Madres y bombas
La "madre de todas las bombas" -así la llaman- estalla sobre las toperas del ISIS en Nangarhar, una provincia remota de la lejana Afganistán, en la apartada Asia, y la mariposa de la teoría del caos ni se inmuta. Cuando vives de este lado, la destrucción rebajada con propaganda imprime gallardía: una bomba y se acabó el problema, la solución bajo una columna de humo y una imprecisa cartografía, nada de sangre, nada de escrúpulos.
En el catálogo de los ingenios mortíferos explican que este proyectil mide nueve metros y pesa once toneladas, que para transportarlo se necesita un avión Hércules, que una sola bomba cuesta 17 millones de dólares. Mató a un centenar terroristas y a ningún civil, así que es un arma cara y poco efectiva, aunque indulgente.
Esta imagen captada del vídeo difundido por el Pentágono no es distinta de las grabadas por los stukas que destruyeron Guernica, Teruel o Barcelona cuando España era el campo de tiro de la Luftwaffe. Vemos una fogata cenital en blanco y negro y presumimos una explosión al fondo muy aséptica. Ni estruendo ni cuerpos desmembrados, así es la madre de todas las bombas de cuidadosa y prudente, que no deja víctimas civiles pese a su tonelaje.
Los yankees la bautizaron así después de que Sadam Hussein anunciase la “madre de todas las batallas”. Vincular maternidad y guerra parece una contradicción, pero la épica bélica es fértil en figuras de este tipo. La bomba nuclear que EEUU arrojó sobre Hiroshima en agosto de 1945 se llamaba Little boy y mató a 140.000 personas: podemos concluir que fue muchísimo peor que su madre. Además, el piloto que sembró de muerte Japón bautizó el avión que utilizó para la masacre con el nombre de la mujer que le había dado la vida: Enola Gay.
Del mismo modo que Donald Trump se siente “orgulloso” de la “madre de todas las bombas”, aquel comandante nunca sintió remordimientos de lo que hizo. Tampoco de que el mundo entero aprendiera a fuego el nombre de la señora Gay. Es curiosa la Historia. Otra Gay, Julia, la madre de los Goytisolo, empezó “a vivir para el mármol” tras un bombardeo en blanco y negro Barcelona. Todo es distinto según te toque un lado u otro de la foto.