el primer lío con la supuesta espada de Bolívar, el rey Felipe VI y un diputado de Podemos pidiendo "guillotina".
Me sorprende que los mismos que quieren derribar las estatuas de Colón sean los que veneran la espada de Bolívar. La historia no es un cuentito de buenos y malos, y todos los acontecimientos históricos deben medirse por el mismo rasero. Quienes convierten el pasado en campo de batalla político es que son incapaces de decir nada sobre el porvenir. Además, ser político español y no defender a España fuera es apostar contra el interés de tus propios votantes, y contra su futuro.
España debe recomponer su política con Iberoamérica: no entender que formamos parte de la misma comunidad internacional es no saber quién es España en la historia y en el mundo. Somos tan europeos como iberoamericanos, no más de lo uno que de lo otro, no, y hace demasiado que lo de Europa se nos ha subido a la cabeza y nos hemos olvidado de América. Esa actitud boba debe revertirse cuanto antes. Necesitamos un presidente del Gobierno que conceda tanta importancia política a México, Colombia o Argentina como a Alemania, Francia o Italia.
A finales de julio, se firmaron los dos primeros acuerdos de la Mesa de diálogo con Cataluña. Esa mesa de negociación, ¿qué es para usted?
Es la constatación de que Pedro Sánchez venderá a su familia con tal de seguir siendo presidente del Gobierno un día más. El mundo democrático contemporáneo se enfrenta a dos zombis recién salidos de la tumba: el nacionalismo y el populismo. Que son la guerra, como dijo François Mitterrand. Nos llevaron a las dos guerras mundiales y nos llevarán a otra guerra como los dejemos seguir creciendo. Lo único que en España deberíamos evitar para siempre es el nacionalismo y el populismo que tantas veces nos han enfrentado.
Lo que hace Sánchez es ceder a nacionalistas y populistas lo que éstos le piden con tal de seguir un día más en la Moncloa. No le importa si con esto descompone el Estado. Si tiene que modificar el Código Penal, lo modificará; si tiene que forzar una renovación del Tribunal Constitucional, la forzará; si tiene que reformar la Ley Orgánica del Poder Judicial, la reformará. ¡No le importa! Si tiene que indultar, indultará. No tiene límites. Y no tiene controles. Han desaparecido los contrapesos, incluso dentro de su partido político.
"¿Has de hacer política en Cataluña? Sí, hacer política, sí. Pero ¿renunciar al principio de igualdad? No. ¿Renunciar al principio de libertad? No"
¿Pero la política no es "el arte de lo posible", como dijo Fraga?
Yo no sé si eso lo dijo Fraga. Es una frase muy manida, con muchos padres. Si me dicen que lo dijo Churchill, me lo creo, aunque no vivió tanto como para todas las frases que le atribuyen.
La política es "el arte de lo posible" dentro de lo constitucional y lo moral. Y estamos viviendo el desmontaje del andamiaje del Estado constitucional para dar satisfacción a los enemigos de que España continúe como nación constitucional.
La frase de Fraga terminaba con que para ello, "hay que intentar muchas veces lo imposible". A lo mejor, eso es lo que Sánchez está intentando.
He de decir que lo de que la política es el arte de lo posible para conseguir lo imposible ya no parece de Fraga, sino de Aaron Sorkin. Es una frase como del presidente de El ala oeste de la Casa Blanca.
Está desmontando la tesis para no contestar...
Pensar que eliminar el castellano de la enseñanza en Cataluña es una audacia de Pedro Sánchez, es aceptar que perseguir los derechos fundamentales de una buena parte de la población en Cataluña, y dar satisfacción a los que quieren imponer un modelo de convivencia en contra de la pluralidad, puede acabar siendo útil porque acalla a las víctimas.
Desde el punto de vista democrático, resulta vomitivo que se ignoren los derechos de las minorías para dar satisfacción a los que las persiguen. Le diría que Sánchez tiene los principios equivocados, si no fuera porque estoy convencido que no tiene principios.
