Guillermo del Valle, líder de Izquierda Española: 'Nosotros no tenemos alergia a la idea de España'
"PSOE y Sumar están nerviosos. Venimos para quedarnos" / "Hay mucha gente avergonzada de los pactos con un xenófobo de extrema derecha como Puigdemont" / "La izquierda debe combatir la desigualdad del nacionalismo. Hemos venido a corregir la anomalía" / "Ayuso practica el dumping fiscal, su libertad es un sálvese quien pueda".
7 enero, 2024 02:44Es una semana de suerte para Guillermo del Valle (Madrid, 1989). Los políticos exitosos de hoy se construyen sobre las críticas del adversario. Importa mucho más la gasolina que intenta prenderte fuego que el combustible que te aportan los que piensan como tú. Prueba de ello son Pedro Sánchez –véase Vox– e Isabel Díaz Ayuso –véase la izquierda en general–. Crecieron sobre los calificativos del rival.
Este abogado inscribió Izquierda Española como partido político el pasado 27 de diciembre. Con poca financiación y apenas presencia mediática, su disruptiva propuesta ha sido el capote que ha atraído las embestidas de un ministro del Gobierno y varios líderes de Sumar y Podemos. El proyecto está lejos del éxito, pero ya forma parte del debate público. Y esa es una condición necesaria, aunque no suficiente, para prosperar.
Izquierda Española es un proyecto de país que lleva gestándose tres años y medio en un laboratorio de ideas llamado “El Jacobino”. Ahora afronta el reto de convertirse en un “sanjacobo”; es decir: en algo digerible para el pueblo en general y no para los intelectuales en particular. Su eslogan más aguerrido, el que ha soliviantado a la “izquierda oficial”, es más o menos este: “Somos la izquierda que no pacta con los nacionalistas. Porque nosotros creemos en la igualdad de derechos”.
Con esta izquierda –sostiene Del Valle–, tendría los mismos derechos un extremeño que un catalán, un andaluz que un vasco; “cosa que hoy no ocurre”. Toma asiento Del Valle en una mesa de la cafetería del Ateneo.
Tiene ganas, ilusión. Casi todo son dificultades. Militó en UPyD, le rodean muchos “ex”, algunos de Ciudadanos, otros del PSOE e Izquierda Unida. Quiere que la luz, como la que alumbra esta cantina, permanezca encendida. No quiere seguir encarnando esa sensación de la que habló Montano, la de “cerrar partidos como quien cierra bares”.
¿Tiene usted el dinero?
¡Tengo el dinero! [bromea] De momento, no tenemos todo el dinero que hace falta. No descubro el Mediterráneo si digo que nuestros patrocinadores no son grandes ni numerosos. Pero, a pesar de eso, la repercusión mediática que ha tenido el lanzamiento de Izquierda Española ha sido grande, ¿eh? Algo estaremos haciendo bien.
Sabemos que el coste de entrada es alto. Porque no queremos ser un partido coyuntural, sino un proyecto con vocación de permanencia. Venimos para quedarnos. Hemos llegado para cubrir la ausencia de una izquierda que defienda la igualdad entre ciudadanos. La financiación aparecerá.
La repercusión trae financiación.
Exacto. Muchas veces ustedes nos preguntan por las caras conocidas que se van a unir al partido. Entiendo que tenga su importancia, pero no es la cuestión central. La fuerza de entrada en el debate público tiene que ver con el espacio que pretendemos ocupar: una izquierda que no pacte con los nacionalismos.
Algunos líderes de la izquierda oficial han reaccionado con mucho nerviosismo. Hemos palpado el descontento de muchísima gente progresista que nunca votaría a la derecha y que ya no se ve capaz de votar al PSOE o a Sumar por esos acuerdos en pro de la desigualdad y los privilegios de los territorios.
Lo que sí dicen tener ya es cierta implantación territorial.
Como usted sabe, Izquierda Española ha tenido como embrión un laboratorio de ideas llamado El Jacobino, que ha venido funcionando durante tres años y medio. A través de distintos actos, fuimos trenzando esa infraestructura territorial. Esta estructura previa es más importante que el dinero para empezar a trabajar.
