El fracaso de Mariano Rajoy no tendría por qué significar el fracaso de la democracia ni mucho menos el fracaso de España. El "killer de las volutas" aniquiló a sus rivales de partido y de generación por biselar en los demás las aristas excedentes del franquismo que él representa -es el único que queda, piénsenlo-, del mismo modo que ahora dinamita las reglas del juego con la ayuda de la "prensa yankee" y de Podemos.
La aquiescencia de quienes -como yo- ven en la corrupción un peaje inherente al mejor sistema posible para esta "tierra de cabreros" sólo añade grosería a la involución en la que parecemos instalados. La desidia y la pereza avanzan en el pódium de pecados nacionales.
¿Dónde estaban FT y NYT en diciembre, cuando el pacto entre Pedro Sánchez a punto estuvo de sentar las bases de la regeneración de la izquierda y la derecha? ¿No era urgente formar gobierno cuando Rajoy le dijo dos veces no al rey? ¿Dónde estaban y dónde están FT y NYT cuando lo que toca es decirle al PP y a Rajoy que cambien de candidato, pues nuestro sistema es representativo y el presidente no tiene la confianza de la Cámara? Donde está Podemos, se entiende. En el interés propio. En esa especie de "sindicalismo de grupo" en el que quieren convertir la política.
El problema no es que votemos, maldita sea, en Navidad. El problema es que Rajoy e Iglesias han acordado repartirse un país acomodado durante siglos en la polarización en lugar de superar esa lacra.
Podemos y PP se buscan, se necesitan y se ayudan. A Rajoy le conviene que Podemos se convierta en "la izquierda" porque eso le permitirá perpetuarse como mal menor. Y a Podemos le interesa que el PSOE "blanquee" a Rajoy para conseguir, gracias al PP y a la presión de la "casta", el sorpasso que no logró en las urnas.
Uno quiere acabar con esto aunque gobierne Luis Bárcenas, que ya rubricó muchos años las licitaciones y contratas y con ellas los meandros de esta democracia que no acaba de confiar en sí misma, porque es vago y periodista. ¡Y se trabaja mucho en campaña, qué quieren que les diga!
Pero uno no está por la labor de aceptar que es imbécil, aunque por comodidad y vagancia esté dispuesto a aceptar la extorsión del sistema. ¿Tendría la culpa Sánchez de que no salgan adelante los Presupuestos después de abstenerse? ¿De que no salieran adelante las leyes imprescindibles para limpiar la sentina española? ¿La democracia ha de pivotar pues en una oposición abstencionista, negacionista de la propia democracia?
Ir a terceras elecciones es una locura y que el fracaso de Rajoy sea el fracaso de todos también. El PSOE siempre puede consultar a sus bases. ¿Qué piensa hacer el PP?