Mariano Rajoy ha jugado a cara y cruz en Murcia. Echó la moneda al aire y eligió los dos lados. Como siempre. Invitó a Pedro Antonio Sánchez a dejar la presidencia de Murcia pero le ha permitido seguir siendo máximo responsable del partido en la región. Le ha arrebatado la presidencia del gobierno autonómico pero le ha dejado continuar como aforado manteniendo su escaño. Accede a la petición de fusilamiento que le venía reclamando Ciudadanos pero no quita al muerto del Parlamento saltándose otra vez el pacto de investidura. Ha utilizado al difunto y a Rivera como a sendos dominguillos, como a un pim pam pum que siempre vuelve para que les sigan dando.
El presidente nunca tiene piedad: te abraza, te halaga los oídos, te apoya sin fisuras, dice que te quiere y luego te pide que te abras en canal por el bien del partido y de España. Sánchez ha seguido, pobre ignorante, el complicado guión impuesto desde Génova, donde querían ver hasta donde llegaba Cs en su empeño en descabalgar al ya ex presidente -con sendos flancos judiciales apuntándole a la entrepierna- antes de oficiar el funeral.
Al PP no le ha importado nada sacrificar a su líder regional, engañándole con que volverá a su puesto si sale limpio de polvo y paja, si al concluir la pelea logra, además, dejar en pelotas al partido de Rivera. Esto es, si al final el presunto culpable es exonerado por una Justicia siempre sospechosa de no hacer lo que debe sino aquello que le piden los que mandan, y Cs queda como el malvado partido que quiso entregar el Gobierno de Murcia a rojos y masones.
Rajoy ha pensado en todo ello a la hora de bajar finalmente el pulgar. Como no quiere adelanto electoral -ya que todo parece indicar que tiene aprobados los Presupuestos- le sigue haciendo falta, al menos de momento, el muñeco naranja que tanto desprecia; y si para ello había que echar a la basura al presidente autonómico pues a la basura que va. Eso sí, hablan ya los populares y no paran del bueno de Pedro con el mismo ardor justiciero que utilizamos habitualmente los españoles para encumbrar al fallecido que todavía está de cuerpo presente.
El bueno de Mariano es tan falso como el gato chino de la suerte, ese de la pata arriba y abajo, que como todo el mundo sabe es japonés. Hay varias leyendas sobre el origen de Maneki Neko, que es como se llama el famoso minino y que viene a significar algo así como el gato que atrae. Una de ellas señala que un pudiente hacendado estaba protegiéndose de la lluvia bajo un frondoso árbol cuando vio a un gato que movía su pata como si le estuviera llamando hacia donde se encontraba el animal; el rico le hizo caso con tan buena fortuna que nada más abandonar el árbol un rayo cayó sobre éste y lo carbonizo.
Rajoy es como ese gato que te atrae con su pata. A veces es blanco, como el del hacendado de la leyenda, lo que significa que te da buena suerte y siempre está contigo; a veces dorado, en referencia al oro y los metales preciosos, y te promete eso, pasta a raudales y sobresueldos en cajas de puros a la vez que te pide que seas fuerte y resistas los embates de la vida; a veces el gato es rojo y te ofrece amor, pasión y fantasía siempre y cuando pongas tu la cama, y otras es negro y te asegura aparente protección cuando te vengan mal dadas. No hay que fiarse por mucho que suba y baje su patita ya que para él, al igual que para González, lo único importante del puto gato es que cace ratones.
Tiene el armario repleto de cadáveres de todos los colores: blancos que se creyeron que les iba a apoyar hasta el final; dorados a los que después de llevarse la pasta e incluso de dejarles que la repartieran en sobres mensuales los dejo tirados sin piedad por no haber sido los suficientemente fuertes; rojos a los que prometió amor y solo fue sexo, y negros a los que les aseguro fidelidad y protección sin fisuras y al final fueron los primeros en caer.
Después de que Aznar, Mayor Oreja, San Gil, Rato, Álvarez Cascos, Manolo Pizarro, Eduardo Zaplana, Acebes, Gabriel Elorriaga, Piqué, Ortega Lara, Ana Botella, Gallardón y Rita Barberá, entre otros muchos, hayan caído victimas de su atracción fatal, la aniquilación de este tal Sánchez ha debido resultar un asesinato menor para un hombre de su probada capacidad para la traición.