Se definen como “una izquierda no nacionalista”. Pero un proyecto político, supongo, es mucho más amplio que eso. ¿A qué se refiere cuando habla de “defender la igualdad en todos los planos”?
¿Por qué la izquierda en España no puede tener una relación normal y natural con su país? ¿Por qué la izquierda puede exaltar cualquier identidad diferencial pero tiene alergia al concepto de España?
Insisto: hay cientos de miles de personas que se sienten huérfanas en ese sentido. Pero es verdad lo que usted dice: para nosotros, la igualdad no es sólo la política territorial. También lo es la redistribución, la justicia social, los impuestos progresivos, la defensa del trabajo o la lucha contra la precariedad.
¿Cuál es su expectativa electoral? 300.000 votos son necesarios para lograr un escaño en las europeas.
La expectativa es entrar en el Parlamento Europeo. La circunscripción única lo hace más sencillo. Queremos empezar por ahí, entrar con fuerza en Bruselas. Se habla mucho en los medios de si le vamos a “robar” votos al PSOE o a Sumar.
No se trata sólo de eso. Creemos que podemos convencer a muchos abstencionistas. Hay mucho progresista que no se siente representado por los pactos con Puigdemont. Digámoslo claro: es un señor de extrema derecha.
Teniendo en cuenta la juventud del proyecto –no llega a un mes–, es asombroso cómo han entrado al trapo distintos líderes de la izquierda. ¡Les viene a ustedes de maravilla!
Y no es una casualidad. Reaccionan así porque saben que algo se está moviendo. Somos gente seria, hemos venido a hacer política, no a meter zascas. Estamos contestando a esos dardos con mucha educación, pero también con mucha ironía. La ironía es muy necesaria en estos tiempos.
El debate no debería ser “¿por qué ha nacido Izquierda Española?”, sino… “¿Cómo es posible que la izquierda oficial de este país considere progresistas a los racistas de Junts, que plantean la segregación fiscal de los más pobres y la secesión de los ricos? ¡Junts y el PNV reparten los carnés de izquierdas y progresismo! Es una anomalía terrible.
Entiendo que nos respondan diciendo que somos “nacionalistas españoles de derechas”. Lo hacen porque no pueden responder a la pregunta que acabo de plantear. No se pueden defender los derechos históricos de los territorios desde la izquierda. Porque eso entraña la parcelación del mercado de trabajo, los privilegios fiscales y la ruptura de la caja única de la Seguridad Social. Todo eso no puede ser de izquierdas. ¡Es imposible!
El argumento de quienes les critican es básicamente este: Izquierda Española no es realmente de izquierdas, sino nacionalista español y, por tanto, de derechas.
Es un latiguillo retórico que no está mal, pero que no aguanta ni cinco minutos de debate. No somos nacionalistas españoles porque la nación que nosotros defendemos es laica desde el punto de vista identitario. Es más: somos contrarios a cualquier tipo de identitarismo. Cualquier identidad cultural debe quedar siempre detrás de la idea de ciudadanía.
Somos todos libres e iguales en un espacio público compartido. Todos tenemos los mismos derechos. A partir de ahí, que cada uno tenga los sentimientos de pertenencia que quiera. Defendemos, por supuesto, la pluralidad lingüística, que es inherente a cualquier Estado democrático.
Es decir, cuando ustedes defienden el concepto de nación, no lo hacen de manera esencialista.
Por supuesto que no. Abominamos de todas esas ideas que arraiguen en eso de “una España grande y libre”. Me parece espantoso. Del mismo modo, abomino de esos socios de la izquierda que ahora defienden “una Cataluña grande y libre”.
No somos de esa concepción joseantoniana que exhiben algunos, según la cual gracias a la raza o la etnia toda una sociedad puede pensar como un solo hombre. Y ya le digo, todo esto que hablamos no es política territorial. Piense, por ejemplo, en el medioambiente.
¿A qué se refiere?
Cuando se afrontan los retos medioambientales, ¿no es mejor un Estado fuerte que pueda poner límites y contrapesos a las multinacionales? Creo que es un ejemplo bastante claro.