Se lo pregunto de otra manera, entonces. Convengamos en que el nacionalismo generó un problema para luego hacerse la víctima. ¡Pero el problema ya existe! Ya es real. ¿Cuál es el verbo —satisfacer, atemperar, conllevar...— para gestionarlo?
El verbo contiene una negación. No renunciar a los principios y los valores constitucionales. Jamás. Por fuerte que sea la presión. ¿Has de hacer política? Sí, hacer política, sí. Pero ¿renunciar al principio de igualdad? No. ¿Renunciar al principio de libertad? No. ¿Renunciar al principio democrático? ¡No! No puedes.
Es decir... Rusia nos va a cortar el gas. ¿Significa eso que nosotros debemos ceder? ¡Nos vamos a quedar sin gas, el problema ya está ahí! Como usted dice, tiene una solución. En este caso, ceder a las pretensiones de los rusos. ¡Es muy fácil! La solución es muy fácil...
¿Por qué no cedemos a las presiones de los rusos y les concedemos lo que nos piden para que nos devuelvan el gas? Porque creemos que hay principios y valores que están muy por encima de recibir o no recibir gas.
Me compara la invasión, las consecuencias de la guerra, con el desafío independentista.
Porque aquí sucede exactamente lo mismo y la solución es fácil también: eliminamos el castellano en Cataluña. ¡Es facilísimo! La solución está ahí. Porque con esto damos satisfacción a una élite que gobierna con un modelo de Estado autocrático en la cabeza. Ahora, ¿debemos renunciar a nuestra obligación de defender el bilingüismo, de defender la libertad, el derecho de los padres a que sus hijos reciban educación en castellano? Yo creo que no. ¡El verbo es no renunciar!
Yo soy bilingüe. Mis abuelos sólo hablaban valenciano, es mi lengua familiar. He sido consejero de Cultura y en Valencia hablo en valenciano. Pero utilizo el castellano con la misma naturalidad y facilidad. No entiendo por qué esa cordialidad con la que yo convivo con dos lenguas en Valencia no vale en Cataluña.
¿Es con este mensaje con el que van a cambiar el mapa autonómico del rojo socialista al azul popular, de aquí a unos meses?
Nosotros nos vamos a presentar. Hay una diferencia importante entre los políticos de la Transición y los de hoy. Que los de la Transición hablaban más de programa y los de hoy hablan de encuestas. Yo no voy a hablar de expectativas, voy a hacer como hace Alberto Núñez Feijóo, que es hablar de compromisos. Si los españoles nos quieren dar su confianza, haremos lo posible. Si no, nuestra obligación —y estamos cumpliendo con ella— es ofrecerles una alternativa.
Porque, ¿es más urgente que Pedro Sánchez cambie o cambiar a Pedro Sánchez?
¡Pedro Sánchez no puede cambiar! A Pedro Sánchez hay que cambiarlo. Él es un producto de sí mismo, vino así de fábrica [risas]. Y la prueba es que se tuvo que meter por la puerta de atrás a la Presidencia del Gobierno. ¿Usted cree que si los socialistas históricos pudieran, cambiarían a Pedro Sánchez? Yo creo que sí... los del Antiguo Testamento.
"Debemos dejar de descalificarnos ideológicamente para volver a construir juntos un país en el que quepamos todos"
Sí. Pero luego también uno debe reflexionar que todos acabamos diciendo que los jóvenes de nuestra época éramos mejores, que cualquier tiempo pasado fue mejor...
Yo no creo en eso.
La edad creo que nos va llevando a todos a ir creyendo que sí.
Cada tiempo tiene sus retos y sus debilidades, sus contraindicaciones y sus sufrimientos. Pero mire, mis dos abuelos lucharon en la guerra. Mis padres pasaron hambre en la posguerra. Yo vengo de una España muy pobre, ¡muy pobre y muy ignorante! Y mis hijos es verdad que tienen muchas dificultades para encontrar trabajo. Y es verdad que los trabajos que tienen están bastante mal pagados. Pero mis hijos tienen una cultura, han tenido una calidad de vida, han tenido una educación y unas oportunidades que para mi España estaban lejísimos.
No, cualquier tiempo pasado no fue mejor. Todos vamos a mejor. El mundo va a mejor. Y España también.
