Circula una leyenda urbana sobre las serpientes que dice que cuando una boa o una pitón doméstica se tiende estirada al lado de su dueño es porque está midiéndolo para calcular si podrá comérselo. Vista la respuesta de Rajoy a las condiciones que le puso Ciudadanos para darle su apoyo en la sesión de investidura, se diría que el líder del PP acaba de tumbarse junto a Rivera.
Es una broma de mal gusto que Rajoy dijera este miércoles a los periodistas que en la reunión de la dirección del PP de la mañana no se había hablado de los celebérrimos seis requisitos de Ciudadanos. O que tras la sorpresa general ante esa afirmación asegurase que nunca había dicho que estuviera prevista tal cosa.
Lo cierto y verdad es que Rajoy justificó el marcharse de puente y retrasar una semana la respuesta a Rivera con este argumento: "Necesitamos unos días para estudiarlas, ya que algunas de las condiciones implican reformas constitucionales. No puedo ni debo tomar esa decisión en solitario". Y por si quedaba alguna duda, escribió este tuit en su cuenta oficial: "Una vez conocidas las condiciones de Cs para negociar, las someteré a debate y aprobación por el Comité Ejecutivo Nacional del @PPopular".
Muy crecido debe de sentirse Rajoy para mentir con tal desparpajo. Es más, se diría que, cual reptil, le quiere tomar la medida a Rivera. No de otra forma cabe entender que, pese a que las cláusulas de Ciudadanos se centran exclusivamente en la regeneración, el candidato presunto sostuviera que él iba a negociar sólo de "lo importante", a saber: crecimiento, Estado del bienestar, terrorismo, Constitución y "cuestiones institucionales que se pueden plantear". Se le olvidó la corrupción, vaya.
Tan extraordinaria como las manifestaciones de Rajoy ha sido la reacción de Rivera. Cabe recordar que el líder de Ciudadanos planteó sus condiciones como un ultimátum: o se admitían todas, en bloque y sin matices, o a otra cosa, mariposa. Pues bien, ni hay admisión de compromiso alguno por parte del PP ni fecha de investidura, pero aun así, se entrevistará con Rajoy.
En el terrario en que se ha convertido la política española hay mucha lengua bífida, mucho movimiento sinuoso y rastrero, y poca vergüenza.