¿Cuándo empezó a quebrarse la relación entre el PSOE y la idea de la nación?
Es una quiebra que afecta a la izquierda en general, no sólo al PSOE. Pero ese proceso empezó indudablemente con Zapatero. En una entrevista que dio a El Español en 2020, dijo que todos esos nacionalismos para nosotros identitarios y xenófobos forman parte del espacio progresista. Esa opinión supuso un desmoronamiento ideológico importante. Es la asunción de un marco franquista.
Me he perdido: ¿franquista?
En la España de Franco, todo lo que estaba fuera del régimen era definido como la “antiEspaña”. Asumir hoy que todo lo que tenga que ver con la idea de España resulta “de derechas” es un homenaje póstumo al dictador.
Es el mismo marco solo que del revés. Con Zapatero se inició esa deriva según la cual el PSOE acepta poner la gobernabilidad en manos de los partidos identitarios. Con Pedro Sánchez, esa deriva se ha acelerado.
En su libro cita a Muñoz Molina: "En España, primero se hizo compatible ser de izquierdas y nacionalista. Después, se hizo obligatorio".
Es que si no compras el marco de Sumar que dibuja a Junts como “partido progresista”, pareces de derechas. Quien critique la alianza de fuerzas que conforma el Gobierno es un reaccionario, un fascista. ¡Qué curioso! A tenor de esa teoría, ¡no existen las derechas en Cataluña ni en el País Vasco! Es una batalla electoral entre progresistas. Porque, como todo el mundo sabe, el PNV es un partido que linda con el marxismo.
Seamos serios. Junts y el PNV han sido neoliberales en el plano económico, han defendido siempre los intereses de la burguesía y de los más potentados. Han practicado graves recortes sociales y políticas fiscales regresivas. En Convergència, incluso, se escondía el dinero en paraísos fiscales. Cuando plantean que se les transfiera el impuesto a las grandes fortunas, se está impidiendo una redistribución igualitaria entre todos los españoles.
Usted sostiene, entonces, que la defensa de la cuestión social lleva aparejada inevitablemente la defensa de la cuestión nacional.
Es que son cuestiones profundamente interrelacionadas. Le pongo otro ejemplo: ¿cómo hacer una Ley de Vivienda Pública que plantee la intervención en ese mercado en medio de las políticas de fragmentación? Las competencias son casi de nivel cantonal, es imposible hacerlo bien. La centrifugación territorial impide la agenda social, la bloquea.
El pacto del PSOE con el PNV sobre la seguridad social ha pasado desapercibido, pero es gravísimo. Romper la caja única es como privatizar las pensiones. No hay cuestión social sin cuestión nacional. Van de la mano. Mire los impuestos e Isabel Díaz Ayuso.
Suele acusarla usted de “dumping fiscal”.
Por supuesto que la critico por “dumping fiscal”. Su concepto de la libertad es el de un “sálvese quien pueda”, el mismo que el de Javier Milei. La libertad también incumbe a los pobres y a los débiles. Ayuso se aprovecha de este Estado cuasi federal para competir fiscalmente a la baja.
Coinciden ustedes con Rufián en esa acusación.
También coincidiremos con él si dice que le gustan los huevos fritos con patatas. La verdad es la verdad la diga Agamenón o su porquero. Aunque me resulta raro que Rufián lance esa crítica. Ayuso hace dumping fiscal en Madrid y Esquerra pretende realizarlo en Cataluña gracias a un pacto fiscal que les otorgue privilegios.
Antes de que el PSOE diera el giro a su política territorial, ya era un partido federalista. Nunca ha existido en España, hasta la llegada de ustedes, una izquierda “recentralizadora”. ¿Teme que esa falta de costumbre en el electorado les perjudique?
No lo creo. Prefiero el concepto de “izquierda igualitaria”.
Oiga, son ustedes “recentralizadores”.
Apostamos por la armonización sin ningún tipo de complejo. Somos jacobinos.
Y jacobinismo es recentralización, Estado fuerte y unitario.