Antes salió la palabra Franco, al que Sánchez sacó del Valle de los Caídos... ¿bien sacado?
Franco no tenía por qué estar allí, no es una víctima de la Guerra Civil. Otra cosa es que sacar a Franco se convierta en un espectáculo. Ni comparto la propaganda política con la que se le enterró ni comparto la propaganda política con la que se le desenterró.
Vamos a eso. ¿Es posible que la Transición se fastidiara cuando Zapatero no negoció la Ley de Memoria con el PP de Rajoy?
La Transición no puede fastidiarla nadie. Es un hecho y no hay más que mirarla. Pero ocurre como con ETA: ¿quién impone el relato de la Transición? Y lo sorprendente es que el Partido Socialista, que se puede atribuir el mérito del 50% de la Transición, prácticamente... que se puede atribuir la paternidad de la Transición, sea el que esté dedicado hoy con más énfasis a destruirla.
Que la ley Bildu considere que el franquismo llega hasta el primer año de Felipe González, a mí me parece increíble. Llevo ocho años en Bruselas, y esto no lo vería en ningún país de la Unión Europea. ¡En ninguno! Ni siquiera en los que acaban de volver del comunismo de Europa del Este.
También se podría decir que en ningún país de la UE existía un monumento en homenaje al dictador, como hasta hace un par de años.
Los que dicen eso no han estado en Rumanía, y no han visto la sede del Parlamento de Rumanía en el inmenso Palacio Presidencial de Ceaucescu. O no han estado en Varsovia y no han visto el edificio que regalaron los rusos, que ocupa el espacio principal de la plaza principal de la ciudad.
Hablamos mucho.
Hablamos mucho, viajamos poco y nos informamos menos.
Cuando les dicen a ustedes que Alianza Popular llegó tarde a la Transición, que no votó unánimemente la Constitución, ¿cuánto pelo se les eriza aquí en Génova?
Bah, ninguno. ¡Qué tontería!
¿No molesta?
Uno va a la Sala Constitucional del Congreso, ve los retratos de los padres de la Constitución y el fundador de este partido está entre ellos. Y los otros tres que eran de Unión de Centro Democrático acabaron siendo afiliados.
El Partido Popular de hoy es la UCD. Es Alianza Popular, pero es la UCD. Y el propio Adolfo Suárez acabó asistiendo a los actos del PP. Alianza Popular, igual que el Partido Comunista, jugó su parte en la Transición para que ésta fuera posible. Sin Carrillo no habría habido Transición, pero sin Fraga tampoco.
¿Y cuando les recuerdan la abstención en el referéndum de la OTAN? Hablábamos antes del giro pro norteamericano del presidente del Gobierno. A ver si les madrugan el atlantismo...
Diría lo mismo: hay que leer más. Alianza Popular, por razones tácticas se equivocó pidiendo la abstención en ese referéndum. Pero recordemos que se entraba en la OTAN, sí, pero no en la estructura militar. Y fue Aznar el presidente que lo hizo. Por lo tanto, podemos discutir cómo hacer las cosas mejor para España, pero deberíamos dejar de descalificarnos unos a otros. Eso conduce a la exclusión del debate político del que no es como tú, y a la imposición de un modelo no plural.
Oye, yo acepto que los socialistas y los comunistas son parte fundamental de este modelo democrático del que disfrutamos. Y ellos deben aceptar que los que fueron de la UCD y los que fueron de Alianza Popular, exactamente lo mismo. Debemos dejar de descalificarnos ideológicamente para volver a construir juntos un país en el que quepamos todos.
Mi conclusión a esa respuesta, y se la digo también a políticos de otras sensibilidades a los que entrevisto, es que esa misma respuesta me la dan ellos. A todos ustedes lo que les falta es confiar en el de enfrente.
Nosotros no hemos hecho una Ley de Memoria Democrática con Bildu. Nosotros no hemos hecho una ley en la que hemos querido asentar una verdad histórica. Eso, lo de asentar la verdad de la historia por ley sólo lo han hecho los partidos autoritarios.
Quizás eso sea consecuencia de la falta de diálogo y de confianza entre ustedes, PP y PSOE.
