Seguramente usted no sepa que la Audiencia Nacional acaba de archivar la causa por apropiación indebida, falsedad documental y administración fraudulenta contra Teddy Bautista, Caco Senante, Ricardo Azcoaga y Enrique Gómez. No es que usted esté mal informado. Aún hoy, cuando tecleas en Google “teddy bautista apropiación indebida”, de los 10 primeros resultados, 6 se refieren al archivo de la causa y 4 al procesamiento. Una victoria pírrica de la verdad judicial sobre las presunciones, siete días después de declarada la decisión.
Lo que se juzgaba era una pieza separada del caso Saga, que se desató contra la Sgae en julio de 2011 con una espectacular operación policial planificada para evitar la huida de un hombre de casi 70 años que se encontraba en un entierro. Vendrán otras sentencias, y quién sabe si alguna condenatoria, pero esto ya nos sirve para constatar la interesante distancia que existe entre la acusación y el sobreseimiento.
El periodismo empieza a consistir en informar “Lord Jones será juzgado” a gente que jamás sabrá si Lord Jones es culpable o inocente. De Caco Senante conocemos presunciones terribles detalladas con escrúpulo, y yo me he tenido que enterar por un fugaz titular de la radio del hecho de que no existen indicios suficientes de que se haya apropiado de 30.354 euros de la SGAE.
Esta noche Caco Senante no puede ir a cenar fuera sin el riesgo de que algún manguta le aplique la justicia popular, es decir, le escupa un insulto a la cara, y ni siquiera puede escudarse tras una portada de periódico que informe del archivo de su causa.
Hay una comunión de intereses entre periodistas y funcionarios que favorece que ocurran estas cosas. Un tráfico ilícito entre quienes deben repartir las culpas y quienes custodian las reputaciones.
El juez debe ocuparse de unos hechos concretos ocurridos en un periodo determinado, pero de un tiempo a esta parte esa definición elemental de justicia se nos antoja insuficiente. Ansiamos una sentencia que exorcice nuestros males, que cargue sobre los hombros de un Bautista todo el peso de abstracciones como la codicia, la insolidaridad o, para qué pararnos en sutilezas, la maldad. Que nos libere de cualquier responsabilidad de nuestro fracaso; si es que es tal, que eso también está por ver.
La pira en la que chamuscamos a Bautista y Senante por sus presuntos delitos es mil veces más abrasadora que la que reservamos para los crímenes probados de los violentos. No me hagan citar casos, que estamos en campaña en el País Vasco. El otro día fui a cenar con un amigo. Me contó una historia inverosímil sobre corrupción y política. Cuando notó mi extrañeza me dijo: “Qué más da si es cierta, estamos ya hasta los cojones”.