Por supuesto. ¿Cómo se garantiza un Estado social con tal disgregación normativa y competencial? Es imposible. Pero es que la izquierda oficial ni siquiera respeta los principios clásicos del federalismo, que son básicamente la lealtad de las unidades que conforman ese Estado y la prevalencia del Estado de Derecho sobre esas unidades. El principio federal tiene sentido para unir lo que estaba separado, no para mantener unido lo que ha empezado a separarse.
¿Cuál es su política concreta para eso?
Revertir la centrifugación del Estado y su vaciamiento de competencias.
¿Proponen que el Gobierno central recupere competencias importantes transferidas a las Comunidades autónomas?
Es imprescindible que haya una sanidad y una educación que sean comunes. Volvemos a lo mismo: sólo así se puede garantizar una sanidad y una educación en igualdad. Ese marco legislativo debe marcarlo el Gobierno central.
¿Qué es eso de que algunas vacunas estén financiadas en unas Comunidades y otras no? ¿Qué es eso de que algunas pruebas de salud estén financiadas en unas Comunidades y en otras no? ¿Qué es eso de que en una Comunidad no se cumplan las sentencias que obligan a impartir el 25% en castellano? Me dicen: “Existe la Alta Inspección para eso”. Pero no se aplica. Por cierto, nosotros queremos más. Somos más ambiciosos que el 25%.
Vox también propone recentralizar el Estado. En eso están de acuerdo.
Pero Vox lo propone para luego privatizar todas esas competencias. Y, además, lo plantean así en busca de esa nación esencialista y católica. Nosotros estamos en las antípodas de eso. Vox es un partido reaccionario y nacionalista. Para nosotros, el concepto de ciudadanía es jurídico y político, no cultural.
No es más español que otro el que cree en determinados sentimientos de pertenencia. Vox dice oponerse al nacionalismo identitario, pero ellos también son nacionalistas identitarios. Son igual de reaccionarios.
¿Qué le parece la propuesta del PP de disolver los partidos independentistas que convoquen un referéndum ilegal o declaren la independencia?
Es una propuesta que no está exenta de hipocresía. Tiendo a pensar que el PP ha lanzado esta medida empujado por el clima electoral que se avecina. Yo no soy partidario de la ilegalización de partidos políticos. Creo, además, que el texto es precipitado y que adolece, según los expertos, de defectos técnicos.
¿Y la recuperación del delito de referéndum ilegal?
Con eso está de acuerdo incluso el Pedro Sánchez de 2019. Me parece una medida razonable. ¿O no es razonable que el Estado disponga de herramientas jurídicas para protegerse de la secesión? Cuando se produce una declaración de independencia o la convocatoria de un referéndum ilegal, todos los españoles que viven fuera de Cataluña ven cómo pierden sus derechos en una parte de su país.
Lo mismo pasa con la amnistía, que me parece un privilegio feudal. Se lo digo como abogado de muchos trabajadores. ¿Qué se preguntan los ciudadanos que han cometido un delito y no se les ha perdonado? El poder político ha cambiado la ley para favorecer a políticos que han delinquido y que dicen que van a volver a hacerlo. Han subvertido la igualdad para favorecer a un grupo de intocables.
La mejor manera de discernir si ustedes son verdaderamente de izquierdas es ahondar en su programa electoral. ¿Cuáles son esas medidas, a su juicio, incuestionablemente de izquierdas?
En materia laboral: competir vía salarios no tiene ningún sentido económico ni social. Eso no ha hecho a España más productiva ni más competitiva. Apostamos por recuperar las indemnizaciones por despido previas a la reforma de 2012 y también la negociación colectiva en todos los capítulos, no sólo en el salarial. Queremos dar más recursos a Inspección de Trabajo para que pueda corregir el ingente fraude laboral que sufrimos.
¿Y en materia fiscal?
No nos hace falta un discurso populista sobre los ricos, no hablamos de tomar los cielos por asalto ni utilizamos todos esos lemas tan insoportables. ¡Fuera toda esa retórica de hojalata! Queremos reformar el IRPF para que las rentas del capital no tributen mucho menos que las rentas del trabajo. Eso no lo ha hecho este Gobierno, que supuestamente es el “más de izquierdas de la Democracia”.