...
... déjeme terminar. Si un matrimonio dura 20 años, los dos son más distintos el uno del otro que al principio. Y si ambos van dejando de comunicarse, van incomprendiendo el modo de ver la vida del otro. Si PSOE y PP, principales partidos de este país, no se hablan o no se fían el uno del otro, el divorcio acaba mal, acaba así.
Si su conclusión es que el PSOE y el PP deberían hablar mucho más, mi respuesta es sí, deberíamos hablar mucho más.
¡Y creerse lo que se dicen!...
...Ahora termino yo. Si su conclusión es que el PSOE y el PP deberían ser capaces de dejar gobernar siempre al partido más votado, mi respuesta es sí. Si su conclusión es que, en algún momento el PSOE y el PP debían hacer alguna coalición en España, mi respuesta también es que sí.
Yo vengo de Bruselas, donde hemos estado gobernando con los socialistas y con los liberales. Y la experiencia ha sido muy positiva, nos hemos entendido con los socialistas y con los liberales con mucha facilidad, porque todos tenemos un mismo modelo de sociedad en la cabeza.
¿Y por qué aquí no pasa?
Los socialistas españoles y los populares españoles compartimos modelo de sociedad. Creemos en el mismo modelo constitucional y democrático, de servicios sociales... la prueba es que, cuando gobiernan unos o gobiernan otros, realmente el país no cambia en su estructura.
Me pregunta usted, ¿por qué no pasa? Porque los socialistas han entrado en una deriva muy extraña, autodestructiva. Y sus coletazos nos acaban golpeando también a nosotros. ¡Ojalá! Ojalá fuera fácil hablar con ellos. Pero es que Pedro Sánchez gobierna con los socios que tiene. Y le hacen pagar este precio, le impiden pactar con nosotros.
Ha sacado usted antes a Aznar, que inauguró esta serie de entrevistas del ciclo Un verano a contraluz. Yo tenía esta pregunta preparada sobre los distintos modelos de señor de derechas con puro. ¿Usted es más de Thatcher, de Reagan, de Kohl, de Aznar, de Rajoy...?
En el centro derecha hay básicamente un modelo, que es la defensa de la libertad dentro de un marco de igualdad. El centro derecha consiste en combinar libertad e igualdad, anteponiendo la libertad.
El centro izquierda consistía [remarca el verbo en pasado] en combinar libertad e igualdad, anteponiendo la igualdad. Yo creo que hay personalidades distintas y matices distintos, pero en realidad todos los políticos de centro derecha que usted ha mencionado se mueven por los principios y valores comunes.
No vamos a elegir.
No.
Vaya... entonces sigamos hacia la derecha y lleguemos a Vox. Ya me ha comentado usted antes que poco menos que Vox y Podemos son las dos caras de la misma Falange.
Eso no lo he dicho yo. Que son extremos que se comunican.
Cierto. Pero ya hay un ejemplo de que el PP es capaz de entenderse con Vox, en Castilla y León. De aquí a unos meses, quizá les toque de nuevo hacerlo. ¿Es posible que el PP que cree en el mismo modelo que el centroizquierda vaya a tener que entenderse con Vox y eso funcione? ¿O el PP preferiría entenderse con el PSOE?
El PP prefiere gobernar solo.
Por supuesto.
En Andalucía hemos demostrado que es posible y es lo que vamos a intentar para el resto de España.
Y no hay más.
[Silencio]
Bien. Me decía usted antes que tiene temor a lo que pase en Italia. Es posible que los neofascistas acaben gobernando, pero lo que más llama la atención es la sugerencia del partido hermano del PP, Forza Italia, de hacer con ellos una coalición.
Si Forza Italia acaba apoyando un gobierno de Meloni, yo no lo voy a entender.
Hablo de un pacto previo, ¿puede entenderse como un intento de calmar al tigre?
Si mi información no es mala, no va a haber coalición preelectoral.
¿Tiene mucho riesgo Europa si Meloni marcha sobre Roma?
Espero que no ocurra, que no gobierne.
¿Y si sí?
Ya veremos.