¿Qué hay, por ejemplo, de las exenciones a confesiones religiosas?
Somos laicos de verdad. No entiendo las exenciones fiscales a las confesiones religiosas. Queremos hacer tributar a todas ellas.
Educación.
Nos gustaría una reforma educativa que defendiera la instrucción pública y laica de contenidos y saberes, que devuelva al primer plano los conceptos de mérito y capacidad. Una verdadera educación de ciudadanos libres e iguales.
¿Qué políticas sociales de las desplegadas por el actual Gobierno le parecen un acierto?
La subida del salario mínimo. También algunas de las medidas redistributivas que han funcionado. El control del fraude laboral, de las horas extraordinarias… No sólo vale con subir el salario mínimo, tenemos un problema de productividad. Cambiemos el modelo. Necesitamos más peso industrial y menos dependencia del turismo.
Otra de las críticas que les lanzan a ustedes desde PSOE y Sumar es ésta: “Son el nuevo Ciudadanos”. Pero usted niega también “ser de centro”. No cree virtuoso el centro. Además, el centro, en España, siempre ha sido de derechas. Ciudadanos intentó sustituir al PP y la UCD no fue otra cosa que la derecha que quería romper con el franquismo.
Estoy de acuerdo con esa reflexión. Creo que muchas de las propuestas que he mencionado en la entrevista no las habría podido asumir Ciudadanos, que era muy liberal en economía. Estamos en el marco de una socialdemocracia clásica. El centro es difuso y acaba convirtiéndose en un camino para competir con la derecha. Ahí no vamos a estar. Ni por estrategia ni por convicción.
Usted tuvo algún cargo en UPyD. Ahora incluye en su marca a exdirigentes de Ciudadanos, PSOE e Izquierda Unida. ¿No corre el riesgo su proyecto de parecer un cementerio de elefantes?
Estuve en el Consejo de Dirección de UPyD durante diez meses. En Izquierda Española están coincidiendo algunos rostros muy conocidos, con una gran trayectoria anterior, y gente muy talentosa que jamás había estado en política. A veces nos dicen: “¿No hay nadie conocido? Bah, no vais a salir en los medios”. En otras ocasiones nos dicen: “Si son gente que ya ha estado en política, no vais a ninguna parte”.
Incluso en Madrid, es imposible no encontrarse a algunos ex. No es una cuestión que me preocupe mientras se asuma un programa político claro, de defensa de la igualdad en todos los planos, de defensa de lo público y lo común. El engranaje está siendo armónico. No creo que sea un problema aunar a socialistas, miembros de IU y ex de Cs con una trayectoria intachable.
Creo que todas las preguntas conducen a una misma cuestión: ustedes se dicen de izquierdas pero, si tuvieran votos para ser bisagra y pudieran echar a Sánchez, ¿pactarían con Feijóo?
Yo no creo que haga falta un gobierno de la derecha en España. No creo en el proyecto nacional de Feijóo, tampoco en su galleguismo regionalista. Ni en su conservadurismo. Nos separa un abismo en cuestión de derechos civiles y políticos. Tampoco confío en el sector neoliberal del PP.
Lo que compartimos con ellos es el marco del Estado de Derecho. No les negamos, como hace otra izquierda, su legitimidad democrática. Pero haber llevado a Vox a las instituciones nos parece una gravísima irresponsabilidad. Además, muy peligrosa.
Pero, ¿harían de bisagra para echar a Sánchez?
No nacemos para hacer de muleta al PP. Feijóo debe resolver su ambivalencia con la extrema derecha. Lo que tendríamos que hacer sería que el PSOE no dependiera de partidos nacionalistas. Con el PSOE y Sumar podemos tener una interlocución activa, por supuesto que sí, además de muchos puntos de coincidencia.
El principio de realidad nos acabará obligando: colaboraremos y cooperaremos para lograr gobiernos de justicia, de mayor igualdad, de mayor integración y de mayor cohesión social. Y eso debe hacerse desde la izquierda.